9. Nuevo nivel: toxicidad

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Luna

Me fijé una vez más la hora y suspiré.

—Ya van a venir, hija, tranquila— habló mamá, vertiendo el agua caliente en el termo.

—Yo no entiendo cómo estás tan serena con ese hijo de puta— dije, sacándome la mano de la boca para dejarme las uñas quietas.

—Estoy serena porque a tu papá no le conviene que me agarre la locura— explicó, mirándome de reojo para hacer eso, tranquilizarme.—. El día que Elena se quiera venir a vivir con nosotras, ahí lo vamos a ver— reconoció, dejándome tomar el primer mate de la tarde.

Tragué en seco y traté de hacerle caso.

Nos volvió a pasar lo mismo, papá nos canceló la visita con Elena porque "le surgió un problema"; ese problema constó en que tuvo que acompañar a la novia a un cumpleaños, como si mi hermana tuviera algo que ver. Estuve del orto toda la semana, apenas hablaba con mis amigos y con Santino, a papá no le contesté nunca más.

Estaba cansada.

La falta de ánimos para todo me tuvo encerrada en mi casa, ni a las competencias iba. Sólo falté a dos, la del Saavedra y la del Rivadavia, y mucho se ve que no me perdí, porque Mateo sólo compitió en el Rivadavia y, por supuesto, la ganó.

¿Por qué mierda pienso en él con la situación que tengo que resolver?

—¿Qué onda con este chico que dijiste que estabas conociendo?— preguntó, haciendo que casi pierda el control de mi boca y me vuelque todo el mate en la ropa. Mamá rió.

—Bien..., qué se yo— alcé los hombros, chequeando no haberme tirado nada encima.—. No me vas a juzgar si te cuento esto, ¿no?— dije, consiguiendo que a ella se le prendan las chispas del chisme.

—Dios lo hará, yo sólo escucho— contestó, acomodándose sobre la mesada y con el mate ya cebado.

—Hay otro aparte de ese chico— aclaré.

Mamá frunció el ceño, algo confundida.

—¿Y vos te enojabas de tu papá...?

—No, esto es distinto— interrumpí, dándome por aludida por ese comentario.—. Pero si ya empezás tratándome de infiel, no te voy a contar una mierda— advertí.

—Está bien, te escucho, fiel— bromeó, para luego hacer resonar la bombilla.

—El otro también es rapero, y también lo conocí en una batallita— relaté, mamá asintió a cada palabra para que continúe.—. La primera...

—Perdón, pero ¿no me podés decir sus nombres por lo menos? Mucho raperito y raperito, y yo no entiendo quién es quién— se quejó, volviéndome a interrumpir.

Acá voy.

—El que te dije el otro día es Santino, y el de ahora es Mateo.

Pude haber mentido tranquilamente, sí, pero no me iba a servir de nada. Tampoco me costaba mucho decirle la verdad.

—El grupito de Santino y el grupito de Mateo no se llevan muy bien que digamos, y ellos menos que menos, pero no sé... es raro lo que está pasando— repetí, confundiéndola muchísimo más a mamá. No es igual de fácil que hablarle a mi mejor amiga; por más que ambas sean mujeres, era muy difícil que las dos me entiendan por igual.—. Porque Guagu y yo nos llevamos bien con los dos grupos, pero a Santino le molesta que me junte o tenga el mínimo contacto con Mateo y viceversa... A mí me caen bien los dos...

—¿Te caen bien?— volvió a fruncir el ceño.

Yo la miré, culpable.

—¿A qué querés llegar, Luni?

crew; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora