Te amo, pero esto esta mal.

Capitulo 7

Homura

Hermanita mía creo que te cayo el amor

Me he dado cuenta aunque no lo creas, últimamente andas más alegre de lo que puedo imaginar, decir que eres feliz queda corto, no se por que pero sospecho que se trata de ese chico que conociste en tu propia carrera.

— ¿A donde vas? — pregunto intrigada a mi hermana quien salía arreglada a las 7:00pm de la noche — Hoy toca ver "The Flash" —dije extrañada

— Saldré a hacer las compras — dijo ella algo seria, pero si ya habíamos comprado la despensa.

¿Qué acaso el que tirara sin querer las muestras gratis fue prueba o recuerdo de que paso eso y ya hicimos las compras?

Decidí preguntarle mejor, e intentar sacarle la sopa, aunque hayamos comido pasta en la tarde.

— Pero yo recuerdo que ya las hicimos las compras ayer, viernes... ¿Acaso ya no te acuerdas? — pregunte sospechando — ¿Que tire por accidente a la de las salchichas?

— Cierto esas salchichas me las cobraron, pero nos falto crema de Mani y otras cosas por tu tontería esa— comento seria a lo que me rasque la nuca.

Oops.

— Pero el capitulo de "The Flash" recuerda que Melissa esta apunto de morir a manos de Daniel — dije para que recapaconsiderara.

— Lo se  pero grabalo ya lo vemos más al rato, te traeré palomitas de queso y pizza hawaiana — me sobornaba de manera seria.

— ¡Pizza! — dije emocionada, dispuesta a comer pizza hawa

— No me incendies la casa — dijo Hikari a lo que cerró la puerta y se fue.

— SUS... — seguían sospechando, no estaba para nada convencida de que fuera a comprar a la tienda, menos usando un vestido.

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Seguirla y ver que hace o ignorarlo y comerme los dulces qué esconde en su cuarto, va

— When the impostor is sus — dije nuevamente.

Decidida a descubrir la verdad detrás de las misteriosas idas y venidas de mi hermana, me puse mi mejor atuendo de espía y me preparé para una sesión de sigilo. Con un paquete de galletas como mi aliado, me embarqué en la aventura de seguir a Hikari sin ser descubierta en el intento.

— Somos tu y yo, espero no hagas una abdominal y te mueras por que te rompas — le dije a la galleta.

Con movimientos sigilosos y un exceso de dramatismo, me arrastré por los pasillos de la casa, evitando las miradas de los gatos y las sombras sospechosas de casa. Cada crujido de las tablas del suelo era una amenaza potencial, cada rincón oscuro, un escondite perfecto para mi hermana en su misión secreta.