Látigos de sangre

277 23 5
                                    

Mis pies vuelven a ser los que me llevan, mientras que mi mente pasea aún en la conversación que acabo de tener con Katniss, lejos del presente. Lejos de cualquier cosa, o lugar. Escucho los gritos de mi mejor amiga, la decisión de Gale y cómo Katniss nos corrobora lo peor: se ha sufrido un levantamiento en el Distrito 8. Pero no sólo por eso, sino por lo que puede implicar. Gale lo ha dicho a la perfección; en las minas se habla de luchar, y ahora que uno de los Distritos ha dado el paso a delante, ¿qué les impide que los demás no lo hagan también? Mucha gente va a morir, demasiada, y volver a una guerra no es lo que quiero.

Nunca lo quise.

Antes de lo que creo, llego a la Aldea de los Vencedores en un abrir y cerrar de ojos, así que aumento el ritmo, corriendo casi hasta estar enfrente del portal de la casa de Luckas. No me lo pienso dos veces cuando agarro el pomo de la puerta y la abro para estar dentro de la vivienda, sin decir absolutamente nada, aunque pueda encontrarse la familia del castaño aquí también.

Recorro toda la casa hasta que, de golpe, me encuentro con ambos chicos en el salón, sentados en el cómodo sofá con la televisión encendida, a pesar de no estar prestándole atención alguna, sino que ríen y charlan juntos.

Cuando se dan cuenta de mi presencia y lo agitada y nerviosa que estoy, se callan de golpe, quedando un silencio sepulcral en la sala. Las lágrimas finalmente caen como llevan queriendo hacerlo todo este tiempo, y ellos reaccionan de golpe, levantándose del sofá y corriendo hacia la entrada, donde yo me encuentro de pie, paralizada.

Tanto Luckas como Peeta me rodean con sus brazos y dejan que me apoye en ellos, desahogándome y sollozando como nunca antes, mientras me acarician sin decir palabra alguna, porque saben que con la simple presencia de ambos es más que suficiente.

Después de unos minutos así, logro comenzar a controlar mi respiración, y las lágrimas ya no salen de mis ojos. Uno; porque no me queda más líquido en mi cuerpo y me he quedado seca, o dos; porque ya he logrado superar el momento. Sea como fuere, me separo lentamente de ellos y Peeta me limpia con sus dedos las gotas que aún se encuentran empapando mi rostro, mientras que Luckas se retira para preparar un chocolate caliente y coger una manta para relajarme. El rubio entre tanto me lleva hacia el sofá, en el cual me siento y le obligo a él a acompañarme, apoyando mi cabeza en su hombro, mientras que él me abraza y sigue aportándome leves caricias.

Luckas llega pronto, sentándose a mi otro lado y entregándome la manta, la cual me coloca por encima, y la taza del caliente líquido marrón del cual tanto me he enamorado en este tiempo.

- ¿Qué pasó niña? - Luckas es el primero en preguntar.

Le doy un largo sorbo al chocolate para prepararme y contarles lo sucedido, suspirando pesadamente y colocándome en el sitio.

- Quería dar una vuelta, y bueno, Katniss y yo tenemos un lugar donde... pensar. - comienzo a explicar, afligida. - Ella estaba allí, y luego llegó Gale y... las cosas empezaron a volverse un caos.

- ¿Estás bien? ¿Te pegaron o algo?

- ¿Qué? No. Claro que no. - niego repetitivas veces, porque ellos jamás serían capaces de hacerme algo así, como ellos dos a mí. Son como una familia para mí. Todos ellos. - Katniss dijo de irnos. De huir al bosque, y a Gale al principio le pareció una buena idea, pero no lo es. - aclaro, elevando el tono. - Hay mucha gente que sería torturada por nuestra culpa, y por desaparecer no íbamos a impedir que más levantamientos se creasen...

- ¿Levantamientos? ¿De qué estás hablando _________? - pregunta preocupado Peeta. - ¿Dónde?

- En el Distrito 8. Katniss lo dijo ahora y... y Gale empezó a gritar, yo también... - las lágrimas comienzan a amontonarse nuevamente en mis ojos, los cuales escuecen. - Me siento tan impotente con este tema. Siento que todo este es por mi culpa y que sea como sea no voy a poder solucionarlo...

En Llamas {Peeta y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora