1°: Charla y galletas.

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- Ya está, no entiendo un carajo. ¿Quién putas fue el idiota al que se le ocurrió semejante pendejada? Mierda, maldito el inventor de la puta tarea - Se quejaba el moreno. Se decía a sí mismo ya que su acompañante no se encontraba en la habitación.

- Roberto Nevilis; en 1905 inventó esta curiosa dinámica.

- ¿Qué? - Preguntó, pero era más por la repentina respuesta que recibió por parte del contrario; se había asustado un poco. Pensó que aún seguía afuera.

- Sí, escuché tu pregunta. Quién lo inventó se llamaba: Roberto Nevilis, pero también leí que esta invención había sido por los asiáticos en el siglo VII, antes de Cristo - Continuó el chico de blanquecina piel. Ese dato lo había leído en un libro, no hace mucho tiempo.

- Ouh, ya veo... Malparidos. Sea quien sea, esto es la pura mierda, ¿Es castigo o qué?

- Por cierto... - Al estar en el marco de la puerta, se adentró al dormitorio -. Sí. Fue originalmente un método de tortura, utilizado como castigo para aquellos alumnos que no realizaban bien su trabajo. Otra característica sería que estos se llevaban a cabo en celdas separadas que contenían un escritorio, tinta y el examen. Generalmente eran ejercicios difíciles que el maestro o profesor sabía que no iban a poder realizar - Concluyó.

- ¿Como los que me mandaron a hacer? A la mierda, ¡Eso pasó hace años! Qué anticuados al seguir con el mismo maldito método - Cuestionó -. Que yo sepa, si me quedo dormido en clase, por la aburrida explicación de la profesora, me retan diciendo: "en clase no se duerme" - Dijo lo último con una voz burlesca -, pero también tengo entendido que la casa no es escuela para estar haciendo tareas aquí.

El otro chico, que lo escuchaba atentamente y con suma atención, rió por el comentario de su amigo.

-. Menos mal que ese tipo está bien muerto hace años, porque si no fuera así, yo hubiese tenido el gran privilegio de matar a ese hijo de perra - Entrecerró sus ojos, miraba su cuaderno con cansancio y frustración. Aunque la verdad ni había empezado.

- Oh, Blitzy, pero no es para exagerar, cariño - Le regaló una sonrisa comprensiva.

- ¿No?, claro, lo dice el cerebrito del salón - Rodó los ojos, el otro sólo soltó una pequeña risilla.

- Bueno... A mi parecer tiene sus lados buenos también - Se acercó más al escritorio que usaba para estudiar con su amigo.

Se encontraba parado a un lado del moreno, así que tomó asiento a su lado en una silla que, anteriormente, había puesto allí. Dejando en la mesa el plato que sostenía desde que llegó.

- Wow, quisiera saber qué beneficios me trae esta mierda. Claro, aparte de la alegre frustración y el fascinante cansancio mezclado con el cálido dolor de cabeza - Subiendo sus manos hasta su cabeza y recostándose en su silla, decía con voz cansada y sarcástica.

- Pues, aparte de que ejercita tu cerebro y mente para recordar operaciones o conceptos ya explicados o investigados - Notó cómo su moreno ponía sus ojos en blanco, sabía que esa sería su reacción. Le parecía tierno -, a mí me beneficia mucho porque así puedo-

- ¿Presumir tu gran inteligencia delante de los demás pendejos que ni siquiera se acuerdan donde viven? - Alzó una ceja.

- Puedo pasar mucho más tiempo contigo al venir a mi casa - Habló con total sinceridad el menor de la sala, dándole una vez más una de sus tan radiantes sonrisas. En la mirada de Stolas podía percibir fácilmente: seguridad, tranquilidad y confianza. Su mirar brillaba -. ¿Quieres una galleta? Mandé a que las hicieran antes de que vinieras. Tienen forma de caballito, ¡Tus favoritas!

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora