˗ ˏˋ 𝟼 ˎˊ ˗

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—M-Me... ¡Me gustas!

Las palabras hicieron eco en las paredes del baño. Lisa observó sus mejillas sonrosadas en el espejo, su pecho subiendo y bajando con agitación mientras su boca se secaba ante la comprensión de lo que estaba a pocos pasos de hacer.Iba a declararse. Realmente iba a declararse. Y no a cualquier persona, por supuesto.

La susodicha no era nada menos que la mismísima Jennie Kim. Reconocida por ser la capitana del grupo de danza y una de las mejores estudiantes de la escuela. Era de estatura media, delgada, de cabello castaño y con sonrisa de comercial de dentífrico. ¿Quién en su sano juicio no estaría loca por ella?

Recibía cientos de confesiones cada semana. Los chicos inevitablemente caían rendidos a sus pies, como si hubiesen sido hechizados con tan solo una mirada de la castaña, por lo que no era extraño ver el casillero de Jennie atiborrado de rosas y chocolates. Entre tantos pretendientes, cualquiera habría pensado que aceptaría al menos a uno.

No obstante, gran parte de la fama inalcanzable de Kim se debía a que los rechazaba, a cada uno de ellos y sin excepción, pronunciando las mismas palabras en todas las ocasiones:

Lo siento. Me gusta alguien más.

Era una real pena. Algunos le llamaban "un desperdicio". Mas eso no los detenía. Las confesiones seguían llegando, las rosas aún colapsaban el casillero de la castaña. Y aunque nadie lo expresaba en voz alta, se debía únicamente al hecho de que los chicos estaban lejos de perder la esperanza de un sí. Ansiosos por ser el escogido. Lo que era bastante ingenuo de su parte, si le preguntaban a Lisa.

Ella estaba completamente segura de que sería rotundamente rechazada.

¿Por qué declararse entonces, cuando toda gota de esperanza se había drenado de su cuerpo? En realidad, no había sido fácil decidir. Lo sopesó, lo estudió; hasta que llegó a la conclusión de que sacar estos sentimientos de su pecho, era lo que debía hacer para ser libre y superar a Jennie. No tenía caso estar enamorada de alguien que jamás correspondería su amor. Por lo que acabar con esto de una vez por todas era lo adecuado.

Se lo dices, te rechaza y te vas, trató de calmarse saliendo del baño del gimnasio. No era momento para acobardarse. ¡Podría llorar en su habitación luego! Sus pies se posaron sobre el gimnasio y tuvo que inhalar profundo cuando pudo atisbar al grupo de danza al otro extremo.

Estaban descansando del ensayo. Jennie era rodeada por sus compañeras, como siempre siendo el centro de atención. No podía juzgarla. Era tan brillante, tan interesante, con una sonrisa capaz de derretir glaciares. Reprimió un suspiro y ordenó a sus piernas a moverse en dirección la castaña.

No notaron su presencia, no hasta que se detuvo a pocos centímetros del grupo y carraspeó antes de empezar a hablar. Las chicas se giraron hacia ella, ojos indiferentes posándose sobre su rostro que probablemente se hallaba rojo por los nervios. Le costó trabajo encontrar su voz, sobre todo cuando Jennie estaba parada a tan mínima distancia mirándole de frente.

Tú puedes hacerlo. Tú puedes hacerlo.

—Jennie.

El nombre tembló en su boca.

—Yo... m-me preguntaba si... si podíamos hablar—dijo, con el corazón desembocado. La mencionada la observó en silencio, esperando que continuara. Los nervios aumentaron cuando Lisa se vio obligada a puntualizar el hecho que consideraba implícito—. En privado.

La capitana arqueó una ceja, cruzándose de brazos.

—Si tienes algo que decirme, hazlo frente a mis amigas.

𝗥𝗲𝗻𝘁 𝗔 𝗚𝗶𝗿𝗹𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱       𝖩𝖤𝖭𝖫𝖨𝖲𝖠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora