PARADISE

Melancolía

En la vastedad del vacío, mi corazón yace, 
Sin importar, sin sorpresa, en soledad persiste. 
Amigo de la sombra, en la penumbra corro, 
Con la luz en mis ojos, en un mundo moribundo.

A través de los días, en el eco del silencio, 
Mis pasos se desvanecen, sin rumbo ni credenciales. 
En la danza de la nostalgia, mi alma se sumerge, 
En la melodía de la tristeza, mi ser se sumerge.

Caminante solitario, en el reino de la desdicha, 
Con cada suspiro, una historia sin dicha. 
En el lienzo del olvido, mi existencia se despliega, 
Una poesía melancólica, donde el dolor se congrega.

En el oscuro teatro de la vida, 
donde las almas puras a menudo sufren, 
los ángeles, testigos de la maldad, 
tocan las cuerdas del mundo cruel.

Pero en medio de esta sinfonía sombría, 
en el lienzo de la existencia, 
persiste el alma noble, 
tejiendo su destino con gracia y persistencia.

Como una obra maestra en constante creación, 
la vida se convierte en un arte sublime, 
donde el brillo del corazón ilumina la oscuridad, 
y el amor, en su pureza, abraza a la humanidad.

A través de las vicisitudes y los desafíos, 
seguimos adelante con valentía y fe, 
aprendiendo de cada experiencia, 
forjando nuestra esencia en la fragua del ser.

Que en este viaje de luces y sombras, 
nuestro espíritu continúe brillando, 
nuestra luz sea guía para otros, 
y nuestro amor, una fuente de sanación y paz.

En los senderos del tiempo, la vida es un poema, 
con versos que narran la lucha y el dilema. 
Entre las líneas de la esperanza y el deseo, 
caminamos con paso firme, en busca del anhelo.

Bajo el manto estrellado del cielo nocturno, 
nuestros sueños florecen, en un eterno retorno. 
Con cada amanecer, una nueva página se escribe, 
con la pluma del destino, nuestros destinos se entrelazan.

Así, en esta danza efímera de luz y sombra, 
nos convertimos en poetas de nuestra propia obra. 
Con cada palabra susurrada al viento, 
forjamos un legado de amor y aliento.

Que en la melodía eterna del universo, 
nuestros corazones sigan latiendo, 
como notas perdurables en la sinfonía del tiempo, 
tejiendo un tapiz de eterna belleza y encanto.