summertime

1 1 0
                                    

El verano se extiende como un sueño brillante,
con cielos teñidos de un azul profundo y sereno.
La tarde susurra canciones de libertad,
y tus pasos resuenan en el asfalto caliente,
como si el mundo entero se hubiera detenido
para contemplar tu danza en la brisa suave.

Los días se alargan, dorados, infinitos,
y la luz juega en tu piel como si supiera
que este momento es un refugio eterno,
un rincón cálido donde nada duele.

El viento acaricia tu cabello,
desordenándolo en pequeños giros,
mientras tus ojos, llenos de verano,
se pierden en el horizonte anaranjado.
Es un verano sin final a la vista,
una tristeza que no es tristeza,
sino la dulzura de saber
que cada día bajo este cielo es un regalo.

Las olas rompen suavemente en la orilla,
llevando consigo susurros del mar profundo,
pero esta vez no hay melancolía en el aire,
solo una calma que envuelve cada rincón,
como si el verano hubiera decidido quedarse,
acompañándonos en este momento perfecto.

El calor abraza tus hombros,
y en el aire flota un aroma a flores y sal,
como un recordatorio de lo vivo que es todo.
Bailas con la certeza de que el verano
te pertenece por ahora, sin promesas ni temores,
solo el aquí, el ahora, y la luz interminable.

Las estrellas empiezan a aparecer
cuando el sol se retira lentamente,
y aunque la noche se asoma tímida,
no hay prisa, no hay sombras que temer.
Este verano es un eco suave de alegría,
una pausa en el tiempo que se guarda
en el latido tranquilo de tu pecho.

El verano canta una melodía suave,
y tú, con los brazos abiertos al viento,
respondes con una sonrisa,
sabiendo que aunque todo cambia,
en este instante, todo es perfecto.
Es la tristeza del verano, sí,
pero una tristeza que no hiere,
una sensación dulce que acaricia el alma
como una brisa tibia en la noche.

PARADISEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora