𝗥𝗲𝗻𝘁 𝗔 𝗚𝗶𝗿𝗹𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱 𝖩𝖤𝖭𝖫𝖨𝖲𝖠

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Lisa le dijo que un beso robado equivalía a un favor. Un primer beso robado equivalía a dos favores. Y un primer beso robado por una hetero-imbécil equivalía a tres.

—Matemáticas— dijo con una sonrisa radiante. Jennie la quería moler esa sonrisa a golpes... Tal vez a algo más, pero eso estaba fuera de la mesa.

Su primera exigencia como compensación por el incidente —Dios, realmente se sentía como una compañía de seguros— fue, y cito: "Ser mi leal y fiel Cupido".

—¿Cupido?— Jennie preguntó. La tailandesa emitió un sonido afirmativo—. ¿Quieres que te tire dardos al trasero?

—¡No! Son flechas. Y sabes a lo que me refiero— Se aclaró la garganta y exigió, como una niña pequeña que quiere un dulce— Quiero una novia.

—Pero si me tienes a mí.

La tailandesa la miró malhumorada. —Una real.

—¿Real? Mira, te ofrecí una compensación, no un milagro.

Jennie se ganó un puñetazo en el hombro, por supuesto.

Lo cierto, era que Jennie era una persona sociable, aunque nerviosa. Las primeras impresiones siempre la preocupaban hasta el punto de carcomerla. En la primera reunión con Lalisa fue un desastre, un manojo de nervios, tartamudeos, sonrojos y risitas ridículas, porque se sentía observada con lupa por una chica que —según ella— era una jugadora, una profesional, ama de los corazones rotos.

Se veía tan calmada y segura, tan "sé lo que estoy haciendo, principiante", una chica atractiva que tenía cada noche una persona diferente en su cama, mientras que Lisa era una pobre virgen.

—Y resultaste ser una bebé— pensó en voz alta. Lisa se giró hacia ella, curiosa al no haberla escuchado correctamente.

—¿Qué?

Jennie suspiró. —Que tienes un moco.

Había aceptado la idea de ayudarle a encontrar pareja. Sabía que pudo haberla rechazado, después de todo estaba fingiendo ser su novia y si esto funcionaba era probable que fuese a estropearlo todo. Pero no pudo negarse. No cuando era consciente de que la razón por la que Lisa no llegó a experimentar un romance en la secundaria, fue precisamente gracias a ella.

Le dio un sorbo a su whisky, observando a la pelinegra junto a ella que parecía ansiosa por la aparición de la mujer perfecta. Si es que existía. No estaba muy convencida de que Lisa hallaría a su princesa de armadura brillante en aquel bar. La gente ebria bailando al ritmo de la música de los parlantes, no era un ambiente demasiado romántico.

"¡Estaba buscando a alguien especial! Quería que fuera como una película donde nos amaríamos y nos casaríamos y el beso sería perfecto."

—Creí que querías un cuento de hadas— soltó, capturando la atención de Lisa, quien se volteó hacia ella y frunció el entrecejo con molestia.

—Por si no lo notaste, tú me arruinaste mi cuento de hadas— Se apuntó los labios—. ¡Ahora son impuros!

—No seas una niña. Sólo fue un beso.

—Claro. Había olvidado que aparte de hetero-imbécil, eres una idiota sin corazón. Te apuesto que tienes un agujero negro ahí adentro— dijo presionando con su dedo índice el pecho de Jennie.

Ella resopló. —¿Crees que no tengo sentimientos?

—¿Los tienes?— rió, apoyando su rostro sobre la palma de su mano—. Eso sí sería una novedad.