Verano Sereno

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Supongo que me tomé muy en serio el no sentir cuando mi primer amor se desvaneció. Lo que alguna vez fue un torbellino de emociones, con el tiempo, se convirtió en un eco distante. Ese primer amor, que parecía tan eterno, dejó en mí una huella que creí imborrable. Pero con cada día que pasó, algo dentro de mí cambió.

Ahora, el amor romántico es algo que ya no siento de la misma manera. Es como si hubiera cerrado una puerta y arrojado la llave al océano. No es tristeza lo que me acompaña, sino una extraña calma. Vivo al límite, saboreando cada instante, bailando al compás de mi canción favorita sin pensar en lo que fue o lo que pudo haber sido.

Cada vez que recuerdo ese amor de verano que una vez tuve, ya no duele como antes. Lo que antes me destrozaba, ahora es simplemente una parte de mi historia, una que aprendí a aceptar. Aprendí a vivir sin aferrarme a lo que ya no está, y en ese proceso, descubrí una libertad que nunca supe que necesitaba.

No fue fácil, pero aprendí, viví, y dejé atrás ese desamor. De eso se trata. La vida sigue, y yo también lo hago, con una sonrisa en los labios y una chispa de desafío en la mirada. Lo que alguna vez fue un dolor profundo, ahora es solo un recuerdo lejano, parte de un pasado que me enseñó más de lo que jamás imaginé.

Ahora pienso que el amor solo llega, fluye como el viento entre las hojas de los árboles. Ya no lo quiero buscar en lugares equivocados, ni apresurarme a encontrarlo en rostros que no me corresponden. He aprendido a dejar que las cosas sigan su curso, sin la urgencia de antes.

En lugar de buscar, he decidido atraer. Vivo mi vida con la certeza de que lo que es para mí llegará en su momento. Siempre joven y hermoso, como lo canta Lana Del Rey, me muevo al ritmo de mi propia música, sin prisa y sin pausas, sabiendo que el amor verdadero no necesita ser perseguido, solo vivido.

Vivo al límite, consciente de que la vida se trata de experimentar, de sentir intensamente sin miedo a lo que pueda venir. He dejado de lado las expectativas y las búsquedas desesperadas, porque he entendido que todo llega cuando tiene que llegar. Lo que antes parecía inalcanzable ahora se presenta ante mí con naturalidad, y lo acepto con los brazos abiertos, listo para vivirlo en su totalidad.

Y así, al borde de lo desconocido, sigo adelante, con el corazón abierto y una sonrisa tranquila. Porque al final, se trata de vivir, de sentir, y de dejar que las cosas fluyan.

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