6°: ¡No estoy enfermo!

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— No, no te preocupes, S-Stols. Estoy bien — Sonrió, teniendo una expresión nerviosa. Porque aparte de eso, estaba sudando.

— ¿Lo dices en serio? Pereciera que te dió fiebre.

— No, no, para nada... Te lo juro, me encuentro bien. ¿Q-Qué me ibas a decir? — Tartamudeó con una sonrisa que demostraba el nerviosismo que tenía.

— Bueno, iba a comentarte que aquel libro de allá es el que estábamos buscando — Señaló. Blitzø miró el objeto, era mediano con tapa morada. ¿Cuándo habían llegado? —. Pero si te sientes mal, se puede cancelar y hacerlo mañan-

— Maldición, Stolas, que no estoy enfermo. Estoy perfectamente b-bien — Se comenzaba a desesperar, ya que al tener al Goetia tan cerca, se le venían a la mente muchos escenarios los cuales el protagonista de todos ellos era nada más ni menos que quien tenía enfrente.

Para él sería una gran dicha hacer lo que su subconsciente le pedía a gritos, pero claramente debía de aguantarse ya que no sabe siquiera si Stolas al menos le correspondía en sentimientos.

— Está bien. Eres muy convincente, Blitzy — Dijo sarcástico —. Como te había dicho antes, allá está. Lo tomaré y regresaremos a la mesa — Confiado, se disponía a realizar dicha acción.

— Pero... — Un poco más calmado, interrumpió lo que iba a hacer el de menor edad. Stolas se volteó para saber qué quería el moreno.

— ¿Qué sucede, cariño?

— Pues, sé que eres más alto que yo y pueda que en un futuro midas más de dos metros — Stolas abrió sus ojos, asustado y sorprendido —, pero creo que para poder alcanzar aquel libro no será suficiente una estirada y ya — Alzó una ceja.

— No, pero creo que sí podré — Su mirada se volvió arrogante, a modo de juego.

— Ajá sí.

— Ya lo verás — Primero intentó sólo estirándose, pero claramente no pudo. Hasta intentó dando saltos, pero tampoco lo logró. Sí, realmente estaba muy alto.

— ¿Entonces qué, pequeño príncipe? — Ahora el de mirada arrogante era Blitzø.

— Sí, sí. No pude — Con el orgullo un poco herido, se cruzó de brazos mientras miraba hacia otro lado apenado.

— Ya, ya. No es para que te pongas así, bebé — Tocó su nariz con su dedo índice —. No está tan alto, pero sí necesitarás una ayudadita — Puso sus manos alrededor de sus caderas, mirándolo con una sonrisa afilada y la ceja alzada.

— ¿Qué?, ¿Hablas de que te cargue? — Los ojos de Stolas brillaron y un pequeño sonrojo hacía su aparición.

— Sería lo más obvio, pero no. Estaba pensando en que sería yo el que te cargará a ti, ya que no tenés mucha fuerza que digamos — Su sonrisa se había vuelto divertida por unos momentos, Stolas hizo un adorable puchero —. Vamos, sabes que es verdad, cariño.

El azabache sólo le miraba resignado; era cierto, su moreno era muy fuerte. Una vez que casi se cae, esto hubiera pasado si no fuera por él que lo sujetó para impedir su caída. Su agarre era firme, fuerte, pero a la vez delicado. En ese momento sus rostros estaban a sólo centímetros, se habían quedado mirando por unos segundos, pero se separaron por la llegada de sus amigos al lugar...

Aunque Stolas siempre se preguntaba qué es habría sucedido si no hubiesen llegado, si no hubiesen sido interrumpidos. El Goetia no se lo diría a nadie, se lo guardaría por siempre para sí mismo, y es que, cuando estaban en esa situación, se había excitado un poco. Desde allí ha tenido la pregunta rondando por su mente...

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora