trazando caminos de verano

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Empacando sus cosas para el verano,
acostado en su cama, se siente en vano.
Una pena, no llamó cuando tuvo el número,
pero le gustas tanto, es un profundo encantamiento.

En su mente, recuerdos de encuentros fugaces,
anhelando tu presencia en lugares espaciosos.
El corazón lamenta no haber tomado la iniciativa,
pero el deseo por ti, en su alma, vive.

El verano llega, y él se prepara para partir,
con la esperanza de que algún día puedan reír.
Empacando sus sueños y anhelos en su equipaje,
anhelando el día en que se crucen de nuevo en el paisaje.
Deslizándose en su traje de filtro suaves,
todos advertían que era un camino de naufragio.
Pero él, incapaz de detener aquel sentimiento,
se aferró a la esperanza como a un antiguo juramento.

El día en que tu carta fue lanzada al viento,
quedó atrapado en sus sueños, en un lento tormento.
Intentaba olvidarte, borrarte del pensamiento,
pero tu recuerdo era su eterno lamento.

Entre las sombras de la noche y los susurros del día,
se debatía entre lo que sentía y lo que debía.
Cada palabra tuya resonaba como un eco,
y en su corazón, tu presencia era un nexo.

Así, en el vaivén de sus propias contradicciones,
seguía adelante, entre sueños y visiones.
Deslizándose en su traje, buscaba redención,
pero tu recuerdo persistía, en su eterna canción.

Bajo el sol del verano, camina con esperanza,
buscando en cada rincón la oportunidad de una danza.
Entre maletas y recuerdos, guarda en su pecho,
la ilusión de un encuentro, un nuevo trecho.

En cada brisa, percibe tu dulce fragancia,
como un susurro que lo guía con elegancia.
Sabe que el destino puede sorprender con su arte,
uniendo dos almas con un solo compás de parte.

Así avanza, con pasos llenos de fe,
sabedor de que el amor lo lleva al alba que ve.
Empacando sueños en su viaje infinito,
anhelando encontrarte, su más preciado mito.

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