Capítulo 6: El caldero chorreante

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Capítulo 6: El caldero chorreante

Hola a todos! Bienvenidos este domingo. En fin, lo prometido es deuda, así que aquí tenéis un nuevo cap!

Este capítulo no tiene advertencias. Yay! A leer!

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Les guiñó un ojo. Tenía la vista fija en un punto a un metro de Harry, quien no pudo evitar preguntarse si quizá Dumbledore había notado que algo le pasaba y por eso había ordenado que hicieran una pausa.

En cualquier caso, nunca lo sabría.

— El siguiente capítulo se titula: El Caldero Chorreante. ¿Quién quiere leer?

Varias personas se ofrecieron voluntarias. Para sorpresa de Harry, una de esas personas era Charlie Weasley, quien fue elegido por el director.

Con una sonrisa e ignorando los aplausos de los gemelos, Charlie subió a la tarima y cogió el libro.

— El Caldero Chorreante.

Harry se relajó al escuchar el título del capítulo. Recordaba aquellos días que había pasado solo en el callejón Diagon, deambulando tranquilamente por allí, visitando las tiendas y comiendo helado gratis. Esas dos semanas habían constituido las únicas vacaciones reales que había tenido ese año.

Harry tardó varios días en acostumbrarse a su nueva libertad. Nunca se había podido levantar a la hora que quería, ni comer lo que le gustaba.

Se oyeron algunas quejas y comentarios hacia los Dursley. Harry escuchó a Angelina llamar a tío Vernon algo muy grosero. Sin embargo, ninguno de los profesores la regañó, a pesar de que todos debían haberla oído.

Podía ir donde le apeteciera, siempre y cuando estuviera en el callejón Diagon, y como esta calle larga y empedrada rebosaba de las tiendas de brujería más fascinantes del mundo, Harry no sentía ningún deseo de incumplir la palabra que le había dado a Fudge ni de extraviarse por el mundo muggle.

— El callejón Diagon es genial — dijo Tonks. — Pero no sé si las tiendas más fascinantes del mundo están allí.

Varios alumnos parecieron indignados y miraron a Tonks como si estuviera diciendo bobadas. Kingsley la defendió diciendo:

— Cuando viajéis un poco, descubriréis que el mundo está lleno de lugares mágicos que ni os podéis imaginar ahora.

Tanto Tonks como Lupin le sonrieron, agradecidos.

— Oh, sí — dijo Dumbledore. — Por ejemplo, las callejuelas de Grottole esconden secretos absolutamente fascinantes.

La intriga y la emoción reemplazaron a la indignación que habían sentido unos momentos atrás.

Harry no tenía ni idea de dónde estaba Grottole, pero eso solo hizo que le interesara más aún el tema. Ciertamente, tenía sentido que hubiera muchos sitios como el callejón Diagon a lo largo del mundo. Quizá… si conseguían derrotar a Voldemort, una vez que se hubiera graduado, podría coger su escoba y un buen puñado de galeones e irse a recorrer el mundo.

La idea le parecía absolutamente maravillosa, pero entonces la voz de Charlie le devolvió a la realidad y se tuvo que obligar a seguir escuchando la lectura.

Desayunaba por las mañanas en el Caldero Chorreante, donde disfrutaba viendo a los demás huéspedes: brujas pequeñas y graciosas que habían llegado del campo para pasar un día de compras;

Hogwarts lee Harry Potter IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora