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— Esto es...

Miraba y no podía creer que todo esto estuviera aún vivo.

— No pude destruirlo, bloquee todo y deje que el agua hiciera su trabajo conteniendo el fuego, logrando así salvarlo.

— Este lugar siempre fue especial para ti, por él llegaste a nuestra vida — el rosado lo miró — el día que te vimos, traías contigo una flor de cerezo — caminando hasta el árbol — convenciste a Jin de ir por él...

— Jin — susurro.

— Ya que es el último que queda.

— Jin, es el otro humano que está contigo, no es así, recuerdo su risa, pero su rostro se vuelve confuso por momentos.

— Sí, el alto que parece que llorara cada vez que te ve — risueño — este lugar era suyo, él se dio el tiempo de plantar y cuidar cada árbol que ves, hasta que tú y Jungkook llegaron a ayudarle — Yoongi noto como a cada una de sus palabras el rostro de Jimin se vuelve más suave, mientras su linda sonrisa se volvía más grande, signo de que las voces se apagaban — te extraño, Jiminie.

Giró rápido y notó los ojos tristes del mayor, ese sentir nostálgico, con un toque de añoranza, por el amor que tenía a un paso, pero que no podía tomar.

— Yo... — dio un paso para llegar más cerca de a quien su corazón pedía — yo también te extraño, no entiendo bien como, solo sé que algo aquí — tocando su pecho — pide por ti.

Se deslizó suave hasta llegar a su lado y dejando su plan inicial atrás, tomó su pequeña cintura y lo apegó a su cálido cuerpo, el escalofrío fue en los dos, cada vello se erizó por el simple hecho de estar juntos.

— Yoonie.

— No imaginas cuánto quería oír ese apodo otra vez — susurró casi sobre los labios del rosado, mismo que no podía quitar sus ojos de los finos labios del mayor.

Lento deslizó sus manos por el pecho hasta llegar al cuello donde se aferró, teniendo al fin eso que los dos querían, que Jimin quería, un beso, no un roce o algo ligero si no, un beso de amor, uno donde sus lenguas fueron las protagonistas de esa babosa historia, mezclando así los sentimientos de ambos, ese lindo amor que aún a pesar de todo seguía vivo.

Pronto las manos, que hasta ese punto estuvieron quietas en la cintura, comenzaron a moverse lentamente por las caderas hasta tocar el aún abultado trasero del menor, ese que apretó ganando su primer pase a la locura, un gemido del menor.

— Jiminie — dijo ronco cargado de deseo, llevándolo a punta de besos a la pared más cercana donde, lo empotró sin pensar en nada más, solo queriendo tener eso que siempre ha sido suyo, el corazón y cuerpo del rosado.

Ese que se dejó hacer sin reclamar, porque en el fondo, y bueno, no tan al fondo, también quería que pasara lo que fuera a pasar con el humano, aquel, en especial eso que cada ciclo de descanso su mente le mostraba, el cómo Yoongi lo hacía tocar el universo cuando lo tomaba.

Dejó sus labios y bajó por su cuello, dejando besos y algunas sutiles mordidas, mientras sus manos buscaban llegar a destino entre las telas que eran la túnica del menor.

— ¡Ah! — se separó y tocó su clavícula— no me muerdas — puchereo, mismo puchero que Yoongi beso, cuando al fin sus manos sintieron la tersa piel de los muslos ajenos, la erección que ya tenía apresada punzo, más fuerte, lo deseaba claro que sí, eran meses según él desde la última vez que estuvo así con el rosado, que ahora ni así se armara una guerra, alguien le quitará el gusto de tomarlo.

Por su parte el rosado se entregó, por primera vez tanto las voces de sus ancestros y la propia se apagaron, siendo el deseo el encargado de guiar sus acciones, decisión poco sabía si me lo permiten.

Subió lento hasta que al fin se vio con el miembro ajeno en sus manos, por cosas de costumbre, el menor no usaba ropa interior, algo que Yoongi agradeció.

— Yo-Yoonie — asustado, lo que sentía era nuevo para él, a pesar de ya haberlo vivido.

— Solo quiero ayudarte — suave, tierno, dejando un besito en sus labios antes de que con la sonrisa más pícara, bajar lento hasta perderse entre las telas.

— Que-que haces, no, eso no sé... — mordió su labio — ah! — abrió sus ojos a tope y se agarró con todo al fino cabello del mayor, que aguantó valiente el jalón, mientras deslizaba ese dulce trozo en boca, tan suave y rosado como lo recordaba — eso... — su cabeza se fue hacia atrás y lento, cerró los ojos disfrutando, de su primera mamada siendo madre.

Caminaba por los pasillos con su siempre cara de culo, buscando al grupo de humanos, siendo obvio Jungkook su principal objetivo, paso por el comedor y la sala de descanso, pero no había señas de ellos, llegó a las celdas de descanso y sin tocar siquiera entro.

Encontró a Jin leyendo algo que le dijeron, se llamaba libro, a Nam dormido, Yoongi al parecer estaba en algún otro lugar y Kook tampoco estaba, llegó hasta el gimnasio que el menor había pedido, encontrando allí, concentrado en mover esa barra que al aparecer pesaba.

— Ni así trates lograrás ser más fuerte, basura— soltó la barra y miró al rubio, de forma molesta.

— ¿No tienes a quién más joder? — volviendo a tomar la barra.

— Te duele que te diga, la verdad no es así — notaba los brazos del menor y cómo aquellas gotas de sudor bajaban por su pecho y abdomen.

— Más, me duele tener que verte — de dos zancadas llegó a su lado y con una mano le quitó la pesada barra, dejando en claro que eso para él no era nada — ¿Qué mierda quieres, cuál es el gusto por venir a joderme la existencia? — mirándolo con odio.

— Cuando este circo acabe, serás el primero que le pondré un disparo en la cabeza — Jungkook sonrió con burla.

— Cuando esta mierda acabe, tú y todos tus idiotas amigos, saldrán corriendo con una linda patada en el culo, cortesía mía — Félix pasó saliva — no te tengo miedo payaso, así que guárdate tus amenazas porque conmigo no funcionan.

Pasó de él, y salió tomando su camiseta para ponerla, Félix, giró notando la amplia espalda del joven humano.

— Ya veremos quien gana.

Se miraba en el espejo, y no sé convivencia, quería un cambio, pero no sabía bien qué cosa cambiar, si su rostro o su cabello o su forma de vestir, solo sabía que algo quería cambiar.

— No te queda.

— ¡Tae! — asustado — ¿qué haces aquí?

— Esa ropa no te queda, te ves más ancho de lo que realmente eres, Prem.

— Por-por qué dices eso, yo solo estaba...

— ¿A quién quieres impresionar?

— ¡A nadie! — ofendido — porque yo querría impresionar a alguien— se giró y comenzó a guardar las telas y cosas que había pedido para su cambio.

— Mmm — pensó — no creo que sea por lo que Jin dijo, en el almuerzo o sí — y le bastó solo ver las rojas mejillas de su amigo para saber que había acertado — ¿es por él?

— ¡No!

—Si lo es, mira cómo te pusiste, Prem — juguetón, para Tae era graciosa la reacción del naranjo — te gusta?

— Como molestas Tae, no, es solo que me gustaría cambiar un poco, no sé, verme diferente — el azulado lo miro bien, Prem era lindo, alto, pero de facciones y curvas lindas— aunque crees que si cambio un poco, él... — nervioso.

— Primero, ¿si vas a hacer cambios que sean por ti, no por alguien más, entendido? — asintió — segundo, iremos con Rk, si alguien en esta nave sabe de cambios es él.

— Está bien — salieron de la celda de Prem, los dos sonrientes, sin notar la mirada algo melancólica de Boun, quien estaba conociendo lo que el amor humano podía doler, cuando no era correspondido.

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.My New Home.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora