CAPITULO 25

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CIGARRILLOS Y MENTA

Meses

El tiempo pasaba relativamente para cada quien, mientras unos sufrían en silencio por el paso de unos cuantos segundos, otros a penas y eran conscientes del paso de los años. Y eso Roden lo sabía perfectamente, cada segundo podía ser una tortura si no sabía controlarse.

En este caso, a cada segundo debía de controlar cada uno de sus pasos y pensamientos.

Los constantes recuerdos se repetían una y otra vez en su cabeza siempre que intentaba dormir, la formación de las piezas, y aquello que debía de hacer en secreto si no quería fugas de información.

Cada uno de sus movimientos.

La central parecía completamente confundida en cuanto a la ubicación de los hermanos Kratos, sin entender cómo funcionaba su relación con el atentado en sao paulo, y su madre en el secuestro de Roden, con el tiempo, había quedado casi en el olvido para la mayoría.

Las vida de Meyer parecía mejorar, siendo refugiada por su padre en alguna isla privada, hasta el momento en el que pudiera salir del estado de shock, sin poder recodar nada cuarenta y ocho horas antes de su incidente.

Allen permanecía de vacaciones muy lejos de todo aquello que pusiera en riesgo su vida. Y las palabras de Adelat, solo habían logrado que el avanzara, teniendo a ambos hermanos más cerca de lo que ellos pudieran creer.

Todas las victimas conocidas tenían una relación con el pasado. Todas tenían relación con su primera misión luego de Pakistán. Todas formaban parte de aquello que ansiaba olvidar.

Pero el solo conocía una parte. Aquellos que habían sido el punto clave, aquellos que debían de ser eliminados por orden de la organización.

El sufrimiento que le había causado a Aleissa de manera indirecta.

2009

Hace casi siete años.

El comienzo de su carrera como agente, y después como capitán.

Tenía 19.

Y tuvo que tomar una decisión.

Hacer lo que le ordenaban

O lo que quería.

Escogió la primera opción.

Aun podía sentir la nieve caer sobre su cuerpo, el frio de rusia congelar su piel, los gritos, el color escarlata pintar la nieve demasiado blanca, a ella, con un cuerpo sobre sus rodillas, la miro suplicar por ayuda totalmente asustada a través del mirar del rifle. El color gris de sus ojos, el cabello despeinado. Roden regreso a su realidad al escuchar su teléfono sonar.

Roden –

Logre comunicarme con él, finalmente accedió, en unas horas quiere verlo –

¿Qué fue lo que dijo? –

Su secretaria dudó –¿Enserio quiere que le diga exactamente su respuesta? –

Puedes parafrasear si así lo prefieres –

Bien... mmm, estaba bastante frustrado... ¿enojado? No estaba feliz, dice que aún sigue enojado por lo que pasó hace siete años –

Creo que eso es todo lo que necesito escuchar por ahora, Emily –

Y que, solo tiene libre hoy en la tarde –

¿Dónde se supone que quiere vernos? –

Central Park, cuatro en punto –

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