Capítulo 16: Un Buen Cuerpo

278 36 2
                                    





Llegaron a Massachusetts cuando el sol se estaba poniendo.

—Todavía nos faltan tres horas para llegar a Nueva York —dijo Doflamingo bostezando—. Estoy muy cansado para seguir conduciendo y creo que mis nervios no soportarían el que tú condujeras, así que sugiero que pasemos aquí la noche.

________, quien ya empezaba a sentirse parte del asiento, ignoró el comentario acerca de su manera de conducir y aceptó, con un movimiento de cabeza.

Doflamingo se registró en un motel y, después de sacar el equipaje, entraron en el restaurante a comer algo.

El salón estaba ocupado por familias con niños, que se quejaban y se revolvían en los asientos: una pareja mayor que parecía estar satisfecha con la vida y que aparentemente disfrutaba de la actividad que había a su alrededor; dos hombres hablando de negocios y una pareja que parecía estar de luna de miel. Pero ________ no se fijó en nadie. Un tema que había obligado a permanecer en un rincón de su mente durante todo el día, ahora luchaba por salir a la superficie. Era su noche de bodas.

Observó a Doflamingo, que estaba frente a ella bebiendo con toda calma una taza de café, y se preguntó qué debería esperar.

—Estás absorta en tus pensamientos —dijo él mirándola a los ojos—. No tienes de qué preocuparte, no soy el lobo feroz. No voy a devorarte a no ser que me lo pidas — dijo con una sonrisa

—No creo que lo hagas —dijo, obligándose a mantener oculta su vergüenza.

Después, puso su atención en la comida y comió sin gana. Donquixote Doflamingo la intimidaba, y no le gustaba aquella sensación. Sin embargo... no podía negar que experimentaba una profunda sensación de excitación y expectación acerca de lo que le depararía el destino para aquella noche. En la habitación, él se comportó como si su presencia le fuera indiferente.

—Si quieres, puedes entrar tú primero a bañarte —ofreció él sacando una cajetilla de cigarrillos—. Yo iré a dar un paseo. El conducir tanto tiempo me ha dejado muy cansado.

Cuando la puerta se cerró tras él, ________ se miró al espejo y frunció el ceño. Las noches de boda, pensó ella, al menos en su caso, no tenían el mismo significado para todas las personas. Abrió la maleta y sacó un camisón de seda color rosa.

Insinuante, pero elegante —así lo había descrito su tía. Tenía la bata a juego con mangas de estilo campana. ________ nunca había comprado una prenda tan extravagante, pero era un regalo de la tía Andrea y, después del comentario de Doflamingo acerca de su ropa, se sentía agradecida de que la tía hubiese insistido en hacerle ese regalo en particular.

—Quizá ni siquiera lo note —murmuró.

Cuando salió. Doflamingo estaba sentado en una silla leyendo. Cuando la miró, sus ojos se abrieron con interés.

—¿Te vas a acostar con esa pequeña cosa? —le preguntó secamente.

—Es una pequeña cosa que mi tía pensó que tú apreciarías —replicó con enojo y deseó haber escogido uno de sus largos camisones de algodón. En otras circunstancias eso habría estado bien, pero en las actuales se sintió como una mujer de la vida.

Doflamingo se puso de pie y cogió su bata y su estuche de afeitar. Al ir hacia el baño, se detuvo frente a ________.

—Lo aprecio —le murmuró, mientras con un dedo le acariciaba la línea de la mandíbula. Le dio un beso superficial en los labios y entró en el cuarto de baño.

Furiosa y avergonzada por haberse colocado en la posición de hacer el primer movimiento para acercarse al lado más íntimo de su acuerdo, paseó por la habitación. Él debía pensar que, en su interior, tenía una enorme tendencia al desenfreno, y a pesar de lo mucho que odiaba el tener que admitirlo, sí le importaba lo que él pensara de ella. Durante un instante pensó en cambiarse el camisón por uno menos provocativo, pero rechazó la idea diciéndose que ya era muy tarde para hacer una cosa así. Era mejor fingir que estaba dormida cuando él saliera del baño.

Pero, a pesar de lo agotada que se sentía, el sueño no llegó con la facilidad que ella esperaba. Para su desaliento, continuaba despierta cuando escuchó que giraba el picaporte de la puerta. Se dio la vuelta para darle la espalda a la puerta del baño y fingió dormir.

Doflamingo apagó las luces y se acostó. Al principio, la chica pensó que se había tragado el anzuelo, pero cuando él se movió para darle la espalda, le dijo con suavidad:

—Buenas noches, ________ —y su voz no dejaba la menor duda de que sabía que ella estaba despierta.

«¡Maldito sea!», pensó. Se sintió insultada desde los pies hasta la cabeza. Muy a su pesar, tuvo que admitir que había esperado, quizá, una actitud más agresiva por parte de él. El que la encontrara tan poco deseable que no se molestase en hacer el primer movimiento, fue fatal para su «ego». Forzando la voz para que sonara indiferente, musitó un buenas noches y se dispuso a conciliar el sueño. Pero el sueño seguía negándose a llegar y escuchó los ronquidos de Doflamingo, quien dormía como si llevara días sin hacerlo. Su último pensamiento fue preguntarse si Doflamingo habría cambiado de opinión acerca de la parte íntima de su convenio y había decidido, mejor, mantener una amante. «Si eso es lo que él quiere», se dijo con rabia, «a mí no me importa».



—Buenos días, ________ —le dijo una voz masculina con suavidad. Ella despertó con lentitud y sintió unos brazos fuertes que la abrazaban y unos labios cálidos que le besaban sus puntos débiles en la parte posterior del cuello—. Espero que hayas descansado bien, porque, si bien es cierto que soy un hombre paciente, tengo mis límites, y eres demasiado suave y atractiva como para poder seguir reprimiéndome —le murmuró al oído con voz ronca.

—Anoche no te costó ningún trabajo —replicó ella amargamente, recordando lo insultada que se había sentido.

—Anoche fui considerado —le explicó, obligándola a volverse hacia él mientras se apoyaba sobre un codo para poder mirarla a la cara—. Sabía que estabas agotada y tus nervios parecían a punto de estallar —sus ojos se oscurecieron—. Pero tengo intención de consumar este matrimonio. Es parte de nuestro convenio.

Con la mano que tenía libre le acariciaba todo el cuerpo, dejándole a su paso una sensación de fuego.

—Lo recuerdo —dijo ella en voz baja, conmocionada por la intensidad de su reacción a su contacto.

—Bien —dijo apoderándose de sus labios y exigiéndoles una posesión que hizo que la sangre le corriera más aprisa.

Más tarde, cuando estaba echada a su lado, ella no pudo ponerle ningún pero a su forma de hacer el amor. Nunca olvidó que eran dos personas y no sólo una.

—Debes tener mucha práctica —comentó ella sonriendo suavemente, mientras le acariciaba el duro y cálido tórax—. Eres muy bueno haciendo el amor.

Él volvió a apoyarse sobre un codo y le sonrió.

—Es muy fácil contigo. Tienes un buen cuerpo.

De repente, ________ tuvo que luchar por mantener la sonrisa en su rostro. Su cuerpo... Él no había visto... Dándole un beso en el hombro, Doflamingo dijo con tono poco amable:

—Me encantaría seguir perdiendo el tiempo aquí contigo todo el día, pero debemos continuar nuestro camino. Sólo podemos estar una semana en Nueva York antes de volver a Boston —saltó de la cama, recogió su estuche de afeitar y se dirigió al baño—. ¿Por qué no pides algo para desayunar, mientras me afeito? —le sugirió y, antes de cerrar la puerta, añadió—: Yo quiero huevos revueltos, tocino, café, pan tostado y jugo de uva.

Cuando se quedó sola en la habitación, las palabras «un buen cuerpo» daban vueltas en su mente. Se levantó, se puso el camisón y pidió el desayuno.




Espero que les guste no olviden VOTAR y seguirme para más historias de ONE PIECE que tengo muchas en mente. 💖🦩🌟

Al Mejor Postor - Donquixote Doflamingo X READER 💗🦩🍋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora