Mustang blanco

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En los suburbios de verano, entre calles silentes,

Un amorío brotó bajo el sol ardiente.

Él, un alma perdida en la bruma del pasado,

Ella, una luz fugaz en su camino cansado.

Bajo las sombras de árboles viejos y altos,

Se encontraban secretos, como sus besos salados.

Entre risas y suspiros, tejieron su romance,

Pero sabían que el tiempo sería su lance.

Las noches de estío eran su refugio encantado,

Donde los sueños se mezclaban con el susurro del viento.

Pero el destino jugó su cruel partida,

Y el amor de verano se desvaneció en la despedida.

Ahora, en la quietud de los días que pasan,

El protagonista se sumerge en la nostalgia que abrasa.

Recuerdos fugaces, como estrellas en la noche,

Iluminan su mente, pero se desvanecen en derroche.

El amorío de verano queda grabado en la memoria,

Un capítulo efímero, una historia de gloria.

Y aunque el tiempo los separó con su aliento frío,

El recuerdo del amor perdura como un extraño y dulce desafío

En la vastedad del atardecer dorado.


Bajo un cielo de azul profundo y deslumbrante,

Cabalgaba un Mustang blanco, majestuoso,

Símbolo de libertad en su galope constante.

Sus crines ondeaban al viento como susurros,

Mientras cruzaba la pradera, tierra de ensueño.

Un eco lejano de melodías nostálgicas,

Acompañaba su paso, como un suave empeño.

Este Mustang de blanco pelaje y alma salvaje,

Era más que un simple corcel de la llanura,

Era un símbolo de sueños y de anhelos,

En su mirada ardía la llama de la aventura.

Cada golpe de cascos sobre la tierra rugosa,

Resonaba como un poema de amor eterno,

Mientras el sol se ocultaba tras el horizonte,

El Mustang seguía su rumbo, sin ser eterno.

Porque en la noche, cuando las estrellas brillaban,

El Mustang se perdía en la penumbra sin fin,

Una sombra en la oscuridad, una historia sin contar,

Un misterio que se desvanece con el primer clarín.

Así, en la leyenda de la pradera infinita,

El Mustang blanco de Lana del Rey cabalgó,

Dejando tras de sí un rastro de magia y nostalgia,

En el corazón de quien lo vio y amó.


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