Capítulo 22: El vasallo de Lord Voldemort

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Capítulo 22: El vasallo de Lord Voldemort

Hola a todos! Bienvenidos una semana más a este fic! :D

A leer!

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— Creo que esto se está saliendo de control — replicó el alumno.

— ¿Tú crees?

El desconocido se quitó la capucha para mirar fijamente a un rostro que era totalmente idéntico al suyo.

— La estúpida de Umbridge ya ha intentado parar la lectura varias veces — gruñó el alumno. — No sé cuánto tiempo va a soportar seguir aquí.

El desconocido rió.

— El que está perdiendo un poco el control eres tú, ¿no crees? Ha sido genial verte echarle una maldición a Umbridge, pero quizá deberías disimular un poco mejor.

George Weasley soltó un bufido.

— Se metió con Harry justo cuando él estaba pasándolo peor. Se lo tenía merecido.

— No lo niego — contestó su réplica. — Pero de entre todas las personas del comedor, fuiste tú quien le echó el maleficio. Si sigues haciéndolo, quizá alguien se pregunte por qué.

— Si preguntan, diré que el sapo se lo tiene merecido y nadie me llevará la contraria.

— Puede ser. O también es posible que se cuestionen por qué defiendes a Harry con tanto ímpetu.

Ambos cruzaron miradas. Sin poder evitarlo, a George se le desvió la mirada hacia el agujero sobre el que debería estar su oreja. Le dio un escalofrío.

Aún se le hacía raro hablar consigo mismo de esa manera, a pesar de que no era la primera vez. Estaba acostumbrado a hablar todos los días con alguien cuya cara era prácticamente idéntica a la suya, pero esto era diferente. No estaba hablando con su gemelo, sino con una versión de sí mismo a la que sentía que apenas conocía.

La primera conversación que habían tenido había sido probablemente la experiencia más extraña que George jamás había vivido. Había tenido lugar unas noches antes, cuando el propio George había decidido salir de la torre de Gryffindor a las tres de la mañana y dar un inocente paseo por los pasillos.

Bueno, lo de inocente es lo que diría si lo hubieran pillado. A decir verdad, había tenido unas intenciones muy claras cuando había decidido esperar despierto a que todo el mundo se durmiera, salir de la habitación sin despertar a nadie (ni siquiera a Fred), y salir de la sala común a las tres de la madrugada a pesar de las numerosas normas que lo prohibían.

El encapuchado que había hablado con ellos el primer día había sido muy directo: Fred moriría si no leían esos libros. George había tratado de tranquilizarse a sí mismo, diciéndose que el proceso de lectura estaba en marcha, que enseguida terminarían de leerlo todo y sabrían cómo evitar la muerte de Fred.

Sin embargo, otra parte de él estaba aterrada. ¿Cuántas veces había pedido Umbridge que se abandonara la lectura? ¿Cuántas veces habían dicho ella y el inútil de Fudge que lo que se estaba leyendo era una pérdida de tiempo? ¿Y sí la gente les hacía caso y decidían que todo era una farsa y que no merecía la pena terminar de leer? ¿Y si Umbridge y Fudge trataban de destruir los libros? O peor, ¿y si alguien los robaba antes de que pudieran terminar de leerlos?

Había tantas posibilidades de que todo saliera mal. Tantas, tantas posibilidades de que los libros fueran dañados, robados, destruidos, por todos aquellos a los que su lectura no les convenía. Como Malfoy, como todos aquellos Slytherin cuyos padres eran mortífagos, como Umbridge y Fudge, cuyas carreras estaban en peligro… A George no le habría extrañado que el propio Voldemort descubriera lo que estaban haciendo y tratara de entrar en Hogwarts para destruir los libros.

Hogwarts lee Harry Potter IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora