16°: Ángel.

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Ni hablar de lo cansado que se sentía ahora. No creyó que se fuera a tomar demasiado tiempo para encontrarlo y es que, ¡Por una mierda!, parecía que se lo había tragado la tierra. Como si hubiera desaparecido del lugar. A pesar de todo sabe muy bien, y no era para refutar, que no ha salido del colegio.

¿Cómo lo sabe? Ni él se puede dar esa respuesta. Claro está que de aquel colegio quien entre, no sale; pero Stolas es alguien que puede obtener aquel permiso con suma facilidad. Aún así...

Es como si algo le dijese que aún sigue en ese lugar, que no se ha ido.

Uff~, Stolas. ¿Dónde carajos te haz metido? — Se dijo a sí mismo. No faltaba mucho para que la hora del receso se haga llegar y eso no sería muy-... Haría las cosas mucho más difíciles.

A este punto, ya le habrán puesto a alguien más para que busque de él también.

Había buscado en cada salón, cada maldito salón del primer piso, después de haber buscado en el tercero y segundo. Interrumpiendo cada clase a ver si daba con el menor, recibiendo múltiples regaños y amenazas de actas por parte de los docentes, pero aún así siguió su búsqueda.

Ahora se estaba dirigiendo al otro extremo donde yacía una escalera, claramente no había dado con Stolas, de verdad, ¿A dónde se había ido ese ser? Que no le conseguía por ningún lado. Que aparte de buscar en las aulas de clase, buscó también en la coordinación, dirección, aula de profesores y, claramente, los tantos baños que habían.

No en los de mujeres, pero aquella idea le tentaba.

« ¿Tanto así que no quieres que te encuentre?... Stols, de verdad lo siento — Una lágrima inconsciente se deslizó por sus frías mejillas. Estaba desesperado, angustiado —. Prometo que haré lo posible para no perderte, pero... ¡Necesito verte!- »

Al estar por subir, se dió cuenta que no había hurgado por los cuartos de servicio, donde se guardaban las escobas, trapeadores, productos de limpieza, y de más. Se dió una fuerte palmada en la frente, de verdad que había sido idiota.

Pero, ¿Quién carajo le puede señalar? Aquellos cuartos estaban "escondidos" tras los baños. Por un muy pequeño pasillo al lado de estos, los cuales no eran muy fáciles de distinguir a primera vista por lo igual que era la pintura del exterior como del interior del diminuto corredor, asimilando y dejando una contrariedad de visión dando aquella ilusión óptica.

Sólo para que no sea muy obvios o notorios aquellos cuartos y le quiten un poco de "estética" al colegio.

— Qué idiotez — Puso en blanco su esclerótica al rodar las pupilas en gesto aburrido —. Entonces ahora me queda revisar todos esos...

« Carajo. Aunque me da una posibilidad de que lo encuentre... Aún así, ¡Mierda! »

Dió camino hacia ese lugar, rodeando la escalera y adentrándose al pasillo. Claro que después de unos cuantos pasos el espacio se agrandaba para dar más comodidad, pero aún así agradece no ser claustrofóbico.

Ya pudiendo caminar con mayor comodidad, pudo divisar una puerta color vinotinto de un tono muy oscuro, parecía ser de metal y contenía, en la parte baja, algunos rasgos de oxidación. Pudo haber sido la humedad. Vió que no contenía seguro alguno, sólo una manija la cual tenía un color plateado brillante.

Alrededor de la misma descansaban unas cuantas escobas, una pala y envases con cloro y desinfectante. Al colegio lo limpiaban una vez a la semana, de por sí ese piso le tocaba los jueves. Así que no tendrían ninguna interrupción si el blanquecino estaba allí. En el segundo eran los martes y el tercero los miércoles. Claramente no hacía la limpieza un grupo pequeño de personas, sino todo lo contrario.

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora