Roberta apagó la grabadora y miró a su amiga. Vio que ella estaba en shock; sus ojos estaban cristalizados por las lágrimas y su boca abierta, como si hubiera querido decir algo pero había quedado sin palabras.
―Mía...
Pero ella no reaccionó. Intentaba digerir lo que había escuchado, asimilar que algo semejante de verdad había sucedido. Recordó a Miguel y sus intentos de convencerla. De repente la frase "créeme antes de que sea demasiado tarde" comenzó sonar como un eco en su mente.
―Mía, reacciona...
―Roberta ¿Qué hice?
― ¡Tú no hiciste nada! ¡Los dos son unas victimas!
―Miguel trató de convencerme y... yo no le creí... ¡¡No le creí!! ―exclamó, con las manos clavadas en el pelo― ¡Soy una estúpida!
Se tapó la cara con las manos y comenzó llorar, mientras que Roberta la miraba angustiada, consciente de que Miguel no iba a superarlo así de fácil.
― ¿Cómo voy a atreverme a mirarlo en los ojos? ¿Cómo voy a tener el valor de encontrarme con él?
―Por favor, no te...
― ¿¿¿Por qué todo lo hago mal??? ―cuestionó agarrándose el pelo como queriendo arrancarlo
―Mía, basta... ―suplicó― Ven... ―la abrazó
Después de clases, los seis se reunieron para hablar. Debían tomar una decisión con respecto a Axel. Desde que llegó, Miguel se la pasó ignorando a Mía, mientras que ella no se atrevía ni mirarlo.
―Los reuní porque pienso que debemos hacer algo. ―aclaró Diego
―Eso sí ¿pero qué? ―preguntó Lupita
―Hablamos con Johnny. ―opinó Roberta― Sé que ya es el segundo manager que queremos cambiar, pero no nos queda de otra. Y al oír la grabación, creo que aceptará sin problemas. ¡O sea tenemos una prueba!
― ¿Saben qué deberíamos hacer? Decirle que ya no queremos manager... ―sugirió Diego
― ¿Pueden creer que todos nos traen problemas? Debe ser una pesadilla... ―agregó Lupita
―Sí... ―añadió Roberta― ¿Vamos los seis a hablar con él?
― ¡Pues sí!
Los demás no objetaron.
―Y Axel debe estar presente. ―señaló Diego
― ¡Por supuesto!
―Espero que sea la última vez que le veo la cara. ―soltó Miguel enojado
Tras la reunión, los demás dejaron solos a Mía y a Miguel. Sin embargo eso no parecía dar resultados, ya que él la ignoraba y ella no se atrevía ni mirarlo, menos hablarle.
Y aún así, ninguno se fue. Ambos esperaban que el otro comenzara a hablar, cosa que, por buenos ratos no sucedió.
―Se... se acabó... ¿cierto? ―preguntó en tono tan bajo que Miguel a penas la oyó
Volteó a verla y sus miradas cruzaron por un segundo, luego Mía desvió la suya.
―Casi te supliqué que me creyeras y no lo hiciste. ―apuntó él― Mira, entiendo que en un principio hayas creído lo peor por ver las fotos... Pero si yo te dije como estuvieron las cosas...
―Ya sé... ―interrumpió― Ya sé que me equivoqué.
―Si yo te hubiera hecho algo, habría entendido tu falta de confianza. Pero así como están en realidad las cosas, no lo puedo entender y no lo puedo aceptar.
Dicho eso, quiso salir de la sala pero Mía se atrevió ponerse en frente de él, para no permitirlo.
―Hablemos...
―No hay nada de qué hablar. Tú misma lo dijiste: se acabó.
―No... ―suplicó
Miguel no quiso hacerle caso. La apartó de su camino y se fue de ahí, dejándola sola con su tristeza. Sentía que el mundo se le venía encima con tan solo pensar que ahora sí lo había perdido, que una segunda vez nada lo haría volver. Recordó sus intentos de hacerla creer lo que decía y la forma en la que lo trató.
― ¿Por qué Mía? ¿Por qué? ―se preguntó a sí misma― ¿Cómo es que siempre terminas haciéndole daño?
Horas más tarde, llegó el desagradable momento del encuentro con Axel. Dadas las circunstancias, Mía hizo un gran esfuerzo para no golpearlo y gritarle algunas cosas. Eso sí, no pudo evitar mirarlo con asco, cosa que a él lo dejó muy sorprendido.
A penas después de oír la grabación, junto a Johnny, entendió todo.
― ¿Me puedes explicar qué fue lo que acaba de escuchar? ―cuestionó Johnny enojado
―No sé. ―mintió Axel― Yo no...
―No te atreverás negar lo evidente. ¿O sí? ―le preguntó Roberta
― ¿¿¿Qué hicieron??? ―replicó él, algo asustado y sintiéndose acorralado
―Más bien ¿qué hiciste tú?
―Johnny, nosotros decidimos que no queremos a Axel como manager. ―explicó Diego― Y con lo que escuchaste, esperamos que nos comprendas...
―El asunto es delicado... ―suspiró― Y no sólo que Axel dejará de trabajar con RBD. Renuncio a tus servicios por completo. ―avisó mirándolo― Estás despedido.
―Pero... ―objeto― No puede mezclar algo personal con...
―Tengo el derecho de negarme a trabajar con personas... como tú. Y prefiero no ofenderte. Mira, la próxima vez que quieras hacer cosas... así, mejor piénsalo ¿sí?
Axel supo que debía callar y lo hizo. Sin embargo volteó a mirar con resentimiento a los demás, luego salió de ahí, dando un portazo. Mía fue tras de él, sintiendo que no podía dejarlo ir sin desahogarse antes.
― ¡¡¡Axel!!!
Él se detuvo y se dio la vuelta. En ese instante, Mía le dio dos fuertes cachetadas, dejando salir toda su rabia.
― ¿¿¿Cómo pudiste hacer algo así??? ¿¿¿Por qué??? ¿Por qué te metiste entre nosotros? ¿Qué ganabas?
Axel permaneció callado y sin reacción alguna, cosa que la enojó aún más.
― ¡¡¡Habla!!! ―exigió, golpeándolo con sus manos― ¡¡Contéstame, imbécil!
Tras una lluvia de golpes, él finalmente se echó para atrás y la agarró del brazo para hacerla parar.
― ¡Basta! No te voy a decir nada.Pero Mía no se calmó, todo lo contrario. Siguió gritándole y pidiendo explicaciones hasta que lo único que consiguió fue que saliera Roberta.
―Mía... Mía ¿qué haces? Ya, cálmate, te está oyendo todo el edificio.
―No me importa, quiero que me diga... ―contestó
―Cálmate... No vale la pena... ―agregó Roberta, sujetando sus manos
―Se van a arrepentir por arruinarme la carrera. ―amenazó Axel― Y escúchame bien, Mía. Tú y Miguel nunca van a ser felices, yo sé lo que te digo.
―Cállate. ―soltó Roberta
―Hasta pronto. ―agregó él, para luego irse
Roberta luchó para no dejar a Mía que corriera tras de Axel.
―Déjalo...
―Está loco ¿qué le pasa? ¿Oíste lo que me dijo?
―Sí, está loco, no le hagas caso...
― ¡Por su culpa perdí a Miguel! ―se quejó
―No digas eso, no lo perdiste...
―Me dijo que se acabó, Roberta.
Al oí eso, su amiga suspiró algo preocupada.
―Y yo no me puedo oponer a su deseo. ―añadió Mía― Aunque se me parta el alma... Ya luché una vez para recuperarlo... me dio otra oportunidad y no supe valorar eso... Ahora me tengo que aguantar.
La mañana siguiente encontró a Mía haciendo las maletas. Otra vez. Ahora no había quien impedirlo porque era fin de semana y sus amigas no estaban en el colegio. Después de poner la ropa, recogió sus cosas de los estantes. Su mirada cruzó con una foto de Miguel.
―Mi amor... ―susurró con la voz llena de tristeza― Me va a doler tanto estar lejos... Pero es lo mejor ¿sabes? Ya nunca volveré a lastimarte.
Abrazó su foto, tratando de impedir que las lágrimas salieran de sus ojos. Pero fue imposible. El dolor que sentía al saber que no volvería a ver a Miguel era demasiado grande. Pensaba que hacía lo justo, que era lo mejor para él pero eso no lograba consolarla.
Miguel tampoco se encontraba bien. Aún seguía en la cama, pensando en Mía y en todo lo que había sucedido. Por más que trataba de justificarla, no lo lograba. No podía perdonar esa desconfianza. Y sobre todo, le daba rabia que justo después de que las cosas habían mejorado tanto, sucedía eso.
Más tarde, cuando por fin decidió salir de su habitación e ir a pasear, a tomar aire, encontró una hoja a lado de la puerta.
― ¿Y esto?
La recogió y no tardó en comprobar que era una carta. Luego, al abrirla buscó el nombre del autor.
―Mía...
Parecía bastante indeciso, pues después de haber querido romperla, cambió de opinión y quedó mirándola como queriendo decidir si leerla o no.
―Ay, Mía... No vas a aceptar la idea de que terminó ¿verdad?
Se acomodó en el sofá y comenzó leer esas líneas. Bastaron unos segundos para que su expresión cambiara por completo, debido al contenido.
― ¿¿¿¿¿Qué????? ¿Cómo... ¡Se va! ―exclamó sin poder creerlo
Saltó del sofá, ya que el primer impulso fue salir corriendo rumbo al cuarto de Mía.
― ¿Y si ya se fue? No... ¡Mía!
Fue a buscarla, esperando de todo corazón que no fuera demasiado tarde. Sin embargo, al llegar a su habitación, comprobó que sí lo era. Las cosas de Mía ya no estaban en su lugar, además no había nadie.
―No, ella no puede irse...
Estaba muy preocupado y desesperado por no saber a dónde ir a buscarla. Tampoco tenía a quien preguntar, pues ni sus amigas estaban. Entonces supo que su última esperanza era Roberta.
Poco después, Roberta, Lupita y Lujan se llevaron un susto por la forma en la que Miguel había empezado tocar en la puerta.
― ¿Quién toca así? ¡¡Pasa!!
―Roberta... ―comenzó él, al entrar― ¡¡¡Dime por favor qué sabes de Mía!!!
― ¿¡Qué!? ¿De qué hablas Miguel?
― ¿No lo sabes? ¿O ella te prohibió que me dijeras?
―A ver, Miguel... Explícame. ―pidió Roberta
―Lee esto. ―dijo, dándole la carta
― ¿Qué...
― ¡Léelo ya, por favor! ―interrumpió
Roberta obedeció y, en unos segundos, la preocupación de Miguel también se reflejaba en su cara.
―No puede ser... ¿Qué hizo?
― ¿De verdad no sabes nada de esto?
―No sé nada. No me dijo... Sólo me dijo que terminaste con ella y que piensa respetar tu decisión...
―Roberta, yo no quiero que se vaya... ―confesó
Ella lo miró unos instantes hasta que al fin se le ocurrió algo.
―La voy a llamar. Tal vez a mí me va a decir...
― ¡Sí! ¡Hazlo!
―Sí... Esperemos que conteste...
Los pocos segundos que pasaron hasta que Mía atendió la llamada, parecieron interminables.
― ¡Mía! ¿Dónde estás?
―Hola... Roberta...
― ¡Por favor dime a donde fuiste!
― ¿Cómo supiste que...
― ¡Eso da igual! ―exclamó Roberta
―Mira, lo mejor es que no vuelva ahí nunca... Debo estar lejos de Miguel, es la única manera de no volver a lastimarlo. Y la única manera de aceptar que no vamos a volver...
―No, Mía, no puedes tomar semejante decisión. Ya dime dónde estás.
―Sólo si me prometes que no le vas a decir nada a Miguel...
―Sí... ―mintió
―Estoy en mi casa. En una hora salgo rumbo al aeropuerto.

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ENSEÑAME A PERDONAR
Fiksi PenggemarDespués de dos años, la relación de Mía y Miguel tropieza con el mayor obstáculo: una infidelidad que amenaza destruir todo. ¿Podrá Mía obtener el perdón de Miguel? ¿Más aún cuando según él, hay cosas que no se perdonan y la infidelidad es una de el...