10. Sin cuernos no hay paraíso

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Luna

Salí afuera a fumarme un mínimo porro con Valentín, y aunque sus flores no sean del todo pegadas, sí me llegaban a calmar un poco. Entre tanto quilombo en mi vida, mi cabeza no funcionaba para más.

Y es que no podía parar de pensar en la rubia sentada en las piernas de Santino.

Al volver, evité ponerme la remera de Joaquín ya que yo había traído la mía para dormir más cómoda, y no me fui a dormir sin antes pasar por el baño a lavarme la cara; no tenía ni la posibilidad de retractarme e ir a la habitación de Valentín a dormir. Ya estaban los tres ocupando la cama y de lejos se escuchaba cómo hablaban pelotudeces.

Responder pedidos de manera impulsiva era catastrófico, odio ser así y ahora tener que pagar las consecuencias.

Me fui a recostar sobre el sillón apenas vi que Mateo no estaba cerca y todo mi cuerpo se aflojó con cansancio, no hice nada en todo el día y, sin embargo, estaba agotada. Agarré el celular para avisarle a mamá que mañana iba a una competencia, pero que antes iba a pasar por casa así estaba un rato con Elena.

Esos cortos momentos de soledad se esfumaron en cuanto sentí una pequeña caricia por mi espalda y, después, el sillón hundirse al lado mío.

Apareció él.

—Me hablaron los de la organización por Parker— informó y yo despegué los ojos de la pantalla.—. Ah, ¿viste cómo me prestás atención cuando te lo nombro?— se quejó, entrecerrando los ojos con enojo y acomodando mejor su espalda contra el apoyabrazos.

Un enojo muy mentiroso.

—Sos gil, ¿eh?— también me quejé.— ¿Qué te dijeron?

—Nah, que no podía competir hasta no tener el playoff hecho, sino voy a sumar más puntos y ya no cuenta para hacerle el versus a Tuqu— confesó, volviéndome a mirar a los ojos.

—¿Y vas a ir igual?

—Obvio, lo quiero poner nerviosito a Santino— aclaró entre risas, yo puse mis ojos en blanco y me concentré otra vez en el celular.—. Pero si vos no vas a estar cómoda estando él presente, no vayas, Luni— insistió.

Es lo más coherente que escuché salir de su boca, era glorioso.

—No, no es eso— negué, apagando la pantalla para mirarlo nuevamente a Mateo.—. No lo vas a entender, Mateo, menos si andás todo el tiempo jodiéndome con que estoy con él— murmuré, apoyando mi cabeza sobre mis brazos para descansar.

crew; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora