crew; trueno.

17. Débil como kryptonita

Mateo

Traté de prestar atención a la película que estaba viendo con mi hermano, pero se me cerraban los ojos del cansancio que llevaba encima. Mi concentración era imposible de retener.

Volver a tener otra semana de mierda no estaba en mis planes, pero después de ver esa foto de Luna, todos los días consiguientes decayeron en un mil. No había nada más de falluta y falsa como decirme que me extrañaba y al otro día aparecer con el pibe que yo le había dicho que no me gustaba.

Es decir, yo no era nada de ella, y lo sabía, pero ella tampoco era nada mío y, sin embargo, le había hecho caso cuando me dijo que la deje de seguir a Renata.

¿Cómo era esto? Si yo hacía algo parecido, era un hijo de puta, pero si ella lo hacía, tenía que entenderla porque Guayma era su amigo y, supuestamente, nunca pasaría nada.

¿Estábamos todos locos?

Intentaba poner mi mejor cara, pero la película no ayudaba en nada. Era una mierda.

Como tenía el celular silenciado, me digné a ver qué notificaciones tenía colgadas y sin contestar. Fue lo peor que pude haber hecho.

[06/05 19:36] luni acv: mi amor
[06/05 19:36] luni acv: hablame
[06/05 19:36] luni acv: t extraño
[06/05 19:37] luni acv: desenojate

No pensaba hacerle caso, ni caer tan fácil con simples palabras. Ella sabía que era mi debilidad, pero no por eso iba a mostrarme tan débil cayendo a sus pies.

Decidí apagar la pantalla después de fijarme si había algo más importante, y sentí un gran alivio al ver que la película de mierda ya había terminado. Le había prestado tan poca atención, que tampoco me acordaba cuál era el nombre de la misma. Sólo la había ojeado para hacerme el hermano responsable hasta que vuelva mi viejo.

—¿Me llevás a lo de Gonza? Me invitó a la casa— pidió Emilio, apagando la televisión luego de echarse un gran bostezo.

Yo lo miré con mi ceño fruncido.

—¿Quién carajo es Gonza?

—El del colegio, Mateo— recordó, contestando mi pregunta.— Es el que vive cerca del parque...

—No, no me rompas las pelotas— negué, interrumpiéndolo y parándome del sillón.

—Pero queda acá nomás, loco, no te cuesta nada— se quejó, siguiéndome por detrás. Yo ya estaba adentrándome a la cocina para ver qué podía robar para comer.

—Decile a Pedro que te lleve cuando vuelva— propuse, abriendo la heladera de par en par.

Siempre pasaba lo mismo, o no había nada, o lo que había no me gustaba. 

En este caso, ganaba la primera opción.

—Bue, estás re ortiva— murmuró, y en cuanto él percibió que su comentario me lo tomé para mal por cómo lo miré, fue inconsciente que se fue corriendo de la cocina.

No iba a volver a repetirle que no me rompa las pelotas, hoy mi paciencia no daba para más.

Hoy, ayer, pasado... hace casi una semana que mi humor de mierda viene siendo el mismo todos los días.

Había pasado por muchas emociones con chicas diferentes, pero jamás sentí un bajón tan intenso cuando me distanciaba de una. Para peor, ese bajón no era de tristeza, sino que era un bajón más de enojo, de saber que si ella no se mandaba esa cagada, todo estaría excelente.

Ya de por sí no me encontraba bien energéticamente tras haber perdido en la primera jornada, y eso Luna lo sabía. Pareciera que realmente le importó un bledo mi estado de ánimo.