5

43 2 0
                                    

Después de la discusión con Roberta, Diego fue a hablar con Miguel. Debía hacer todo lo posible para convencerlo que olvidara esa idea de irse de RBD. Sin embargo tardó un poco hasta encontrarlo, ya que no estaba en su habitación sino bajo las escaleras del patio central.
―Aquí te habías metido… ―comentó, para luego sentarse a su lado
―No quiero hablar.
―Miguel… Es una tontería. Tú no puedes hacer eso… ¿Por qué?
―Porque necesito tenerla lejos… Para superar lo que pasó, para… Ya suficiente tengo con verla en el colegio, en las clases todos los días…
―Pues de todos modos la ves, no puedes alejarte por completo. Así que no tiene caso dejar la banda…
―En la banda es donde más cerca la tengo. En el colegio puedo ignorarla, evitarla. Pero con la banda no es lo mismo.
― ¿Entonces vas a renunciar a tus sueños sólo para huir de la persona que te lastimó? ¿Vale la pena semejante sacrificio?
―Sabes… A estas alturas ya nada me importa…
Diego soltó un suspiro y quedó viéndolo, bastante preocupado.
―Me dan ganas de irme unos días de aquí. Pero no puedo faltar, ya empezaron las clases…
―Mira, yo entiendo que te hace daño verla porque todo es muy reciente… Sin embargo no creo que huyendo arreglas algo.
―No sé qué hacer… ―reconoció desesperado
― ¿Hablaste con ella?
―Según ella, pasó porque el tipo la hizo “perder la razón”… Dime tú ¿cómo se justica eso?
―La verdad… no sé qué decir… Oye pero… ella está arrepentida ¿verdad?
―Eso no me sirve de nada.
―Pues sí, supongo que no es gran consuelo…
―Lo único que quiero ahora es olvidar todo. Pero no puedo. Por más que lo trate, no hago más que hundirme en esta pesadilla. No hago más que pensar en lo mismo, cuando despierto, cuando me voy a dormir, cuando… La veo con otro, la imagino burlándose de mí… Me siento un imbécil. ¡El rey de los estúpidos!
Mientras, Mía había recibido una llamada, justo de la persona con la que no quería hablar.
― ¡Hola! Te llamo para decirte algo de la banda.
―Te escucho…
― ¿Estás bien?
―Sí. ―mintió
―No parece, tu voz…
― ¡Dime por qué me llamaste!
―OK, tranquila… Pues es que en unos días habrá una sesión fotográfica para la portada del álbum.
― ¿Qué?
―Pensaba que sería una buena noticia. ―respondió confundido
―No en este momento. Miguel dejó RBD por mi culpa.
― ¿¿¿Qué hizo??? A ver, ustedes firmaron un contrato con la disquera, el disco está casi listo… empezaron tener mucho éxito… ¿Cómo que deja la banda? ¿Qué es esto?
―Se enteró… ―logró murmurar
― ¿Se… ¿De lo…
― ¡De que me acosté contigo! ¡Sí! ―agregó fastidiada
―Mía, yo no fui, te lo había prometido…
―Lo sé. Ese no es el punto… En fin, por eso decidió salir de la banda.
― ¡Tienen que hablar con él! ¡Ya te dije que no puede hacerlo!
―Ojala fuera tan fácil…
―Mira, tienen sólo unos días para hacerlo entrar en razón. ―avisó Jorge
― ¿Qué va a pasar si…nadie lo convence?
―Tendrá que asumir las consecuencias… Esto no es un juego, firmó un contrato. Y lo peor es que todos ustedes van a pagar por sus actos… La banda no será la misma, no sé que vaya a suceder pero…
―OK, veremos si alguien logra convencerlo…
―Está bien. ¿Y tú cómo estás? O sea…
―No hagas estas preguntas… Como si no lo supieras…
―Mía, si te ama debe perdonártelo.
―No lo conoces… Además tiene derecho de no perdonarme y de no querer volver a verme en su vida.
― ¿Tú lo amas?
― ¿¡Qué te pasa!? ¿Por qué me preguntas algo así?
―Es que las mujeres no llegan a engañar tan fácil… Sus motivos tienen… Y no sé, tal vez lo que tú sientas por él no sea amor…
― ¡¡¡Cállate!!!
Cortó la llamada y arrojó el teléfono. Aunque sus hechos ponían en duda sus sentimientos, no dejaba de afectarla que le dijeran eso. Pero, más que la ira que sentía hacia Jorge, había un tipo de rencor que sentía hacia sí misma. Porque aún amándolo, lo había traicionado.
Más tarde, después de tranquilizarse un poco, reunió a sus aún compañeros de banda en una de las salas de lectura.
― ¿Qué querías decirnos? ―cuestionó Diego
―Traigo noticias con respecto a la banda…
―Eso si aún lo somos… ―comentó Giovanni
―En unos días habrá sesión fotográfica para la portada del disco… ―avisó, tratando de ignorarlo
La decisión de Miguel anubló la alegría que debían sentir por esa noticia. Todos quedaron quietos, sin saber cómo reaccionar.
― ¡Oigan! ―exclamó de pronto Roberta― ¿Cómo vamos a aparecer sólo nosotros cinco en la portada? El disco ya está grabado, incluye a Miguel…
―Con respecto a eso… ―respondió Mía― Jorge me dijo que Miguel no puede renunciar a la banda. Nosotros firmamos un contrato.
― ¡Claro! ―agregó Diego― Ahora Miguel ya no saldrá de la banda… Porque un contrato no se rompe así de fácil.
― ¿Qué tal si no le importa ni el contrato ni nada? ―cuestionó Roberta
―Yo creo que el contrato lo va a impedir. Creo que es lo único que lo hará renunciar a su decisión. ―dijo Diego
―Pues ojala…
―Tenemos que tomar en cuenta lo que dijo Roberta. Y en ese caso, nosotros tenemos que hacer todo lo posible para convencerlo. ―señaló Mía
―Pero Miguel es muy terco.
―Sí…
―A mí no se me ocurre nada…
―Yo había intentado algo, pero no lo logré. ―confesó Diego― Está pasando por un momento muy…
Pero de pronto su mirada cruzó con la de Mía y no pudo terminar la frase. No hacía más que poner sal en la herida si seguía.
―Así que, si el contrato no lo convence, no sé qué otra cosa pueda hacerlo… ―afirmó
― ¡Todo nuestro éxito se va a la… ¡Y todo por tu culpa, Mía!
―Giovanni, ¡no seas patán! ―exigió Roberta, sacada de onda
―Tiene razón… ―dijo Mía― Perdónenme…
En eso Lupita y Roberta fueron a abrazarla.
―No tenemos nada que perdonarte…
―Lupita tiene razón…
―Así es Mía. ―afirmó Diego― No le hagas caso al tarado de Giovanni.
― ¡Oye!
―Ya, aprende a callarte.
―Perdón Mía, me pasé… ―dijo Giovanni finalmente
―Sólo dijiste la verdad…
―Miren, ahora tenemos que hablar con Miguel.
―Conmigo no pueden contar, está enojado… ―avisó Roberta
―Conmigo menos… ―continuó Mía
―Pues yo creo que justo tú eres la que tiene que hablar con él. ―sugirió Diego― Sí, Mía. Tú.

ENSEÑAME A PERDONAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora