CAPITULO 10

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TOMMY


El que mi cabeza terminara estampada en el pavimento no era mi mejor idea, claro que no lo era, pero en fin, es parte del juego sucio que es montar un toro. Quizá el brazo roto era el premio en todo esto, porque tenía aproximadamente cuatro meses que mi cabeza no estaba en paz.

Cuando David me escribió contándome del increíble oficial de policía que llego a la ciudad y con el cual su madre reía casi igual que cuando estaba conmigo...

Dios es que ni siquiera podía pensar en eso, ¿Cómo era que alguien más llegara? Nadie más que los turistas pesados llenos de ideas novedosas y castrantes llegaban al pueblo, ricos que soñaban con ser vaqueros y que cuando se aburrían del campo subían a sus hoteles costosos a rodar o lo que sea entre la nieve.

¿En qué momento llego este tipejo?

No quería darle el crédito de mí caída a un desconocido, pero claro que podría dárselo a la mujer que vivía sin pagar renta en mi cabeza desde que tenía 20 años, la misma que al parecer había comenzado a sonreír con alguien más.

-¿Sería muy demente de mi parte pensar que te arrojaste a la cerca a propósito?- Marco me miraba con esa risita jodona que me daba cuando de George se trataba

-No estoy tan desesperado, simplemente fui estúpido-

-Quedaste fuera del circuito por este año, así que te creeré-

-El circuito siempre seguirá ahí, además, es momento de que seas el primer lugar solo por este año-

-Eres un pendejo- me golpeo el brazo haciéndome chillar

Camine detrás de él saliendo del hospital, tuve que pasar dos días aquí esperando a que esos tornillos hicieran su magia, era un chico duro, algo así no era un problema, este no era el primer ni el ultimo hueso que me rompía así que, estaba bien, era jueves, no me perdí nada, y tampoco distraje demasiado a Marco, así que todo en orden todo...

-Tommy...-

-George...-

La verdad no estaba poniendo atención en lo que me decía, el verla aquí me había tomado por sorpresa, quería verla, tenía tantas ganas de verla, que no me di cuenta de cuanto hasta que la tuve delante

-Tommy, Tommy- dijo mientras yo la abrazaba como podía- te vas a lastimar...- susurro

-Solo déjame abrazarte, te eche de menos, mucho, mucho, mucho-

-Ese golpe en la cabeza fue fuerte ¿cierto?- me correspondió el abrazo ocultando su rostro entre mi cuello como lo hacía siempre- Me asustaste, he tenido días de mierda y luego tú te desnucas como un maldito muñeco de trapo-

-Lo siento- le susurre- pero a mi favor ahora sé que mi cabeza es más dura que mi brazo- me separe de ella sonriendo.

Salimos del hospital hablando de todo y de nada, yo solo la miraba, la miraba y la miraba, algo estaba diferente, su cabello seguía largo y hermoso, sus pecas morenas, sus pestañas, su mirada, su voz. Todo era igual, pero se sentia tan diferente.

Esa tarde descansamos en el hotel, salimos a cenar, hablamos de como seguían las cosas en casa, con mamá, con los tíos, era una rutina común, muy común, pero no me sentia bien, por la noche ella se durmió apenas David colgó el teléfono, la vi descansar, como lo hice miles de veces, y ahí lo encontré.

Ese gesto de tristeza, esa melancolía que solo vi cuando abandono su sueño de irse del pueblo, ese gesto natural que solo vi una vez... ¿Por qué? ¿Quién? O ¿Qué era lo que sucedía en su vida?

Dicen En El PuebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora