8°: ¡Joder, qué lento soy!

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~(⁠✿ )~

— Stolas, cariño~. Me encanta saborearte como no tienes idea, ¿Sabes? — Apretó con sus manos las piernas de este —. Pero... No planeo que sea hasta allí, bebé~

Sonrió travieso, más aún al ver que Stolas se había avergonzado.

—. Tranquilo — El mencionado se sentó, y su mayor le dió un pico en los labios —, sólo quiero que... Te pongas boca abajo, ¿Sí? — Estaba muy cerca de su cara; el Goetia aún no se le quitaba la timidez que sentía, pero con los ojitos que puso su blitzy, se dejó llevar por él —. Así, mucho mejor~

La vista que ahora tenía le resultaba espléndida, se veía perfectamente bello y excitante. Aún no se podía creer que tuviera de esa manera a su enamorado: tan vulnerable, tan entregado y dispuesto a recibir cualquier toque hecho por él. Podía notar cómo se le salía su lubricante natural empapando todo su culo. Cómo también, algo parecido a hilos de saliva escurriéndose de su entrepierna.

Se había quedado sin palabra alguna, sólo lo admiraba desde su posición atónito, y con una muy fuerte ola de calor no sólo en sus mejillas y/o cuerpo.

— ¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato? — Rió al ver la cara del moreno, volvió su mirada al frente. Se daba la tarea de inspeccionar la costura de la almohada a modo de distracción — ¡AHH!~ ¡Blitzy~! — Mordió lo que antes andaba estudiando con la mirada; aún así, se podía escuchar sus agudos jadeos a la perfección.

— Al parecer, a ti también, Stols~ — Blitzø pasó su lengua por toda la entrada, saboreando así su esencia natural — Tu sabor es embriagante, mi príncipe. Ahora dime, ¿Cómo te pareció? — Sonrió lascivo con un toque burlesco en sus palabras. Y rió bajo al percibir que el blanquecino no decía (ni diría) algo.

Por otra parte, Stolas escuchó el sonar de la hebilla del cinturón.

« Se lo está quitando — Se sonrojó aún más, se estaba asustando un poco. Sentía mariposas en su vientre —. Es mejor decirle ya — Tenía los ojos como platos »

Sintió las manos del contrario en cada glúteo suyo, masajeando esa parte. Miró de nuevo hacia atrás y, efectivamente, se había despojado, al igual que él, su única prenda.

Y no sabía el porqué, ni deseaba saberlo. No lo necesitaba. Lo que sí tenía bien en claro era que quería sentir el gran miembro muy dentro de sí mismo. Ser impactado por embestidas salvajes y profundas.

Pero...

El moreno puso su polla entre las nalgas del contrario, subiendo y bajando aunque sólo por fuera, no la introducía aún. Quería terminar de prepararlo. Mientras que sus manos las pasó de su gordo culo a su plano vientre, bajando hasta sus hinchados pezones; brindándole un poco más de placer antes de meterla.

Le encantaba, disfrutaba escuchar los soniditos de su azabache.

Cuando de nuevo colocó sus manos en las caderas de este, posicionando su pene en la mojada entrada del contrario, fue interrumpido por un llamado. Por el tono de voz que utilizó y lo tembloroso que sonaba (aunque esto último ya era algo normal por el placer), percibió que estaba preocupado por algo.

— ¡Blitz! — Se tomó con fuerza de las sábanas esparcidas en la cama. De un momento a otro, su cuerpo se tensó de sobremanera, mientras notaba que temblaba un poco. Volteó mirándolo aterrado.

¿Qué había hecho? ¿Se había arrepentido a último momento? ¿No le estaba gustando?

—. Y-Ya va... No te he dicho algo...

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora