Capítulo 12: Un Trato

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La frialdad de sus ojos la heló.

—Ace fue herido cuando estuvo en el ejército. No era capaz... —no terminó la frase. Doflamingo acercó el rostro al suyo.

—¿Por qué yo?

—Me estás haciendo daño —protestó por toda respuesta, mientras luchaba para liberarse.

De mala gana, aflojó la presión de sus manos pero no la dejó en libertad total.

—Quiero una respuesta. ¿Por qué me diste el privilegio de ser el primero?

El tiempo pasaba y ________ debía regresar a casa. Decidió que la sinceridad sería lo mejor y dijo, tensa:

—Porque no significaría nada para ti. Espero que te marches del pueblo mañana temprano y que nunca regreses. ¡Ahora suéltame de una vez!

Esta vez él la obedeció.

La manera en que Doflamingo la miraba la hizo sentir, repentinamente, avergonzada y vulnerable. Tomó su ropa, y escondiéndose entre las sombras, se vistió con rapidez. Mientras se ponía los zapatos lo vio a él poniéndose la camisa.

—Te espero en el coche —le dijo ella, empezando a dirigirse hacia las rocas.

—No —la tomó del brazo y la obligó a detenerse—. No he terminado de hacer preguntas.

Ella lo miró desafiante.

—Tienes todas las respuestas que necesitas.

—Esto tiene algo que ver con Sabo.

—¡Pero no te incumbe a ti! —le espetó—. Deja que me marche.

La ignoró y siguió mirándola.

—Ayer dijiste con toda claridad que no estabas interesada en casarte con ese hombre. Esta mañana ni siquiera querías compartir con él tu canasta. Pero acabas de seducirme y es obvio que lo has hecho para proteger el secreto de tu marido. Eso me lleva a deducir que Sabo tiene un gran poder sobre ti... algo que ha decidido usar para forzarte a casarte con él.

Ella se tensó al máximo y contestó a sus especulaciones con un silencio frío.

—Quiero saber qué es lo que está usando para presionarte —exigió Doflamingo.

—Tengo que volver a casa. Y lo mejor sería que hicieras tu equipaje y te marcharas esta misma noche.

Él parecía haberse vuelto de granito y le impidió escaparse.

—Tú no irás a ningún sitio hasta que me respondas.

El pánico volvió a amenazarla. Si no regresaba pronto, Sabo sospecharía algo, y temía lo que pudiera hacer, Sabo no era racional cuando se trataba de su odio contra Ace.

—Se trata de dinero —dijo por fin ella—. Mi madre le debe una enorme cantidad desde hace años y yo me he enterado hoy. Si no me caso con él, exigirá el pago inmediato.

—¿Cuánto se le debe? —el tono de Doflamingo era de exasperación.

—Cuarenta y siete mil cuatrocientos once dólares —recitó y después añadió con amargura—: Supongo que debería estar impresionada al saber que valgo menos que un Porsche. Ahora, déjame ir. Tengo que llegar a casa.

—Aún no —su voz era casi un grito en voz baja—. Yo te daré el dinero.

—¿Tú qué? —lo miró con incredulidad.

—Yo te daré el dinero —repitió con voz fría.

Ella dudó un momento.

—Te pagaré hasta el último centavo, más los intereses —le prometió sin creer aún que su ofrecimiento era real.

—Lo que harás será casarte conmigo.

________ abrió los ojos desmesuradamente. Sintió como si estuviera atrapada en mitad de una pesadilla.

—No puedes hablar en serio. No es posible que quieras casarte conmigo. Ni siquiera te gusto. Desde que llegaste al pueblo has estado fastidiándome y ridiculizándome.

Dejó de sujetarla y se apoyó en una roca, mientras le decía con sequedad:

—Mi padre, como ya te había mencionado anteriormente, está muy impresionado contigo. Al parecer, él sospechó que algún día Sabo te arrinconaría, así que decidió darte una alternativa... yo.

—No lo creo —murmuró. No era posible que alguien pudiera controlar al hombre que tenía frente a ella hasta el punto de obligarlo a casarse con una mujer que no quería.

Doflamingo tensó la mandíbula con rabia.

—Me he pasado la vida trabajando al lado de mi padre en Industrias Donquixote. Siempre supuse que el control de la compañía pasaría automáticamente a mis manos. Sin embargo, mi padre me ha amenazado con dividir sus acciones entre mi hermano, y otro hermano que no es de sangre, pero mi padre lo quiere como uno y yo; a menos que me case contigo. Pero le hice aceptar que si nos dábamos cuenta de que no éramos compatibles, el matrimonio sólo duraría dos años. Por lo cual, lo que te estoy proponiendo es un convenio matrimonial de dos años. Durante esos dos años te daré una cantidad mensual; por decir algo, cuatro mil dólares. Eso cubrirá lo que necesites mandarle a tu madre y te sobrará para ahorrar o gastar en lo que quieras. Y también te daré una cantidad muy considerable cuando nos divorciemos. Eso te permitirá iniciar una nueva vida por tu cuenta.

—Estás hablando en serio —suspiró ________ mirándolo.

—Quiero el control de Industrias Donquixote y tú quieres el control de tu vida — replicó él con suavidad—. Para que ambos lo logremos, todo lo que tenemos que hacer es convencer a mi padre de que intentamos que nuestro matrimonio funcione —frunció el ceño—. Eso significa que tendremos que compartir una cama. Mi padre espera que ambos seamos fieles a nuestros votos matrimoniales y yo no soy del tipo célibe. Al final del segundo año, tú y yo empezaremos a discutir. Cuando alcancemos el tiempo límite, tendremos un pleito impresionante y disolveremos el matrimonio. Es un trato mejor que el que te ofrece Sabo. ¿No es así linda?

—Es verdad —estuvo de acuerdo mientras se preguntaba si todo aquello era real o si sólo estaba alucinando.

Doflamingo cogió sus zapatos, se los puso y volvió a mirarla.

—¿Puedo suponer que has aceptado?

—Yo... —pensó en negarse. Doflamingo Donquixote la atemorizaba. Pero consideró la alternativa y se oyó decir con voz firme—: Sí, aceptó.











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Al Mejor Postor - Donquixote Doflamingo X READER 💗🦩🍋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora