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El cielo estaba ya en su punto más negro, el oxígeno en el nivel más bajo, los Praud y Drones sobrevolaban la tierra sin dejar punto ciego, los sensores mostraban actividad mínima de vida sobre el planeta, en solo tres meses, Jimin había logrado su misión.

— Comiencen con la limpieza, hay que tomar nuestro nuevo hogar — los vítores no se hicieron esperar, después de tantos eones al fin podían llamar a este planeta su lugar.

— ¡Sí, Madre!

El rosado se permitió medio sonreír, ver a sus hijos, felices, lo hacía de alguna forma feliz a él, aunque siempre estaba dentro ese deje pena, ese algo que faltaba y que solo conseguía cuando estaba en su etapa de descanso.

Soñar con Suga.

Pronto los Praud se detuvieron, y el sonido propio de nuevas órdenes reinó por la superficie, órdenes que ahora eran limpiar, quitar lo que fue de la antigua vida humana para que Bloend pudiera moldear el planeta a su gusto.

Remodelar el planeta.

Cuando les dio el permiso de salir y buscar su propio lugar en el mundo, todos sintieron al fin que todo el esfuerzo y la lucha habían valido la pena, el mundo se llenó de color, ya que cada hijo de Bloend portaba un color distintivo, siendo solo similar pero no igual.

— Hazlo — dijo suave a quien ya tenía aquel control en su mano, asintió y presionó, y lo que fuera un cielo oscuro y triste, poco a poco se volvía un cielo azul.

La idea era acabar con la vida existente, en la tierra, al ya no estar los humanos, no necesitaban tener todo tan gris.

— Listo, madre, en poco tiempo el cielo volverá a ser tan azul como cuando este planeta se creó.

— Bien, supongo, ahora debemos buscar dónde instalar un nuevo imperio. No es así.

— Yo creo que tengo el lugar perfecto, madre — hablo un pequeño reparador, mismo que guio a los demás hasta aquel lugar que él supuso descubrió por mero incidente, y eso era la vieja guardia, más específico — fue algo importante para ellos, quizás pueda serlo para nosotros, un símbolo del poder de Bloend.

Jimin miró el espacio, sabía de sobra el tesoro que había oculto bajo esos escombros que él se negaba a quitar, el invernadero era su lugar especial.

—No sé si le parezca...

— Me parece, hay que dejarlo limpio para que las máquinas puedan construir — el reparador sonrió, había pocas cosas que el ser frente a él toleraba, aunque debía admitir que con el paso del tiempo Jimin se había vuelto más amable.

—¡Sí, de eso yo me encargo! — con emoción, esa que pudo traspasar la fría coraza que Jimin tenía, haciéndolo sonreír.

Cuando Boun despertó, notó cómo los otros dos también lo habían hecho, todos con ese sentir en el pecho y esa punzada en la cabeza, las órdenes eran para todos los hijos de Bloend, estuvieran bajo su mando o no.

— Comenzaron — dijo al aire, sabiendo bien que Prem y Tae lo oían.

— Tal vez es la oportunidad que buscamos.

— Hay que decirle a Suga, es ahora o nunca — los tres asintieron y, sin hacer mucho ruido, se levantaron, para ir donde la cabeza de la civilización estaba.

Sabían bien dónde buscar, todos sabían dónde su líder iba a buscar paz, a pesar del peligro que significaba, y eso era en el mirador del búnker.

— Suga, podemos hablar.

—¿Qué ocurre, Boun? — El rubio entró seguido de los otros dos, mismos que notaban la pena en sus ojos, el cómo extrañar a alguien amado podía volver a tu corazón una fría roca.

— Algo pasa en la superficie —levantó la vista para verlos — comenzaron con la limpieza del planeta.

— ¿Limpieza?

— Bloend bajará de la nave madre, para tomar el planeta.

— Demonios — masculló — nos encontrarán, ¿no es así?

— Puede que sí, puede que no — gris para ver a Tae quien ya caminaba para quedar a su lado — para este punto las órdenes de los Praud han cambiado, ya no destruyen, solo limpian... — Suga bajó un poco la cabeza tratando de adivinar lo que el azulado quería decirle.

— O sea que ya no son una amenaza como tal — asintió.

— Pueden lastimar, solo si desde la nave madre les dan la orden.

— Si Jimin comenzó con la repoblación del planeta, es porque no a su juicio ya no quedan más de ustedes, o alguna vida de la que preocuparse — el rubio caminó hasta quedar del otro lado del humano — si queremos llegar a él, esta es la oportunidad — y los ojitos de Yoongi tomaron ese brillo.

— Hacerlo recordar.

— Que te recuerde, que recuerde lo que fue para ti y lo que es la humanidad para él— dijo Prem quedando frente al humano.

— ¿Cómo?

Los tres sonrieron, claro que tenían un plan, descabellado, algo loco, pero era un plan, era algo.

— ¡Me ofrezco para ir!

— Jungkook, esto no es un juego; si bien el riesgo no es tanto, no deja de ser peligroso.

— Lo sé, pero si eso hace que él regrese, quiero intentar — es que no había forma en que el menor entendiera, que el corazón de Jimin le pertenecía a Suga, en su mente él tenía ahora tanta oportunidad como cualquiera a ser mirado por esos ojos verdes, ya que el pequeño no recordaba su romance con el líder humano — quiero ir.

— Tomen en cuenta que no podemos dejar el búnker a la deriva...

— Nam puedo quedarme, yo aquí no soy de máxima utilidad, pero afuera puedo ser un buen elemento — Suga suspiró, no le ganaría — ¿A qué le tienes miedo, Yoongi? — Es que era siempre una guerra cuando ellos estaban y de Jimin se trataba.

Empujó su mejilla interna y soltó el aire de sus pulmones.

— Prepárate — Kook sonrió, sabía dónde picar — los demás saben qué hacer si es que esto sale mal.

— Saldrá bien, estoy seguro de que cuando golpees esa puerta vendrás con tu lindo rosado de la mano y esta mierda de pesadilla terminará — Hobi se acercó y tocó el hombro de su amigo — solo, no te guardes nada, él te tiene que recordar.

Fue así, como dos días, después, Tae, Prem, Boun, Kook, Jin, Nam y Suga salían del búnker, luego de meses de encierro, siendo lo primero la luz que parecía, quemar sus ojos, al menos los de los coloridos, ya que los otros cuatro llevaban sus cascos, había luz, pero no oxígeno, al menos no al nivel que los humanos necesitaban para vivir.

— Wow, ya limpiaron el cielo.

— No solo el cielo, Prem, mira — apuntando como los edificios y escombros ya no estaban — bien con cuidado con la luz, la idea de pasar desapercibidos queda fuera, nos verán desde kilómetros así a que a estar despiertos, y lo digo por ti, Kook — bromeó Tae.

— Imbécil — masculló, que fuera la pareja de Nam no lo hacía agradable a sus ojos, porque Tae ya era ese alguien especial para Namjoon.

Nam solo negó, su chico azul era todo un caso.

— Avancemos.

El plan era simple: llegar tan cerca de Jimin como fuera posible, quitar a su guardia personal y dejar que Suga hiciera su magia, o al menos hacerlo recordar, sacar al Jimin que ellos recuerdan de la profundidad de la mente de madre, para darle, al fin, un final a esta guerra.

~Voy por ti, mi Jiminie.

Se dijo Kook en su mente, porque si de él dependía, Jimin volvería, pero no junto a Suga.

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