17°: No lo niegues más.

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Era abrumante todo aquello.

Había corrido bastante, bajando de una manera récord aquellas escaleras. De verdad que agradecía que fueran un poco estrictos con la regla de: "No salir del salón de clases a menos que sea una emergencia", al menos así no tendría que ser visto corriendo despavorido.

¿Era esto una emergencia? No lo cree. Lo ve más como un capricho que como cualquier cosa; pero la verdad es que no soportaba la ansiedad que aquellas paredes le brindaban. No soportaba estar rodeado de tanta gente, sintiéndose así de decaído. No soportaba el hecho de que su mayor no estuviera al lado suyo. Así que hizo lo que más sentido le vió en ese momento.

Huir.

Debía de hacerlo, si no, juraba que se derrumbaría por completo allí mismo. Y no quería eso. El único que le había visto pasar por sus peores momentos con ninguna restricción era aquel de mechas blancas, nadie más. Claro, también (ahora) contaba con Ángel.

...

— • — • — • — • — • — • — • — • — • —

Tú:

Hola, Ángel. Disculpa, ¿Podrías venir? De verdad que necesito hablar con alguien. Yo... No sé qué hacer. Si no puedes, no importa, en serio.

Ángel:

¡Claro que sí, cariño! ¿Cómo no? Tú sólo dime dónde estás, y ahí estaré en un santiamén. No te preocupes.

Tú:

En el primer piso, en un cuarto de servicio (ala este). No me juzgues, en otro lugar me iban a poder encontrar muchísimo más rápido.

Ángel:

¡Ja, ja! Claro, entiendo eso. Está bien, ya voy hacia allá. De igual manera ya el profesor me mandó a buscarlos. No me preguntes a quién más, no te responderé.

Tú:

Ya lo sabía. Gracias, Ángel, por todo. Y disculpa las molestias.

— • — • — • — • — • — • — • — • — • —

...

¿Por qué había sido tan patético de molestar a su amigo para que le acompañara? Su mente no tenía aquella respuesta que yacía en el corazón palpitante del Goetia.

Se sentía sólo.

Desde muy pequeño aquello había sido su tormento, hasta después de haber conocido a tan encantador y risueño niño, que le sacaba una gran sonrisa sincera en aquel delirante circo. No faltaba ni un sólo día su presencia en ese lugar, ya que encontró la manera de que se ajustara a su apretada agenda y así tener al menos media hora para ir a tan magnífico sitio. Pues... Eso era lo que el show de aquel bello artista duraba.

No fue hasta que notó, cuando llegó para admirar una vez más a aquel que se hacía llamar Blitzo, que no apareció en esa hora. Cosa que le dejó desorientado. Viendo el reemplazo, que no era nadie más ni menos que quien le acompañaba, con suma confusión. Después se informó que habían cancelado su show, realmente no sabía los motivos que acarrearon esto. Se sentía decepcionado, devastado.

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora