En Llamas {Peeta y tu}

No quiero estar más sola

- ¡___________! - el grito desesperado de Luckas es lo primero que mis oídos perciben, dirigiendo mi mirada hacia donde se encuentra el azabache. 

Él se halla corriendo por la calle desierta donde estoy, intentando alcanzarme. Yo freno en seco, con una pequeña sonrisa en el rostro mientras que observo cómo en pocos segundos llega a mi lado. Intenta recuperar el aire perdido en la carrera para, a continuación, envolverme sorprendentemente entre sus brazos. 

Me quedo al principio paralizada, sin hacer movimiento alguno, pero pronto reacciono y yo lo abrazo de vuelta, siendo pocos segundos los que permanecemos así, para que luego él, con fuerza, me aparte agarrándome por los hombros, mirándome fijamente. 

- ¿Dónde te habías metido niña? - pregunta, levemente enfadado. - Llevamos buscándote cinco horas enteras, y no aparecías. Nadie te había visto, y ya estábamos haciendo escenarios locos. 

- Lo siento. - es lo único que sale de mi boca en estos momentos. - ¿Y el resto? 

- No lo sé. - responde, elevando los hombros. - Decidimos hace una hora separarnos para tomar más terreno. La madre de Katniss y Prim se quedaron cuidando a Gale mientras nosotros íbamos en tu búsqueda. ¿Estás bien? 

- Sí. - intento olvidarme de la pesadilla, asintiendo también con la cabeza. - Solamente necesitaba despejarme. 

- ¿Y a dónde fuiste a despejarte? ¿A la Luna? Por favor, niña, no sabes lo preocupados que nos tenías. 

No era mi intención en un inicio. Además, ¿cinco horas? ¿Tanto tiempo estuve durmiendo? No pensé que pasase tanto dentro de mi mente, aunque a decir verdad, me lo esperaba. 

- Katniss decidió ir al bosque a ver si aparecías, pero al parecer, no creo que te encuentre. - contesta, suspirando. - No vuelvas a hacerlo, porque nos vas a matar a todos la próxima vez. 

- Tranquilo, intentaré al menos avisar. - murmuro. 

Luckas me sonríe con cierta tristeza, pero pronto esta se transforma en felicidad, una que me contagia a mí de inmediato. 

- Venga, sólo volvamos cuanto antes. 

Asiento, caminando a su lado hacia la Aldea de los Vencedores, donde espero que se encuentren todos. Ahora, me siento un poco mal al saber que he causado esto sin pensarlo, que los he preocupado a todos porque decidí esconderme (pésima idea, también os digo), en vez de ir con alguno de ellos. 

De igual forma, no pienso más en esto, y me centro en cualquier otra cosa que pueda relajarme algo. Bueno, al menos esa era la idea principal, porque luego, cuando me di cuenta de que dentro de poco tiempo será la siguiente Cosecha, toda la felicidad que pensé conseguir junto a Luckas, desaparece. 

Suspiro pesadamente, llegando antes de lo que pienso al lugar indicado, donde encuentro a Peeta, Mark y Katniss fuera, nerviosos. 

- Ey, chicos, mirad quién me encontré por el camino. - es Luckas el que llama la atención de los otros tres, quienes se dan la vuelta de inmediato. 

Sus rostro son un poema, sorprendidos al verme al lado del azabache, quien sonríe con suficiencia. Yo, con timidez, me encojo de hombros junto con una pequeña sonrisa, sin mostrar los dientes, y parecen reaccionar de golpe. Se mueven con rapidez hacia mí y, sin tan siquiera tomar turnos, me rodean entre sus brazos, cosa que yo agradezco en silencio y dejándome envolver por los tres. Pero cuando se separan, mi mirada se fija en uno de ellos, solamente en uno, y es mi hermano. 

Mi labio inferior tiembla con fuerza, y creo que voy a llorar de nuevo. En mi mente los gritos por su parte vuelven a aparecer, y no puedo impedir querer llorar, mientras que mis ojos se nublan por las lágrimas que se amontonan y no dejo salir. Realmente, aquel día no pensé que volvería a verlo, pero sí que lo hice, y vivo. Y ahora mismo lo puedo encontrar junto a mí, crecido, con su pelo más largo y revuelto a causa del estrés y las minas, al igual que su piel más oscura y su cuerpo más fuerte y alto. Pero aún así, puedo ver a mi hermano de doce años, con peinado y listo para ir a la Cosecha. Aún lo puedo ver.