Cuando tipeó en la barra de búsqueda "cómo conseguir una novia en menos de un día" no pensó que el primer resultado que aparecería en su pantalla, sería un sitio web de renta de novias.
Esperaba encontrar un artículo de WikiHow de "10 pasos para enamorar a tu pareja ideal" o simplemente millones de personas igual de solitarias que ella preguntando en Yahoo Respuestas. ¿Quién diría que la solución al gran lío en el que se había metido era una chica dispuesta a acompañarla a cambio de un poco de dinero?
El sonido de su teléfono le advirtió un nuevo mensaje entrante.
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Ciertamente, había olvidado ese pequeño detalle... suspiró, empezando a buscar en la ficha de la tal Lisa Manobal su número de contacto, sintiéndose medianamente enfermiza por continuar con su plan y agrandar su mentira.
Sabía que existía siempre la posibilidad de confesarle la verdad a Rosé, de decirle que le había mentido con respecto a su vida amorosa y que su única fiel compañía por las noches era su vibrador. Sería completamente patética y humillante, pero en el fondo, honesta y libre de culpa.
Sin embargo, cada vez que estaba cerca de resignarse a admitir la realidad, el destino parecía mandarle un recordatorio de porqué estaba haciendo esto en un principio.
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Jennie frunció el entrecejo, severamente molesta por la insensibilidad de sus mejores amigas al restregarle su bella relación en la cara sin ningún amago de consideración —¿Chu? ¿Era en serio?—, mas la tristeza no tardó en asentarse en su pecho también, como ocurría cada vez que el tema salía a flote dentro de su mente.
Había estado enamorada de Jisoo desde la secundaria, cuando a sus quince años se dio cuenta de que su afecto por la mayor cruzaba los límites definidos por una simple amistad. Los celos fueron los primeros indicios de sus reales sentimientos, y más tarde, lo fue el deseo de tener a su Unnie acorralada entre la pared y su cuerpo por razones no tan amistosas.
Por supuesto, jamás lo dijo. Prefería morir; la vergüenza y el temor la engullían viva. Pese a esto, nadie ni nada pudo arrebatarle la tonta esperanza de que algún día, en algún futuro, Jisoo correspondería su amor y ambas podrían ser felices juntas, tal que una película de Disney.
Hasta que años más tarde y en la actualidad, Rosé decidió invitarla a comer para darle, según ella, muy buenas noticias, noticias que al fin y al cabo terminaron por romper y destrozar las ilusiones de la pobre e ilusa Jennie. Podía recordar las palabras con aberrante precisión. "Chi is mi nivii".
¿Se había equivocado al no confesar su enamoramiento antes? Quizá entonces Jisoo estaría con ella y no con Rosé , quizá de esa forma ella sería quien estuviera dando la noticia del noviazgo del año y no Rosé .
No podía evitar imaginar un mundo paralelo en el cual no había sido una cobarde, en el cual se había arriesgado y había luchado por la chica que tanto le gustaba. Aunque fuera una inútil para ese entonces, pues ya era demasiado tarde para arrepentimientos estúpidos y reconsideraciones. No podía enmendar aquel error y ahora debía aprender a aceptarlo, doliese o no.
Sus dedos se deslizaron por la pantalla de su celular, revisando con cautela los datos de su nueva novia falsa. Lisa Manobal... Estaba segura de haberla oído antes, a pesar de ello decidió ignorar ese presentimiento y atribuirle la familiaridad de aquel nombre a una simple coincidencia.
Probablemente existían muchas Lisas en el planeta tierra, no había razón para darle vueltas al asunto.
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El rostro relativamente tranquilo de Jennie se desfiguró al volverse consciente de las circunstancias. ¿Cómo demonios le hablas a una novia falsa por primera vez? ¿Qué debería decirle? ¿Presentarme? ¿Saludarla? ¿Fingir que no soy una jodida virgen que hace esto para ocultar sus propios sentimientos reprimidos?
Empezó a presionar teclas con nerviosismo, en un mísero intento de formular una frase coherente. Entre borrones y más esfuerzos, tragó saliva al ver que tenía un mensaje escrito y listo para ser enviado.
Esto tenía tantas chances de salir mal. Existían tantas alternativas posibles de qué iba a ocurrir luego. Cerró los ojos con fuerza y, sin querer pensarlo demasiado, presionó el botón de Enviar.
Exhaló, sintiendo que el alma se le iba del cuerpo cuando abrió los ojos y vio que su querida y falsa novia estaba en línea y su mensaje había sido visto. La falsa seguridad que se había jurado tener, se desvaneció al instante y un sudor frío empezó a humedecer su frente.
