21

75 3 0
                                        

Roberta supo que debían hacer hasta lo imposible para detenerla, lo que Mía quería hacer le parecía una verdadera locura.
― ¿¿¿Y cómo, te vas así sin despedirte de nosotros???
―No podría…
―Pues no te vayas.
―Roberta…
―Lo siento pero esta no es la decisión correcta. ¡No te vayas!
―Por favor, no hagas las cosas más difíciles… ―pidió con tristeza
―Mía…
―Voy a colgar ahora… ―avisó
― ¡¡¡No!!!
―Te llamaré…
―Mía, no me…
            Pero ella le colgó y Roberta quedó hablando sola.
― ¡Tenemos que ir al aeropuerto! En una hora se va para allá.
― ¿¿¿Aeropuerto???
―Hay que impedirla, Miguel. Esto es una locura.
― ¡Vamos!
            El tiempo transcurrido hasta llegar al aeropuerto, le sirvió a Miguel para pensar en todo lo sucedido y  en lo que debía hacer a partir de ese momento. Entendió que aunque había decidido terminar todo, en realidad no podía vivir sin Mía. No podía aguantar saberla lejos.
―Miguel… eres el único que puede detenerla. ―opinó Roberta, mientras esperaban
― ¿Tú crees?
― ¡Claro! Sólo que… la única manera de hacerlo es… perdonándola.
            Antes de que Miguel alcanzara decir algo, Roberta lo hizo que volteara.
― ¡Mira! Llegó.
            Mía se estaba dirigiendo justo a la dirección donde ellos dos estaban y no tardó mucho en verlos. Quedó inmóvil, al igual que Miguel.
―Acércate… ―le dijo Roberta, dándole un empujón
            Éste comenzó avanzar, mientras que Mía aún no salía del asombro y seguía sin moverse.
―Miguel… ―logró pronunciar, al tenerlo en frente
―No-no te vayas… ―suplicó― No me hagas esto…
            Había algo en su voz que la dejó sin palabra. Continuó observándolo, tratando de descifrar su mirada. Era totalmente distinta a la que había visto la última vez.
―No te vayas… ―repitió él― Hago lo que sea…
―Miguel… ―musitó sorprendida
            Él la llevó de la mano y se acercó aún más, hasta que la distancia entre ellos se volvió casi inexistente.
―Comprendí que no podría vivir sin ti…
            Eso no era algo que hubiera esperado escuchar de él, sabiéndolo enojado por su desconfianza. Lo miró confundida, hasta trató de decir algo pero las palabras no le salieron.
―Te perdono. ―avisó él― Pero no me dejes.
― ¿Me-me perdonas?
―Sí. Porque te amo, porque si te vas… mi vida no tendría sentido. Y no son puros textos… Es lo que yo siento ahorita… Cuando leí la carta, cuando comprendí que ya no estabas… sentí… No sabes lo que sentí… Mía ¡no te vayas! ―exclamó tratando de convencerla
            En vez de responderle, ella comenzó llorar. Pero ahora eran lágrimas de emoción, de alegría. Miguel había venido tras de ella para impedirla, además había vuelto a perdonarla.
―Yo no te merezco… ―terminó diciéndole
―No digas eso…
―Recuerda la promesa… Otra vez la rompí, no hago más que lastimarte…
―Me lastimas más si te vas. ―replicó, apretando más su mano
― ¿De verdad me quieres en tu vida, después de todo lo que…
― ¡Sí! Te amo con todo mi corazón.
― ¡Yo también te amo! ―contestó, abrazándolo― Perdóname… por todo…
―Te perdono. ―dijo, negándose soltarla― Te perdono, mi amor… ―repitió, acariciando su cabello
            Miguel había llegado a sorprenderse de sus propios actos y decisiones. Si meses atrás, alguien le hubiera dicho cuantas cosas llegaría a perdonar, no lo habría creído. Sin embargo, aún después de todo lo que pasaron, él no podía alejarse de Mía. Seguía amando con todas sus fuerzas a esa mujer que un día le había roto el corazón, que le había fallado. Y, había llegado a pensar que si ella volvería a lastimarlo, él volvería a perdonarla. 
            De vuelta al colegio, Miguel acompañó a Mía a su cuarto para ayudarla con las maletas y platicar un rato.
―Axel no me quiso decir por qué hizo todo esto… ―avisó ella, mientras ponía sus cosas en el estante
― ¿Por qué va a ser? Porque le gustas.
―Miguel… Hay algo más… ―dijo, volteando a verlo― Algo que no sabemos. Es que él dijo “no te voy a decir nada”
            Miguel quedó mirándola, sin entender gran cosa.
―Lo peor es que no sé como averiguar. ―agregó ella
―A ver si entiendo… ¿Tú crees que hizo esto por otra razón y no porque le gustas?
―Sospecho… Mira, a mí nunca me pareció que Axel estaba interesado en mí.
―Qué raro…
―Y aún así trató de separarnos. E imagínate si seguirá haciendo eso…
―No lo digas ni en broma… ―replicó Miguel
―Algo no me cuadra…
            Miguel no pudo hacer otra cosa más que suspirar.
―Estoy harto de problemas…

ENSEÑAME A PERDONAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora