CAPITULO 28

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Georgia

El tiempo pasaba lento, tan lento que sentia que me volvía una simple hoja en el viento, estoy muy segura de que si aquellas manos no me sostuvieran seguramente estaría en el ataúd junto a quien ame como a un hermano durante toda mi vida.

Jaime, Julieta y yo crecimos juntos, y se suponía que envejeceríamos así, se suponía que tenía que ser así. Pero mi maldita oscuridad los alcanzo, ese desgraciado, mi maldición me arrastro de nuevo aquí con un dolor en el pecho que me sobrepasaba.

Ni si quiera podía llorar, las lágrimas se me estancaron en el pecho, porque me negaba a creer que no estaba aquí. No podía, no podía. Y entonces la vi, Julieta caminaba directo a mí con los ojos de todos puestos en nosotras, me encogí avergonzada, realmente avergonzada, quería tirarme al suelo y pedirle perdón, porque si no tuviesen nada que ver conmigo, Jaime estaría aquí, lo estaría.

-Perdóname...- dije apenas y los brazos de mi amiga me envolvieron con tanto amor que me rompí- Perdóname... perdóname...-

-Tu no jalaste ese maldito gatillo, no fuiste tú- se apretó a mi pecho y ambas nos unimos en ese dolor compartido que nos estaba destrozando.

Tome su mano durante la despedida, ella apretaba mi mano como si fuera un ancla y yo recargaba mi espalda sobre mi apoyo. Levante la mirada un poco y vi a David con aquella joven de cabello negro y largo susurrándole lo que parecía una canción mientras el cubría su rostro recargado en su hombro.

Cuando la tierra lo cubrió nos quedamos un momento, solo ella, Tucks y yo...

-Jamás tuve miedo a la muerte saben, cuando supe lo del cáncer de alguna manera me las arregle para mantenerme entera, sabía que aunque a Jaime le destrozara él tendría la entereza para seguir adelante, era un hombre extraordinario, seguramente alguien lo sacaría de ese dolor. Así que simplemente me dije a mi misma por años "Que bueno que soy yo y no él"- sollozo- pensé que él era esa promesa que me haría fuerte, lo sabía estaba tan segura de ello-

-Te juro que ese desgraciado pagara por todo, esta vez no lo dejaremos ir- Tuckson abrazo a Julieta mientras yo sostenía su mano-

-No estoy lista para que él no esté aquí, no estoy lista para perder todo lo que teníamos por delante, con él siempre me sentí viva, aunque tuvimos malos tiempos supimos lo que era vivir, se suponía que Jaime era mi para siempre-

-Vamos a salir adelante- susurre

-No voy a permitir que la muerte me detenga, no, se suponía que él estaría aquí, porque teníamos una oportunidad- comenzó a gritar- todavía existían lugares a los que queríamos ir, canciones que queríamos escuchar, risas que debíamos tener... ¡MALDITA SEA PORQUE FUE ÉL!- la abrazamos tan fuerte como pudimos- ¿Por qué? ¿Por qué me lo quito?-

-Porque éramos felices...- dijo a penas Tuckson con el rostro lleno de lágrimas.

Tuckson y los padres de Julieta se fueron juntos, yo mire a Frank a lo lejos, estaba mirando la nada, podía ver su nerviosismo, todo se nos caía bajo los pies, este último año fue un sueño, y ahora despertábamos de golpe, de la nada.

-Quiero decirte algo...- acaricio mi rostro- pero debemos ir a casa, ¿está bien?- asentí anudándome en su cuerpo

Condujo por el pueblo mientras las personas nos miraban, podía verlos sorprendidos, pude ver un par de manos animadas saludando a lo lejos, casi podía escuchar sus voces, lo que decían, lo que susurraban "Ella tuvo la culpa" "Ella lo provoco"

Y quizá tenían razón...

Cuando llegamos a casa vi a mi hijo recostado sobre las piernas de Asee ella acariciaba su cabello y él se anidaba en ella con amor brotando entre ellos. Cuando entre a casa Marina y su esposo estaban ahí, Marcos y Alicia, mi madre y Lee... y sobre la mesa todo mi pasado ordenado cronológicamente.

Dicen En El PuebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora