Más tarde, mientras tomaba algo en la cafetería, llegó Diego y la tomó por sorpresa.
―Qué cara traes.
― ¡Diego! Me asustaste.
―Por tu cara diría que lograste saber la verdad. ―añadió, mientras se sentaba en frente de ella
―No… ―mintió― No sé nada…
En eso, él quedó observándola unos ratos, sin sacar palabra. Era su novio, sabía muy bien cuando mentía, y esa era una de esas veces.
―Te conozco.
“Caray” pensó Roberta, mientras se esforzaba sacar una sonrisa que escondiera sus preocupaciones.
―Lo que no entiendo es por qué dices que no sabes nada… ―agregó él
―Diego, ya. Déjame.
― ¿Tan fuerte es?
―Que no sé nada. ¿No entiendes?
―Y yo soy el rey de China. Habla.
― ¡¡¡Está bien! Sí sé. Pero no te lo puedo decir.
― ¿Por qué?
―Porque no es mi secreto, porque soy su amiga y le hice una promesa. Porque es algo que mejor se lo lleva en la tumba. Y ya, no me hagas más preguntas.
― ¿Y a Miguel que le vas a decir?
―A Miguel le digo que no me enteré de nada, que ni sé cómo hacerlo. ―soltó un suspiro― Ojala él si me crea… Aj, y supongo que te queda claro que tú también te quedarás callado.
De pronto notó a Diego poniendo una cara muy extraña y mirándola como si hubiera visto un fantasma.
― ¿Qué te pasa?
En vez de contestar, le hizo señal que volteara a mirar detrás.
―Pero… ―volteó y quedó helada― Miguel…
― ¿Qué significa esto, Roberta? ¿Por qué le pedías que se quedara callado? ¿Y cómo es eso de que me dirás que no sabes nada?
―Pues porque de verdad no sé nada. No logré sacar nada… ni una sola palabra.
―Te escuché perfectamente. Hablabas como si supieras muy bien qué es lo que sucede pero no me lo piensas decir. ¿Te lo pidió Mía?
―Miguel, entendiste mal…
― ¡No soy tarado! “Ojala él si me crea” Es obvio ¿¿¿no???
Definitivamente, todo le había salido mal. Había hecho una promesa y ahora resultada que no había sido capaz de cumplirla por completo. Todo por un descuido.
―Mejor hablas… ―exigió Miguel
“¿Y si invento otro secreto?” pensó. Le pareció una idea magnifica, perfecta para salvarse a ella y para proteger el secreto de Mía.
―Es que… Es un asunto de familia… Me lo dijo a mí porque insistí mucho y porque soy su amiga. Pero... no quiere hablar con más gente de eso. Y le hace mal hablar de eso.
―Pero yo sólo quiero ayudarla… No puedo dejarla sola…
―Lo sé, ella también. Pero trata de entenderlo… No es fácil… Mejor deja que ella decida cuando te lo va a decir… No la presiones.
Miguel suspiró. Se sentía impotente, no soportaba saber que Mía sufría, que tenía un problema y que él no podía hacer nada.
―Ayúdala… ―le pidió a Roberta
―Sí, por eso no te preocupes.
―Gracias… Nos vemos luego…
―OK… Bye… ―contestó― ¡Menos mal! ―exclamó aliviada, en cuanto Miguel se había ido
― ¿Qué? ―cuestionó Diego, desconcertado― ¿Por qué de pronto estás tan tranquila si tuviste que revelarle el problema de Mía?
― ¡Diego, no seas metiche! Nos vemos más tarde ¿sí? Tengo algo pendiente.
―Per….
― ¡Bye!
Salió corriendo, dejándolo con la palabra en la boca.
―No, algo no me cuadra… ―murmuró él
Mientras, Mía seguía encerrada en su habitación, sola, atormentada por los pensamientos, los remordimientos, presa en una situación sin salida. ¿Y cómo podía estar en paz si había roto promesas, si había ensuciado esa relación tan linda que tenían? ¿Quién podía vivir tranquilo después de haber traicionado al ser que más amaba en el mundo?
Cuando tocaron en la puerta, saltó angustiada de la cama, pensando que podía ser Miguel.
―Pasa… ―dijo, después de asegurarse que había logrado esconder su estado
― ¡Mía! Tengo que contarte algo. Ojala no vayas a matarme.
―Roberta ¿qué pasa?
―OK, voy a hacerte un resumen… Estaba hablando con Diego y llegó Miguel y estuvo a punto de descubrirme. Por un momento sentí que ya, todo iba a salir a luz… Pero luego se me ocurrió algo y creo que fue la mejor idea. ―calló de repente, pues había hablado muy rápido
―En primer lugar ¿¿¿Por qué hablabas con Diego??? ¡No debes decirle a nadie!
― ¡Es que no le dije! Pero el supo que yo sabía y… y… reconocí.
―Roberta… ―se quejó
―Mía, escúchame. Tu secreto sigue siendo un secreto. Porque me inventé otro.
― ¿¡¿Qué?!?
Roberta le resumió con la misma prisa lo de su idea y la manera en la que Miguel reaccionó.
― ¡¡¡Gracias!!!! ¡Me salvaste! Eres un genio.
― ¿Sí, verdad? ―dijo en broma
―Ahora Miguel ya no querrá averiguar, investigar porque supuestamente ese es mi secreto. Y entonces puedo seguir ocultando lo que en realidad sucede.
―Exactamente.
― ¡Mil gracias! Y con eso te perdono el descuido y el hecho de que todo estaba a punto de salir a luz.
Fueron interrumpidas por alguien que tocó en la puerta.
― Mía ¿estás ahí?
―Sí, pase.
― ¡Hola, chicas! Mía, tienes una visita. ―avisó Alicia
― ¿Yo? Qué raro. ¿Quién es?
―Un chico… ¿Jorge? Sí, Jorge se llamapenas era el primer día en el colegio, después de las vacaciones y Mía ya recibía una visita. Lo peor era que no era una visita agradable, dado lo sucedido entre ellos. Además tenía un presentimiento de que Jorge había venido por ella, no por la banda.
―Mía ¿vienes? ―preguntó Alicia
―Sí, en seguida te alcanzo.
―Está bien. Lo encuentras en la sala de visitas, yo las dejo, tengo muchas cosas que hacer.
― ¿¿¿Por qué te visita??? ―preguntó Roberta, al quedar solas
―No sé…
―Mía ¿aún hay algo entre tú y él?
― ¡Obvio, no! ¿Cómo se te ocurre?
―Esto no me gusta. Ojala haya venido a decirte algo de la banda…
―Sí, ojala… ―murmuró, sospechando que no era así
No le quedó de otra más que ir a recibirlo. Salió rumbo a la sala de espera, sin dejar de imaginar las cosas que éste iba a decirle.
Aunque no se había apurado llegar ahí, sino todo lo contrarió, lo inevitable terminó sucediendo. Lo tenía en frente, de nuevo.
― ¡Hola!
―Hola, Jorge… Qué sorpresa… ¿Nos traes alguna noticia de la banda…?
―No. Venía a verte.
Justo lo que había temido.
―Ven, acércate. No muerdo.
― ¿Cómo que viniste a verme? ―preguntó algo enojada
―Porque te extrañaba. ―contestó sin rodeos, mientras se le acercaba
―Jorge…
―Sí, sé que no está bien. Sé que… No, lo único que en realidad sé es que no puedo olvidarte…
―No me digas eso… ―pidió, echándose para atrás
―No puedo olvidarte, Mía. ―repitió, volviendo a acercarse, esta vez más de lo normal
―Para…
―Extraño esa noche… Extraño tus besos…
―Jorge… ―murmuró, muy incomoda
La distancia entre ellos se hizo inexistente. Jorge acercó su rostro al de ella hasta que sus labios rozaron. Sin pensarlo dos veces, la tomó por la cintura y la besó. La besó con la misma pasión con la que lo había hecho esa noche. Y por buenos segundos, Mía no fue capaz de reaccionar.
Desde la entrada, Giovanni miraba perplejo como un hombre que no era Miguel, besaba a Mía. Y, como no era algo que veía todos los días, debía ir a compartir la noticia. Salió de ahí, sin hacer ruido y no alcanzó ver la cachetada que Jorge recibió.
― ¡Estúpido!
―Mía… yo…
― ¿Por qué lo hiciste? ¡Habíamos quedado que todo acabó esa noche! ¡Fue un error!
―Es que para mí…
―No, cállate. Y no vuelvas a acercarte. ¡Yo amo a Miguel y no me voy a separar de él! No vuelvas a hacerme esto.
―Está bien… Perdóname… Yo…. No debí haber… venido.
― ¡Así es!
―Perdón, en serio…
―Vete…
―Bueno… Regresaré sólo cuando tenga que hablar sobre la banda… ―avisó, visiblemente arrepentido― Adiós.
Al quedar sola, Mía se limpió los labios con la mano, como si hubiera recibido el beso más asqueroso. Y, además de la rabia que le provocaba el gesto de Jorge, también sentía una especie de culpa por dejarlo.
― ¡Fuiste una estúpida! ―exclamó desesperada, enojada con sí misma
Inevitablemente, comenzó recordar una vez más aquella noche. Hasta le dio la impresión de sentir las caricias y los besos de ese hombre. El disgusto se hizo visible en su rostro, mientras que sus ojos estaban cristalizados por las lágrimas que se empeñaban en salir.
―Perdóname, Miguel… ―susurró, dejándose caer en el sofá― Perdóname, mi amor…
Giovanni había ido de volada a su cuarto, ansioso de avisar a sus amigos sobre lo que estaba sucediendo.
― ¡No saben el notición que los traigo!
― ¿Qué te pasa, Giovanni? ―cuestionó Tomas― Y no grites…
―No van a creerlo cuando lo oigan…
―Tú y tus chismes… ―dijo Diego
―No, no. Lo vi con mis propios ojos. ¡Prepárense!
―Giovanni…
―OK, OK. Resulta que… ¡Mía Colucci tiene una aventura!
― ¿¿¿¿Qué????
―Como lo oyen. La acaba de ver besándose con otro.
―Giovanni, no puedes bromear con algo así. ―señaló Diego― ¿Estás seguro de lo que dices?
― ¡Sí! La vi besándose con Jorge.
― ¿¿¿Jorge???
―El mismo. El hijo del productor.
Mientras que Tomas se veía muy sorprendido, Diego estaba más bien preocupado. Miguel era su mejor amigo, él adoraba a Mía, la amaba con todo su corazón y algo así le rompería el corazón.
―Giovanni, por favor no empieces a compartir el chisme por todo el colegio. ―pidió él
―No es un chisme. Es algo completamente verdad. Yo lo vi…
―Como sea. ―interrumpió― ¡No abras la boca! ¿Entendido?
― ¡Pero Miguel es el primero que debe saberlo!
―No así.
―Giovanni tiene razón, Miguel debe saberlo. ―intervino Tomas― Pero no de otros… Es Mía la que debe hablar. Es problema de ellos y de nadie más.
Diego recordó de pronto todo el asunto del secreto de Mía, de las sospechas de Miguel, la manera en la que reaccionó Roberta después de revelarle a Miguel casi todo. Las cosas empezaban tener sentido. Estaba casi seguro que la infidelidad de Mía el verdadero secreto.
― ¿Y si Mía no le dice? ―preguntó Giovanni
―Tú no te vas a meter. ―advirtió Diego― ¡Júrame!
― ¡Giovanni!
―Bueno, ya. Cálmate.
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ENSEÑAME A PERDONAR
FanfictionDespués de dos años, la relación de Mía y Miguel tropieza con el mayor obstáculo: una infidelidad que amenaza destruir todo. ¿Podrá Mía obtener el perdón de Miguel? ¿Más aún cuando según él, hay cosas que no se perdonan y la infidelidad es una de el...