˗ ˏˋ 𝟷𝟻 ˎˊ ˗

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Jennie fue disminuyendo la rapidez de sus pasos paulatinamente, hasta encontrarse detenida a pocos centímetros de la puerta que daba a la habitación que compartía con Lisa. Tragó saliva y afianzó su agarre en la toalla alrededor de su cuello.

Ella era fuerte, lo sabía. Era cinta negra en karate y podía levantar una considerable cantidad de kilos sin dificultad.

Aun así, no podía evitar temer por su vida.

De acuerdo, besar a Lisa no fue precisamente una de sus mejores ideas. Pero, en su defensa, sus labios estaban ahí. ¿Y ella qué se suponía que hiciera? ¿Negarse? Lo había intentado, y había fallado miserablemente por supuesto.

No se suponía que cada vez que la boca del contrario se hallara a su alcance, Jennie perdiera una función cerebral superior, únicamente para ser guiada por sus más primarios instintos. Pese a no ser algo que fuese capaz de controlar o evitar, no era aceptable ni legal dentro de los márgenes del negocio.

Sacó la llave de la habitación de su bolsillo y la introdujo en la cerradura, rogándole a los cielos que Lisa se hubiera quedado dormida. Tal vez si era lo suficientemente silenciosa, no se despertaría, y no tendrían que hablar del tema, al menos hasta el día siguiente. Para ese entonces ya tendría una excusa creíble.

Cuando abrió la puerta, una almohada aterrizó en su rostro.

-¡Me debes tres favores más! ¡No! ¡Cien! ¡Cien favores por ser una desgraciada violadora de bocas!

-Lalisa...-Otra almohada.

-¿Qué te hace pensar que tienes el derecho de besarme así como así? ¿Y si me contagias mononucleosis? ¿Sabes cuántas enfermedades hay en el mundo?-le recriminó, sentada como indio en la cama y cruzándose de brazos. El surco entre sus cejas se acentuaba con cada palabra que salía de su boca.

A Jennie todo lo que se le ocurrió hacer, fue improvisar y regresarle la almohada, la cual chocó contra el rostro de Lisa de la misma manera que lo había hecho contra ella.

Inhaló hondo.-¡No fue mi culpa haberte besado!

-¿No?-exclamó Lisa con ironía. Parecía echar humo por las orejas-. ¿Entonces por qué fue? ¡Ilumíname! ¿Irene estaba cerca y yo no la vi?

Bueno, su mejor excusa acababa de irse por el desagüe.-No, no es eso... Es... Eh...

Dios, para ser la mejor de su clase por tres años consecutivos, a veces realmente era una idiota.

-Por Rosé-soltó. Eso podía funcionar-. Rosé sospechaba de nosotras así que, te besé, para eliminar cualquier sospecha.

-¿Rosé?-preguntó. Recordándola, la rubia sí había estado presente cuando el beso había ocurrido-. ¿Y por qué dudó de nosotras? ¿Habremos hecho algo mal? ¡Espera, no! ¡Eso aún no te da derecho de besarme! ¡Usurpadora!

-¿Pues qué vas a hacer? ¿Ah? ¿Demandarme?-la desafió, bastante consciente de que no estaba en el lugar de quejarse, mas no sabía a qué otra táctica recurrir.

Estaba tan confundida que quería desaparecer. Amaba a Jisoo. Ella siempre había estado ahí, desde que tenía memoria. Nunca había amado a otra persona que no fuera ella y nunca había querido besar a alguien más. Las personas que había besado en su pasado, no despertaron en ella otra cosa que no fuera simple atracción. La situación se daba, era casi inevitable y la gran razón de porqué no llegaba a formalizar con nadie, era porque aquellos besos no provocaban emociones en ella.

¿Entonces qué había de Lisa? Ella... era como estar en un limbo.

Era atractiva, objetivamente hablando. Sus facciones eran delgadas, sus dientes estaban derechos, su tono de piel era acorde al color de sus ojos... Vaya. Era aterrador lo mucho que se había fijado en su rostro. En la secundaria, ni siquiera se molestó en prestarle atención a su físico. Durante esos años, solamente era capaz de ver a Jisoo.

¿Y ahora qué? Las cosas habían cambiado un poco. Aunque, siendo honesta, seguía prefiriendo admirar a Jisoo por sobre la demás. No era que no disfrutara ver a Lisa, pero... besarla era definitivamente mucho más placentero.

-¡Te voy a coser!-gritó la tailandesa. Jennie se acercó a la cama con lentitud, procurando no hacer movimientos bruscos que pudiesen causar un ataque inesperado hacia su persona-. Es la segunda vez que rompes las reglas. ¿Sabes qué ocurre cuando alguien rompe las reglas? Va a prisión.

-No exageres, ton... Lisa-se corrigió, al percatarse de la mirada aniquiladora que amplió los ojos de la contraria-. Si no te besaba, nuestra fachada se habría visto comprometida y nuestros esfuerzos habrían sido en vano. Fue por el bien de la comunidad.

Mintió, como una mentirosa sin escrúpulos que se aprovechaba de la inocencia de una joven para su propio beneficio. ¿Comunidad? ¿Qué comunidad? ¿Su déficit de autocontrol?

-Eres realmente una imbecil-dijo Lisa haciendo un mohín. Jennie fue capaz de reconocer sus intentos de lucir intimidante. En cambio, descubrió que sus expresiones le hacían ver un tanto tierna-. Cuando esto termine, no quiero volver a verte en la vida ¿entendiste?

-¿Siempre eres así de gruñona con tus clientes?

-No, no. Sólo con los o las que me besan sin consentimiento e infringen las normas de su contrato-soltó de golpe, su entonación pasiva-agresiva dandole a entender a Jennie que su muerte estaba a la vuelta de la esquina. La castaña se aclaró la garganta con dificultad antes de volver a hablar, esta vez en un tono arrepentida.

-Yo no... No lo volveré a hacer.

Esa ni tú te la crees.

-Joder-masculló Lisa, sujetando el puente de su nariz, abrumada-. Tal vez sólo debería renunciar.

-¿Por qué?-preguntó Jennie con desconcierto. No pensó que la tailandesa considerara aquello como una posibilidad; era precisamente su miedo ser despedida, el motivo por el cual continuaba en esta farsa-. ¿No te agrada tu trabajo?

Lisa rió con ironía, sacudiendo levemente la cabeza antes de inhalar hondo y espetar:

-¡No me agradas tú, Jennie!

La coreana parpadeó, procesando tardíamente las palabras de la contraria y sintiendo una sutil opresión en su pecho.

Oh... Bueno, eso era comprensible

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𝗥𝗲𝗻𝘁 𝗔 𝗚𝗶𝗿𝗹𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱       𝖩𝖤𝖭𝖫𝖨𝖲𝖠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora