Capítulo 35: ¿Contrato Terminado?

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En menos de un minuto Law estaba en la línea.

—pensé que ya no volvería a escuchar tu odiosa voz, ¿Qué quieres? —pregunto Law

—¿Desde cuándo me hablas así?, ¿tantas agallas tienes mocoso?

— a ti no te debo nada, ¿Qué quieres?

—Supongo que Rosinante te hablo de que me case

—pobre mujer

—________ y yo hemos tenido una discusión familiar —explicó Doflamingo con frialdad—. Ella conduce un Jaguar deportivo con matrícula de Massachusetts. Quiero que la encuentres, pero no quiero que ella lo sepa. Tan pronto como te enteres de algo, llámame a casa.

—Es la última vez que me utilizas como tu mandadero, solo porque le tengo lastima a la mujer.

________ condujo durante cuatro horas y sólo se paró para echar gasolina. La noche había caído y la tibieza que había sentido en Boston se convirtió en frío, en aquel mes de noviembre en Maine, mientras seguía la costa hacia el norte. Horas antes, se había vestido con cuidado para complacer a Doflamingo, pero aquella blusa de seda y la delgada chaqueta de lana y falda del mismo tejido, no eran suficientes para protegerla del frío.

La noche era clara, llena de estrellas. Se salió de la carretera principal para entrar en una lateral. No notó la belleza celestial, pero se sentía agradecida de que hubiese luna llena que iluminara el camino. Se paró a un lado de la carretera y salió del coche. Caminó entre las rocas hasta llegar a la pequeña playa donde se había comprometido con Doflamingo.

No sabía por qué había ido a ese sitio. Quizá se debía a una esperanza de que al regresar al lugar donde todo había empezado, pudiera lograr, mágicamente, que el dolor del final no fuera tan grande. O quizá para convencerse de su estupidez.

El océano golpeaba las rocas que la rodeaban, el agua salada empapaba su ropa y le humedecía el cabello y el rostro. Qué bien recordaba el momento en el que sedujo a Doflamingo y su frío ofrecimiento de negocios. Tembló y se ajustó la chaqueta.

Sabía que debía marcharse pero, por alguna razón, no quería alejarse de aquella playa solitaria y escondida en la que se escuchaba la fuerza del océano. Sus sentidos empezaron a registrar otro sonido. Eran las hélices de un helicóptero. De repente, la oscuridad que la rodeaba se iluminó con las luces del aparato.

Reaccionando, se escondió en una grieta. La luz se apagó y todo volvió a estar a oscuras. Se quedó de pie, tensa, esperando lo inevitable. No tenía la menor duda de que Doflamingo estaba en ese helicóptero.

Oyó que el aparato aterrizaba. Después de un momento, vio que Doflamingo se acercaba a ella, iluminando el camino con una linterna.

—Ponte esto —le ordenó él, quitándose el pesado abrigo con el que se cubría y dándoselo a ella.

—No quiero nada tuyo —le espetó ella—. Lo único que deseo es que salgas de mi vida.

Él la observó con expresión preocupada.

—No puedes quedarte aquí. Está helando y tú estás empapada.

________ sabía que no actuaba racionalmente, pero no era capaz de pensar. Estaba actuando sólo por impulso y guiándose por sus emociones. Puso las manos frente a ella, con gesto defensivo, mientras daba un paso atrás.

—Aléjate de mí —le advirtió.

—¿Qué intentas hacer? —le gritó él, acercándose de nuevo—. ¿Quieres imitar a Ace y pescar una neumonía y morir?

Al Mejor Postor - Donquixote Doflamingo X READER 💗🦩🍋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora