Capítulo 12: El mapa del merodeador

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 12: El mapa del merodeador

Hola a todos! Bienvenidos una semana más a este fic! :D

Este es el capítulo más largo en todo el libro. Os aviso, coged palomitas XD A leer!

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— Aquí termina — anunció Madam Hooch, devolviéndole el libro a Dumbledore.

El director se aclaró la garganta antes de decir:

— El siguiente capítulo se titula: El mapa del merodeador.

Harry se tensó. Sabía que eventualmente se mencionaría el mapa del merodeador, pero esperaba que fuera en un momento en el que se sintiera más preparado para discutir con Umbridge. Después de lo que acababan de leer, y de lo sucedido esa misma mañana, no tenía muchas ganas de pelear.

Pero lo haría, porque estaba seguro de que Umbridge no dejaría pasar la oportunidad de quitarle el mapa.

— ¿Alguien quiere leer este capítulo? — preguntó Dumbledore, ignorando los murmullos de interés y confusión que había provocado el título.

Varias personas levantaron la mano, entre ellas Jimmy Peakes, de Gryffindor, quien fue elegido para leer. Subió a la tarima, cogió el libro y, sin perder tiempo, comenzó a leer.

La señora Pomfrey insistió en que Harry se quedara en la enfermería el fin de semana. El muchacho no se quejó, pero no le permitió que tirara los restos de la Nimbus 2.000. Sabía que era una tontería y que la Nimbus no podía repararse, pero Harry no podía evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.

— Era una gran escoba — dijo Wood solemnemente. — Fue una gran pérdida.

Lo visitó gente sin parar, todos con la intención de infundirle ánimos. Hagrid le envió unas flores llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas,

— ¿Tenían tijeretas? — exclamó Hagrid. — Maldita sea…

y Ginny Weasley, sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que ella misma había hecho y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerraba y se metía debajo del frutero.

Ignorando las risas de los demás, Harry miró a Ginny, que se había puesto muy roja.

— Gracias por la tarjeta — dijo sinceramente. Ginny gimió.

— De nada. Aunque me habría gustado que cantara un poco mejor.

El equipo de Gryffindor volvió a visitarlo el domingo por la mañana, esta vez con Wood, que aseguró a Harry con voz de ultratumba que no lo culpaba en absoluto.

— Lo decía de verdad, no fue tu culpa — dijo Wood rápidamente, quizá porque había sentido las miradas amenazadoras de las tres cazadoras del equipo.

— Lo sé, no te preocupes — respondió Harry.

Ron y Hermione no se iban hasta que llegaba la noche. Pero nada de cuanto dijera o hiciese nadie podía aliviar a Harry, porque los demás sólo conocían la mitad de lo que le preocupaba.

— Nos lo podías haber contado todo — le reprochó Hermione. Harry se encogió de hombros, sin saber qué responder. Había tenido motivos para callarse sus preocupaciones.

No había dicho nada a nadie acerca del Grim, ni siquiera a Ron y a Hermione, porque sabía que Ron se asustaría y Hermione se burlaría.

Ron hizo una mueca.

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