18°: Nuestro vicio.

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~(⁠✿ )~

Un largo rato. Muy largo, la verdad.

Había pasado los minutos desde que le habían mandado ese mensaje al moreno de mechones blancos y negros. Minutos donde aquel par trataba de hacer tiempo y así esperar su presencia en ese lugar, o al menos algún mensaje de su parte. Pero nada. Nada se sabía de aquel chico, y era ese hecho lo que ponía más ansioso al azabache.

— ¿No ha respondido? — Miró con sutil disimulo el celular de su acompañante. Los nervios estaban arropando cualquier sentido coherente haciendo que sus delicadas manos temblaran un poco.

— Pues — Volvió a revisar su teléfono —, aún no. Sí le llegó, pero no veo que lo haya leído. Aún así, creo que fue porque lo pudo haber visto sobre la barra de notificaciones sin querer perder tiempo y venir hacia acá.

—... Si es así, ¿Por qué no ha venido entonces? Ha pasado ya un tiempo desde que le enviaste aquel mensaje, y no ha aparecido — Alzó su ceja, mas se le veía muy tierna la expresión que hacía.

— No entiendo, si tanto te le querías esconder, ¿Por qué ahora estás tan afanado a que se aparezca? — Imitó su acción, aunque era para reprocharle lo antes comentado. Sin responder su pregunta.

— ¿Y crees que tengo esa respuesta? — Respondió de igual manera con otra pregunta, siguiendo aquel juego improvisado —. Pues, la verdad es que sí la tengo. Y, no sé, pero tengo la intensa necesidad de verlo; ya se me ha puesto como un tipo de... ¿Vicio? ¿Manía? Estar a su lado. Y cuando no-

— Estás igual que un adicto sin sus drogas, te entiendo. Sí. Pero no te preocupes, estoy seguro que se aparecerá muy pronto por aquí — Le sonrió —. Mientras... ¡Me debes una larga y muy explícita explicación, nene! — Sonrió triunfante. Agradecía que se había acordado.

No~ — Apenado, como también sonrojado, jadeó por todo lo que le tendría que decir. Claramente, no iba a ser muy específico.


[...]


—... Dios mío...

— Sí, yo-

— ¡DIOS SANTO, STOLAS. TÚ, PEQUEÑO HIJ- — Rió a lo alto —. Pero dime, inocentón, ¿De qué tamaño la tiene? Porque hasta ahora, le veo que está muy por debajo del promedio — Bromeó.

« Si supieras~... »

— ¡No te voy a decir más, Ángel! — Gritó estando muy "apenado". La verdad era que no quería darle más detalles al rubio, nadie más que él sabría de ahora en adelante todas aquellas cosas. No iba a exponer a su adorado moreno.

Ángel bufó aburrido.

— ¡Bien! — Un puchero hizo aparición —. Pero no me diste más especificaciones, sólo que lo hicieron en tu habitación, según ustedes haciendo "tareas" — Su mirada pícara hizo reir al más bajo.

— ¡Y sí la hacíamos! — Miró cómo alzó la ceja su amigo —. Bien, no me creas, pero es verdad. Sólo que una cosa llevó a la otra y pues...

— Entonces... tú ya no eres-

— Seh — Respondió de manera fugaz. Apretando sus labios y frunciendo el ceño de manera en que se le veía un poco incómodo. Ángel entendió esto último.

— Okey, bien. No te molestaré más con eso — Stolas le agradecía, por otro lado, el contrario le sonrió de manera amistosa para luego disponerse a levantarse de a poco de donde estaba, pues, se encontraba en el suelo —. Veré si encuentro a ese pendejo.

Ojos carmín, cual rubí | Stolitzø.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora