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Varios cuerpos se encuentran aplastando a uno más pequeño, quien gruñe y se remueve soltando maldiciones. Los Alfas se quitan de encima del Omega Jeong, viendo como este les da una mirada iracunda.

—¿Se encuentra bien, señor?—

—Casi muero asfixiado en lugar de quemado.— Quita el leve polvo de su ropa —Joder, quiero llorar.— Hace un puchero

Los ojos de Jeong se ponen vidriosos, ve el cómo las llamas se disponen a decorar aquel hogar. Las ganas de buscar a Ye-Won se le han ido, en otro momento se vengará, y no solo de los Lee, sino también de Kim Ye-Won, por lo que esta misma le dijo.

—Vámonos.— Se pone de pie —Quiero ver a papá.—

No le importa tener que ir al cementerio de los Jeong. Solo quiere sentirse tranquilo, y, aunque ya no esté el mayor para darle esa calma, aun así, engañosamente trata de convencerse de que, pese a Jeong mayor, estar muerto, pese a eso le dará tranquilidad a su ansiosa vida.

 Solo quiere sentirse tranquilo, y, aunque ya no esté el mayor para darle esa calma, aun así, engañosamente trata de convencerse de que, pese a Jeong mayor, estar muerto, pese a eso le dará tranquilidad a su ansiosa vida

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Dos cuerpos se mantienen sentados en el piso, con la mirada lejana, una persona tiene lágrimas secas en las mejillas, las manos le tiemblan y el pequeño que tiene, está dormido.

Aun la noticia no ha sido asimilada para ninguno de ambos, ni para Lee Hana como para Lee Woong.

•Porque Lee U-Jin, ha quedado fuera de aquel juego de Ajedrez.•

Habían conducido con la mayor rapidez posible, importando poco, si la policía los paraba, si había alguien que salía herido. Lo único que le importaba, a Lee Woong, el conductor, era que su hijo mayor fuese atendido y que se recuperase de aquella mordida tan voraz que se le fue dada.

Fácilmente, se le notaba como la yugular había sido desprendida de su lugar, como los colmillos de la pelinegra se habían adentrado, tanto que los pequeños huecos podían dejar ver el interior de la garganta del Alfa, por donde la sangre salía a grandes cantidades.

Hana no había parado de llorar, pues ver a su esposo en su lecho de muerte, le era doloroso. Tenía que mantenerse presionando la herida y tratando de calmar el estruendoso llanto del pequeño.

—¡Cállalo!— Estaba estresado, nervioso y asustado —¡No me deja concentrar!—

—Lo siento, Alfa Woong.— Palabras amorosas le decía a su pequeño para que se calmase —No puedo cargarte ahora, bebé.—

Estaba a nada de dejar a U-Jin a un lado para tomar a su pequeño, pero Woong supo lo que haría y con la mirada le dijo todo. Haciendo así, que Hana quedase en su puesto, sin poder ir al encuentro de su cachorro.

—Por una vez, haz correctamente el trabajo que se te ha dado.— Tosco era a la hora de hablar —Mi hijo ha hecho mucho por ti, te ha aguantado demasiado como para que seas desagradecida.—

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