18

32 3 0
                                    

Miguel no tenía ni idea si actuaba bien o no, pero decidió seguir con esa relación. Sólo esperaba no encontrarse con otras situaciones que pusieran a prueba su desconfianza y sus celos. Y eso sucedía, tenía la esperanza de poder manejarlo mejor.
Aquella noche no logró pegar ojo hasta muy tarde, pues había muchas cosas que le daban vueltas. En cambio Mía, estaba ilusionada y contenta porque Miguel no había terminado con ella.
Al día siguiente, Axel volvió al colegio, en búsqueda de buenas noticias. Para se encontró nuevamente con Sol.
―No funciona, Axel. Los vi juntos esta mañana.
― ¡Arg! ¿Dejaste un anónimo cada día?
―Of course. Mira, tal vez Miguel ni sabe de la existencia de esos anónimos. Mía es una experta en ocultar cosas, neta.
―O en el peor caso sabe pero no pasó nada.
―Yo te aconsejo que encuentres otra cosa para separarlos. Hazme caso.
Axel soltó un suspiro por la falta de ideas.
―A ver ¿por qué no la enamoras o algo? ―Axel quedó viéndola― ¡Sí! O sea ella ya cayó una vez, no dudo que lo haría de nuevo.
―No sé, Sol…
―Espera un momento. ¿Tú por qué intentas separarlos? Porque te gusta Mía ¿cierto? Pues conquístala ya.
―No es asunto tuyo mi motivo.
―Aj…
―En cuanto a lo de conquistarla, no es tan fácil. Parece amar mucho a Miguel.
―Sí, como no. ¿Por eso le puso el cuerno?
Él no respondió a esa pregunta, ya estaba muy pensativo.
―Eso. Piénsalo. ―agregó Sol
―Agradezco que me hayas ayudado en esto. Por desgracia no funcionó, pero bueno…
― ¿Entonces ya no dejo anónimos?
―Ya no. Voy a pensar en otra cosa. Y si vaya a necesitar tu ayuda, te aviso.
―Aquí me encuentras.
―Adiós.
―Adiós, Axel.
Se iba de muy mal humor, más aún sabiendo cómo iba a reaccionar Jorge. Y para impedir eso debía encontrar algo lo más pronto posible. No podía tomar en cuenta la sugerencia de Sol, en primer lugar porque Mía era para Jorge, no para él. Y en segundo porque no era nada fácil conquistar a alguien cuyo corazón ya tenía dueño.
Sin embargo, al final la suerte demostró estar de su parte. Al llegar a su casa, de pronto se le ocurrió una idea que parecía ideal.
― ¡Claro! ―exclamó él ―Tengo que decírselo a Jorge.
Decidió no esperar más y llamarlo, pues estaba seguro de que ya tenían la solución perfecta.
―Qué bueno que contestas. Quería decirte…
―Mas te vale que sean buenas noticias.
―Sí, escúchame. Sé cómo podemos separarlos. Esto no puede fallar.
― ¿Entonces hasta ahora no hiciste nada para separarlos?
―Sí pero no funcionó. Pero esto sí.
―Mira, Axel…
―A ver, escúchame ¿sí? Convenceremos a Mía que Miguel la engañó.
Su propuesta fue seguida por un largo silencio.
―Jorge ¿estás ahí?
― ¿La engañó??
― ¡Lo vamos a inventar!
―Ay, y hasta nos va a creer…
―Haremos que parezca real. Les tendemos una trampa. ―agregó Axel
Esta vez Jorge quedó pensando y analizando muy bien la idea.
―Sabes, al final no es tan mala idea.
― ¿Verdad?
― ¿Y tienes algún plan?
―Sí. Y una amiga mía nos va a ayudar. ―señaló Axel
― ¿Y cómo?
―Tú confía en mí, Jorge. Hoy mismo me encargo.
Horas más tarde, Miguel quedó muy sorprendido y confuso al oír que había recibido una visita. Sin embargo, fue a ver de quien se trataba. Por su cara era evidente que hubiera preferido quedarse quieto en su habitación.
― ¿Qué quieres?
―Hola, Miguel… ―le respondió Axel
―Hola.
―No debería sorprenderte mi visita, al fin y al cabo soy el manager de la banda.
― ¿Entonces tiene que ver con la banda? ¿Por qué no nos llamaste a los seis?
―Porque es más fácil así. Luego tú hablas con los demás. ―señaló Axel
―Aj. Pues dime.
―Quiero que vengas conmigo.
― ¿¿¿Por???
―Para ver un lugar. Ahí grabarán un video, pero antes hay que verlo.
―Yo creo que los seis debemos verlo. ―contestó Miguel
―Mira, de lo que yo sé, para salir del colegio hay que conseguir permisos. Y pues es más fácil conseguir uno solo en vez de seis. ¿No crees?
Su argumento parecía valido en los ojos de Miguel.
― ¿Tendríamos que ir ahora? ―preguntó finalmente
―Claro.
―Antes debo conseguir el permiso… Vas a tener que esperarme un poco…
Ratos más tarde, ya estaban rumbo a la destinación. Miguel estaba algo curioso pero nada contento por la compañía que tenía. Incluso se había preguntado porque Axel lo había elegido justo a él, si de todos modos ellos dos estaban muy distantes. Luego, al pensar que hubiera podido elegir a Mía, llegó a ser agradecido por ello.
―Listo… ―avisó Axel, estacionando
―Que bueno… ―murmuró, mientras miraba en su alrededor
            Dejaron el auto y Miguel comenzó seguirlo rumbo al edificio, sin dejar de mirar en su alrededor.
― ¿Haremos un video en un apartamento o qué?
―De hecho aquí vivo yo. Esperaremos a un productor, luego nos vamos.
― ¿Neta? ―soltó un suspiro, pues no le agradaba la noticia
―Sí. Es un hombre muy ocupado. Ni modo. Tenemos que esperar. ―agregó Axel
            Miguel no comentó, no le quedaba de otra más que hacer eso: esperar. Fue con Axel a su apartamento, con la esperanza de no tener que estar mucho tiempo ahí.
―Pasa. ―pidió Axel
―Gracias… Después de ti.
            Éste lo condujo al salón de su apartamento, que por cierto no era nada pequeño, todo lo contrario.
― ¿Quieres tomar algo? O…
―No. Gracias. ―respondió Miguel
―OK. Pues… siéntate. No sabemos cuanto pueda durar.
―Ojala no mucho. ―replicó, sentándose en el sofá
            De pronto empezó sonar el teléfono de Axel.
―Es algo urgente. Te dejo unos momentos…
            Y salió, antes de que Miguel alcanzara sacar palabra. Y éste se quedó solo en el apartamento, o al menos eso pensó hasta que se llevó una sorpresa.
― ¡Hola! ―exclamó una voz femenina
            Al principio él se asustó, pues no sabía que había otra persona en la casa. Saltó del sofá y quedó viendo a la mujer que lo miraba sonriente y algo sorprendida.
― ¡Qué sorpresa! Mi hermano no me dijo que teníamos visita.
― ¿Tu hermano?
―Sí, Axel. Vivimos juntos.
― ¡Aj! Ahora entiendo…Pues es que…
―No te preocupes, no debes darme explicaciones. ―dijo ella acercándose― A mí me da gusto tener una visita. Por cierto, me llamo Carla.
―Soy Miguel. Encantado.
―Oh, más encantada yo… ―afirmó la morena
            Un silencio incomodo se instaló, pero ella tuvo cuidado de esfumarlo.
―Ahorita te sirvo algo de beber…
―No, no hace falta. ―interrumpió él
―Claro que sí. Sé cuidar a mis invitados. ―dijo soltando una risa― Tú siéntate. Como en tu casa ¿OK?
            Él obedeció mientras que ella fue a la cocina por las copas. Ahí, sacó una botella y se encargó de llenar dos vasos ya preparados en la mesa. Luego mezcló el contenido de uno de ellos con unas gotas de otra substancia. Al terminar, volvió al salón, igual de sonriente y de buen humor.
―En serio, no debías molestarte.
―No es ninguna molestia, Miguel. ―contestó de inmediato― Y ya que los traje, no dejamos que se echen a perder ¿verdad?
            Se acomodó a su lado en el sofá, aunque muy bien podía haberlo hecho en el otro disponible.
― ¡Vamos a brindar!
―Bueno… ―murmuró indeciso, tomando su copa
― ¡Por haberte conocido!
―Jaja…
―Es en serio. Mira, yo tengo un regalo. Me basta ver a una persona y hablar sólo un poquito, para darme cuenta cómo es. Por eso digo que debemos brindar, pues tuve la suerte de conocer a alguien especial.
            Miguel no se dejó embrujar por esas palabras, pero sí mostró una falsa sonrisa. En realidad lo único que quería era irse. Se tomó la copa, ya que sabía que esa chica iba a insistir de todos modos si no lo hacía.
            Mientras, Carla lo miraba muy raro al verlo beber, su rostro escondía algo pero era imposible descifrar qué. Lo claro era que no se trataba de algo bueno.
            Continuaron platicando unos ratos, ella siendo la que más hablaba, hasta que una sensación muy extraña invadió el cuerpo de Miguel.
―Aj…
            Ella no le preguntó si estaba bien o mal, si algo sucedía. Pues ella sabía perfectamente qué estaba pasando. Quedó observándolo en silencio, hasta verlo como se quedaba dormido.
― ¿Miguel?
            No hubo respuesta.
―Miguel…
            Se aseguró de que sí estaba dormido y a penas luego su disfraz se esfumó.
―Perfecto. Ahora puedo manejarlo como se me dé la gana. ―calló un momento― Primero llamo a Axel.
            Buscó su celular e hizo la llamada.
―Perfecto.
            No actuó hasta la llegada de Axel, que fue tan sólo unos minutos después.
―Aj, por fin… ―murmuró, al entrar
―Sí, ahora ayúdame a llevarlo al cuarto.
― ¿Cuándo tardará en despertar?
―Unas horas.
―Menos mal, tenemos tiempo para hacer las fotos. ―indicó Axel― Aunque bueno, hubiera preferido que lo hicieran de verdad… Si sabes a que me refiero…
― ¿Acostarme con él? Nunca lo hubiera logrado. El tipo no se deja.
Entre los dos lograron llevarlo a la cama, luego Carla comenzó desnudarlo. Era momento de hacer las fotos.
―Espera. ―interrumpió ella
― ¿Qué?
― ¿No sería mejor que yo hiciera las fotos? O sea es algo raro que haya una tercera persona en el cuarto, cuando se supone que él y yo hicimos… ya sabes.
―Tal vez tengas razón. ―respondió Axel― Al fin y al cabo ni me daba gusto hacer semejante fotos.
―Deja que yo me encargo. ―señaló, tomando la cámara― Tú espérame en el salón.
            Axel salió, mientras que Carla se desnudó, luego se metió en la cama, junto a Miguel. Tuvo cuidado de hacer unas fotos en los brazos de él, sin importar que estaba durmiendo. Que ya estaban los dos en una cama desnudos significaba mucho.
―Listo. A ver qué opinará tu novia sobre esto.
            Quedó mirándolo unos momentos.
―No voy a negar que me hubiera encantado acostarme contigo. Pero… ni modo… Tampoco puedo violarte. ―soltó una risa
            Después de las fotos no se aprovechó más y no volvió a tocarlo. No sentía la necesitad de hacerlo con alguien que dormía, tampoco le gustaba. Además sabía que podía tener a otros hombres, sin ningún problema. Se vistió y fue al salón, para entregarle la cámara a Axel.
― ¿Ya?
―Sí. Aquí tienes un par de fotos. No te preocupes, va a funcionar. ―avisó ella, pareciendo muy segura
―Ojala.
―Pues claro. A esa chica le bastará ver a su novio en la cama de otra para pensar lo peor. Ni se fijara que él estaba durmiendo. Y aunque lo haga, de seguro va a pensar que las fotos fueron hechas después del acto. O sea que sí hubo algo. Confía en mí.
―OK. Muchas gracias por tu ayuda. ¡De verdad!
―No te preocupes. Además sé cómo vas a pagar. ―señaló sonriendo y guiñando un ojo
            Axel contestó a través de una sonrisa.
― ¿Y ahora qué hacemos con él? ―preguntó Carla
―Pues te vas en la cama y esperas que despierte. Y lo haces creer que se acostaron.
―Está bien. ¿Y tú?
―Iré a casa de un amigo. Si te pregunta, dile que no he regresado. Nos vemos mañana.
―OK.
            Unas horas después, la espera de Carla por fin terminó y Miguel despertó.
― ¿Qué… ―cuestionó confundido―
―Hola, mira quien despertó.
            Al verse desnudo en una cama, junto a una mujer, el pánico y la confusión transformaron su rostro. Por unos momentos quedó inmóvil, tratando de recordar.
―No…
― ¿Qué pasa?
― ¿¿¿Qué pasó aquí???
― ¿No lo recuerdas? ―preguntó, fingiendo sorpresa
―Recuerdo que estábamos tomando algo y luego… no sé qué sucedió. Me sentí mareado y…
―Supongo que tomaste demasiado y no recuerdas el resto. ¡Pero qué pena que no recuerdes lo mejor!
― ¿Qué me hiciste Carla?
― ¿¿Cómo?? ¿Qué quieres decir?
― ¡Yo tomé una sola copa y perdí el conocimiento! ¿Qué me pusiste en la bebida? ¡Contéstame!
            Estaba ya muy enojado y Carla no sabía cómo reaccionar, pues eso no se lo había esperado.
―Miguel… ¿en serio no recuerdas qué pasó entre tú y yo?
― ¿Me crees estúpido? ―soltó, casi gritando
―Tranquilo, no…
― ¡Dime ahora mismo que significa todo esto!
―N-nada…
―Claro, todo fue un plan…
            “Además es inteligente el tipo” pensó ella. Sabía que no podía seguir con la mentira, pero tampoco pensaba decirle la verdad. Así que calló.
― ¡Habla ya! ―insistió él
―No me grites.
― ¡Grito cuanto se me pegue la gana! ¡Quiero que me digas todo!
            Para su desesperación, Carla permanecía callada.
― ¡Sal del cuarto! Me quiero vestir.
―OK…
―Ese Axel me va a oír… ―murmuró, al quedar solo― Obvio… Por eso me eligió a mí… No hay ningún video, todo fue un plan… ¡Maldito!
            En tiempo record se vistió y salió de la habitación. Llegando al salón, volvió a pedirle explicaciones a Carla.
―Miguel, basta…
―No piensas confesar nada. Claro, no quieres traicionar al estúpido de Axel. Pero ¿saben qué? ¡Yo no soy imbécil y esto no les funcionó!
            Dicho eso, se fue furioso del apartamento, dejando a Carla suspirando.
―Menos mal que tenemos las fotos… ―murmuró ella
            A la mañana siguiente, Miguel despertó de muy mal humor, debido a lo sucedido el día anterior. Pero no podía desquitarse, no quería que los demás vieran que algo traía. Lo mejor era guardarlo todo para él, ya que estaba convencido de que no había hecho nada.
            Poco antes de que empezaran las clases, se encontró con Mía.
― ¡Hola, amor!
― ¡Hola!
― ¿Cómo dormiste?
―Bien, bien. ¿Y tú?
―Soñé contigo.
―Oh… ¿En serio? ¿Y qué hacía yo en tu sueño?
―Estábamos los dos… felices, amándonos…
            Fueron interrumpidos por el timbre.
―Ya empiezan las clases… ―se quejó ella
―Sí… Vamos.
―Primero… ¿me das un beso?
            Él la besó en los labios, sin antes contestar la pregunta.
―Ahora sí puedo ir a clases. ―dijo Mía riendo

ENSEÑAME A PERDONAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora