Capítulo 10. Madre

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Ainhoa no volvió a dirigirle la palabra a Luz en toda la mañana. La morena, por su parte, no había intentado acercarse a ella de nuevo. Había pasado las horas encerrada en el cuarto de invitados, trabajando. Al cabo de unas cuantas horas, el artículo ya parecía estar terminado. En el texto, la chica comenzaba hablando de la calidez que parecen transmitir las películas navideñas en esta época estival, cuando en el catálogo de las mil y una plataformas solo se ven portadas de parejas vestidas de rojo y verde. Era entonces cuando decidía introducir la pregunta con la que buscaba la reacción de sus lectores: ¿cuántas de todas aquellas parejas eran sáficas? Era como si la Navidad estuviera reservada a las parejas heterosexuales, Dios, patria y familia. ¿No era un clásico tópico el de una lesbiana o bisexual cocinera o repostera? ¿No es la Navidad la época de grandes comidas y dulces a cascoporro? Entonces, ¿por qué no explotaban también esos estereotipos? Reflexionaba entonces acerca de la representación, y cómo era posible que, a pesar de los años, las mujeres tuvieran que elegir Rosas Rojas una vez tras otra cuando quisieran ver una comedia romántica de calidad entre dos chicas, una comedia como las heteros. Si bien era cierto que la situación había mejorado en la última década (y eso lo certificaban los ránkings y los informes que había consultado para su investigación), nunca parecía ser suficiente. Era como si las chicas estuvieran todavía relegadas a un plano secundario.

Tras poner punto y final, se dispuso a leer el texto para corregir todos los detalles que se le pudieran haber escapado. Si algo le obsesionaba, era la perfección, especialmente cuando tenía presión sobre ella. Los artículos de Paula Albalad eran de los mejores de ¡Acción!, y no podía dejar que eso cambiara. Era consciente de que había trasladado esa presión laboral al plano personal, pero por ahora era capaz de sobrellevarlo bien.

Después de revisarlo un par de veces, envió el documento por correo a su jefe.

Para: julianfuentesp@revistaaccion.es

De: paulaalbalad@revistaaccion.es

Asunto: artículo de opinión 14/12

Hola Julián,

Aquí te paso el artículo. Le echas un ojo y me dices qué tal lo ves!

Un abrazo,

Luz Lasierra

No es que tuviera una relación demasiado formal con su superior. Aunque estuviera por encima de ella, el encargado de ¡Acción! siempre intentaba crear un clima cómodo en el trabajo, lo cual no implicaba que de vez en cuando no tuviera que sacar su faceta de jefe. No obstante, era obvio que tenía preferencia por Luz. Ella era consciente de que al principio la había contratado por puro morbo: una periodista desmemoriada sin empleo con unos artículos de calidad podría vender mucho. La revista de Julián fue una de las primeras a las que envió currículum. Una vez comprobó su experiencia, la citó a una entrevista de trabajo.

—Verás, Luz —dijo entonces—, no te voy a engañar. Aquí tengo una plantilla de periodistas excelentes, pero esta no es una revista al uso. Mira, para que me entiendas, ¿cómo trabajabas en tu anterior puesto?

Luz recordaba cómo se había quedado petrificada. Natalia le había asegurado que la pérdida de memoria no tenía por qué salir a colación, pero que si lo hacía ella podía mentir. Era un clásico ese de vender en una entrevista una versión de ti mismo que no se correspondía con la realidad.

Se revolvió incómoda en el asiento.

—Bueno, pues... como siempre, supongo. Una jornada de trabajo normal en la oficina.

—Ahí es una de las partes en las que diferimos, querida —comentó, acomodándose en la silla—. Tendrás horario flexible. Eliges las horas que trabajas y desde dónde lo haces. Puedes hacerlo desde aquí o puedes hacerlo desde otro lado. Eso sí, tenemos reuniones semanales, y ahí tendrás que aparecer sí o sí.

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