28. Cinco para el peso

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Luna

"Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".

Eso fue lo que justamente pensé cuando Juan Cruz intentó tirarme la boca, pero yo terminé rechazándosela. Todo en una misma noche.

Sí, fui una pelotuda en todo momento; nunca me había pasado esto de recibir declaraciones de alguien por quien no sentía lo mismo, y eso fue justo lo que me pasó con Juan Cruz. Estaba muy, por no decir demasiado tranquila sabiendo que mañana lo volvía a ver, después de casi una semana de haberlo rechazado de esa forma.

¿Y quién fue la primera en saberlo? Guadalupe. Ella se había tomado la molestia de pedirse un Uber hasta casa para que le cuente todo en primera persona, con detalles de lugar, posiciones y hasta mismas palabras. Le pedí explícitamente que no le cuente nada a Valentín, ya que él era capaz de contárselo a Mateo, quien sería capaz de sacarse un pasaje a Argentina en el primer vuelo que aparezca para cagarlo a trompadas a Juan Cruz.

Sólo Dios sabrá cuándo fue la última semana de paz que tuve en mi vida. 

Pero todos esos problemas los podía obviar con tranquilidad, me encontraba bastante bien a pesar de no hablar hace días con Mateo, ni saber nada de su vida. Sólo me enteraba por historias de él, o mensajes que de vez en cuando mandaban al grupo. Tampoco estaba enterada de su vida musical, ni de su encuentro con Bizarrap, ni su reciente clasificatoria a la nacional de Red Bull.

Tantas cosas pasaron en una semana, que era imposible concentrarme en una sola.

Es por eso que el único momento en el que encontré tener los pies sobre la tierra, es juntándome con mis amigos. Esta vez, cambiamos la locación. Ya no era en la casa de Valentín como siempre, sino que ahora vinimos a la casa de Guadalupe, aprovechando que sus papás no estaban en su casa.

—Anuncio importantísimo— habló Guadalupe, alzando los brazos para que le prestemos atención. Y es que los cinco estábamos compartiendo una birra mientras esperábamos el estreno de la session de Mateo.

—Ojo, se viene el anuncio— advirtió bromista Valentín, también extendiendo su brazo para abrazarla por los hombros.

Seguro que él ya lo sabía mucho antes que yo. Pero ¿quién era yo para juzgarla? Los pitos pueden llegar a hacer cosas impensadas.

—Ponganle forro a mi cumple porque se re viene— festejó mi mejor amiga.

Y nos obligó a todos a aplaudir, como si se tratara del descubrimiento de la cura al cáncer.

La edad mental de Guadalupe se iba a quedar eternamente en los quince, siendo que en menos de dos semanas cumple sus ansiados diecinueve.

Haciendo un paréntesis bastante grande, no conocía a una persona que le guste más su cumpleaños que ella. Siempre se tomó semanas de preparación para que sea un festejo más bueno que el otro; el año pasado, con sus dieciocho, logró conseguir el contacto de una tal Mayra para que le prestara una quinta, la cual usó toda la noche. Jamás me voy a olvidar ese cumpleaños, fue el mejor lugar que consiguió en años de festejar el cumpleaños juntas.

—¿Tenés pensado hacer algo?— consultó Joaquín, pasándome la botella de vidrio para que tomara.

—Obvio, lo vengo pensando desde que arrancó junio— argumentó ella, ajustándose la colita que llevaba atada al pelo.—. A ver, tengo pensado de todo, pero nada más me falta el lugar.

—Quiere hacer tipo joda, como hicieron la flaqui y Mateo...

—Valentín, dejame hablar a mí. No les spoilees el plan— se quejó Guadalupe, interrumpiéndolo al ojiazul con enojo.

crew; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora