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Miguel sintió un gran alivio al dejar el hospital, más aún después del peligro que había corrido. Además de todo lo sucedido, el haber estado cerca de la muerte lo hizo comprender que no podía pasar la vida sufriendo, que vale la pena hacerle caso a las cosas positivas, como el amor de él y Mía. Más que nunca, sentía un afán de disfrutar al máximo ese sentimiento, de construir recuerdos felices, de vivir cada día como si fuera  el mejor regalo.
―Miguel, ya vámonos. ―pidió Diego, al verlo parado
― ¿Tienes prisa?
―Ya luego sabrás.
― ¿Saber qué?
―Deja de hacer preguntas y ven. ―ordenó
―Aj, bueno…
            Mientras tanto, en la casa de Mía había mucho alboroto, la gente iba de un lado a otro, preparando cosas, ajustando los últimos detalles.
―Mía, te ves preciosa. ―opinó Vico
― ¿Tú crees?
―Obvio. ¡Este vestido está hecho para ti!
―La verdad es que me encanta… ―reconoció, mirándose en el espejo
―Oigan, oigan… ―intervino Roberta― Acaba de recibir un mensaje de Diego. Dice que ahora partieron.
―Ay…
―Tranquila, Mía. Verás qué será un día inolvidable.
―Sí, eso quiero. ―contestó ella emocionada― No más pena…
―Ustedes dos merecen lo mejor.
―Ya, bajemos al jardín. ―agregó Roberta
            Al hacerlo, Mía comprobó que todos habían hecho un buen trabajo. El jardín estaba justo como ella había querido. Los globos rojos y blancos, la comida, las mesas, la pequeña escena improvisada, el banner que llevaba el mensaje “Feliz cumpleaños”, todo estaba en su lugar.
―Muchas gracias a todos por ayudarme. Y por estar aquí.
―No hay nada que agradecer, Mía.
―Sí, para nosotros fue un placer y lo sabes.
            Diego sólo quería que llegaran lo más pronto posible, antes de que Miguel le hiciera preguntas que no supiera contestar.
― ¿De seguro que Mía no sabe que hoy salí del hospital?
―Sí, Miguel. ―mintió― A ella le dijeron que saldrías los próximos días. Además, si lo hubiera sabido, ahora estaría contigo ¿no?
―Eso sí… ―calló un momento― Fue muy buena idea esto de hacerle una sorpresa.
―Claro. Ya verás que se pondrá muy contenta al verte en su casa.
            Más tarde, finalmente llegó el momento tan esperado. Los demás fueron anunciados por Diego que llegarían y se juntaron, listos de recibir a Miguel. Mientras, éste estaba ansioso de darle la sorpresa a Mía, sin tener idea de lo que le estaban preparando.
― ¿Seguro está en el jardín? ―le preguntó a Diego ― ¿Tú cómo sabes?
―Roberta está con ella y me avisó. Vamos.
            Dieron unos pasos más y finalmente Miguel se tapó con una escena que lo dejó mudo.
― ¡¡¡Feliz cumpleaños!!! ―exclamaron todos al mismo tiempo
―Feliz cumpleaños, Miguel. ―añadió Diego
― ¿Qué… Esto…
            Mía avanzó rumbo a él, llevando un regalo en su mano.
―Feliz cumpleaños, mi amor.
― ¡Mía! ―exclamó asombrado
            La quedó viendo, analizando de pie a cabeza, embrujado por su belleza y aún bajo el efecto de la sorpresa que le habían hecho.
―Bésala… ―dijeron algunos
―Ay, no te quedes ahí parado. ―agregó Roberta
            Finalmente reaccionó y abrazó a Mía. La pegó contra su cuerpo, negándose soltarla por buenos momentos, bajo las miradas de los demás, contentos de que la sorpresa había funcionado.
―Te amo.
―Te amo.
            Se quedaron viendo, olvidándose de todos los demás, dejando que lo que sentían los condujera. Y así, sus labios fueron uniéndose en un tierno beso que causó aprobaciones por parte de los que estaban presentes.
            A penas cuando los besos parecían volverse interminables, Roberta decidió intervenir.
―OK, ya, ya… Después de la fiesta, podrán hacer todo lo que quieran. Pero ahora festejemos ¿no?
            Su comentario provocó risas, mientras que los dos enamorados terminaron apartándose.
―Feliz cumpleaños. ―repitió Mía, entregándole el regalo
―Muchas gracias, bebe.
            Tras ese momento, empezó la fiesta. La música comenzó sonar y algunos no tardaron en ocupar la pista de baile.
―Así que el único que se llevó una sorpresa hoy fui yo ¿verdad?
―Pues sí. ―contestó Roberta
―No saben lo difícil que fue tratar de mentirlo, ej. ―se quejo Diego― Menos mal que no puso más preguntas.
―Si no llegó a sospechar nada, hiciste bien tu trabajo.
―Pues me creí eso de que yo le iba a hacer una sorpresa a Mía. ―confesó Miguel― De otra manera tal vez los habría descubierto.
―Lo que importa es que todo salió perfecto. ―añadió Roberta
―Oigan ¿de quién fue la idea de hacer la fiesta?
―Aj no me digas que no te diste cuenta. ―replicó Diego
―Pues, a ver… ―haciéndose el tonto― de quien habrá sido…
            En vez de decir algún nombre, miró a Mía.
― ¿Ya ves que sí sabes? ―soltó Roberta
―Pero no hubiera podido hacerlo sin ellos. ―apuntó Mía
―Ey ¿qué hacen aquí? Vamos a bailar. ―intervino Vico, interrumpiendo el momento
―Tienes razón.
―Vamos.
            Ya que la canción era adecuada para bailar en pareja, Miguel no lo pensó dos veces e invitó a Mía.
―Recién saliste del hospital… ¿Estás seguro de que puedes bailar?
―Estoy más vivo que nunca.
―No me digas…
―Bueno… tal vez en una canción más alerta vaya a ceder. ―bromeó
―Que chistoso tú.
            Continuaron bailando muy pegados, mientras que las miradas remplazaron las palabras.  Luego, Mía acomodó su cabeza en el hombro de él, disfrutando el momento.
―Gracias por esto. ―dijo Miguel momentos después
―Mereces esto y más. ―respondió, volviendo a mirarlo

―Sabes… no sé si fuiste tú… o si fue el amor el que me enseñó perdonar…lo claro es que fue una lección muy importante. Y que gracias a ello, ahora podemos ser felices en vez de vivir envenenados por los resentimientos.

FIN

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Fin ????

Quiero escribir un epilogo a esta historia asi que eso sera el proximo asi que esto no termina aqui.

Sigan  LupitaDeAnda3

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