13°: Soy patético sin ti.

193 21 13
                                    


~(⁠✿ )~

Estaba hecho humo, enojado. Demasiado. Se sentó de forma brusca dejando su bolso tirado en el suelo, a su lado. Colocando los codos sobre aquella madera sujetando su cabeza con sus manos empuñadas y los hombros tensos.

— Hola — Un chico de ojos azules rayados, chaqueta de cuero negra y un peinado algo exagerado le saludó, mas no tenía ni el más mínimo ánimo de querer entablar una conversación. O al menos, devolverle el gesto.

Giró poco a poco su cabeza despegando, de momento, esta de sus manos, las cuales la sostenía con anterioridad. Tenía la misma expresión y mirada penetrante de hace un segundo; es más, la intensificó aún más por el intento de "saludo".

— ¿Es en serio?

— Ouh... Jé- A-Adiós — Asustado, se levantó y tomó asiento en otra parte. Era claro que no quería charlar.

Este, al marcharse, dejó sólo al moreno. Sólo con sus ruidosos pensamientos. Volvió de nuevo a su postura anterior, aún furioso. Pero este sentimiento se vió esfumado y cambiado a uno confundido al ver cómo su enamorado salía de su antes posición y hablaba con el rubio, con Ángel. Anthony. El primero, lo que podía ver desde su lugar, se le notaba mal, pudo observar su hermoso rostro por tercera vez en el día y vió que no se encontraba nada bien.

También notó cómo intentó voltear a dónde él estaba devolviéndole un poco de esperanza, misma que se desvaneció cuando no se cumplió tal acto. Relajó sus hombros, resignado. Sabía que algo malo le había sucedido, algo que lo incluía a él. Se hacía una idea de qué habría sido.

Idea que no era tan acertada.

Miró cómo Ángel posó su mano en el hombro del peliazul, y este le sonrió débilmente. El primero formuló algunas palabras a su parecer que ni pudo llegar a escuchar. Se quedó viendo cómo Stolas iba a responder, pero un par de aplausos hicieron que los alumnos prestarán atención a la causante. La profesora. Había dado comienzo la clase.

Blitzø soltó un suspiro cansado y lleno de muchos sentimientos, relajando mucho más sus hombros en el proceso. Se sentía pequeño; se sentía de la misma forma que cuando era un infante: dejado y desubicado. No se rendiría tan fácil, eso era más que obvio. Lo amaba demasiado para llegar a eso. Pero de igual forma la cagaría de nuevo. Después de todo, siempre lo ha venido haciendo desde que tiene memoria.

El de mechones blancos miraba la madera sin prestar atención absoluta a la clase, ni a su alrededor. Decaído y cayendo en ese charco viscoso en el que se había convertido su mente.

Mientras un par de ojos llenos de culpabilidad y apego lo miraban desde la lejanía de forma discreta, disimulada. Exactamente desde unos tres asientos hacia delante. Primera fila.

« Perdóname, Blitzy. Es todo esto mi culpa, mi amor »

Sabía qué cosas se estaría diciendo su amado, sabía cuantas cosas horribles y para nada merecidas se estaría acumulando en su cabecita. Tanto tiempo de esfuerzo, tanto tiempo intentando quitarle esos pensamientos injustos de su cerebro, se desvanecieron en un par de segundos; por una estupidez. Por un ridículo drama, ni fue necesario hacer todo eso.

No si eso implicaba que el amor de su vida se estuviera culpando por lo que sucedía; no si de regresarle sus miedos e inseguridades se trataba.

¿Por qué lo hizo?

Era un cobarde. No se sentía ni un poco seguro de poder siquiera verlo directamente. Cobarde por no evitarse espectáculos y dramas por algo que claramente debían de resolver ellos dos.

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora