˗ ˏˋ 𝟸𝟾 ˎˊ ˗

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Realmente, detestaba a Jennie Kim. Profunda y sinceramente. No podía creer que estuviese diciendo esto, pero era cierto. Todo eso del imán de Lisa's, de la atracción inevitable, de su adorable nariz de botón; acababa de irse a la basura. Jennie Kim no merecía tener derechos, mucho menos el respeto de Lalisa Manobal, a quien había traicionado vilmente, apuñalándola por la espalda. Nunca más en su vida volvería a confiar en esa idiota para que tomase decisiones importantes que involucraran su salud física, su sanidad mental.

—Es sólo un parque de diversiones, Lis.

—No, ya nada.

Se cruzó de brazos, haciendo un puchero casi imperceptible mas que fue difícil reprimir. Is sili in pirqui di divirsiinis. Bueno, ¿qué tal si te asesino y vemos qué tan entretenido es morir?

Rosé había tenido la sensacional idea de ir en una cita doble a un parque de diversiones, a lo que Jisoo obviamente accedió, y cómo no, Jennie también. Sin consultarle a Lisa y asumiendo que estaría a bordo con el plan. Ahora, rumbo al punto de encuentro que habían fijado con las amigas de Jennie, se preguntaba qué demonios había cruzado el cerebro de la coreana en aquel instante y si era demasiado tarde para huir.

—¿Cuál es el problema?— inquirió Jennie, pisándole los talones mientras Lisa continuaba caminando, enfado visible emanando por sus poros—. ¿No te gustan las montañas rusas?

Ah... Si tan sólo supiera. Era mucho más que eso.

A Lisa no le desagradaban los parques de atracciones, no completamente. Disfrutaba los algodones de azúcar, los locales pequeños con juegos bobos—como botar una torre de latas o acertar en tiro con arco, para ganar un peluche. Sin embargo, habían otros factores que simplemente no podía soportar.

Por ejemplo, las alturas.

¿Por qué demonios alguien inventaría atracciones tan jodidamente altas? Montañas rusas, caída al vacío, la rueda de la fortuna. ¿Por qué todo tenía que estar a 100 metros del suelo? ¿Por qué no podían ser bonitos y seguros como el carrusel? O las tazas giratorias.

Si las atracciones fuesen de estatura normal, Lisa no sufriría del pánico abrasador que la envolvía cada vez que se subía a una.

Su temor había estado presente desde que era una niña, por lo que ya había asumido bastante su destino. Sin embargo, se rehusaba a admitirlo en público, menos a alguien que potencialmente se reiría en su cara. Prefería morir que confesarle a Jennie de su miedo a las alturas.

Para su desgracia, la coreana aparentemente no sólo era una violadora de bocas, inteligente, primer lugar de su clase, con sonrisa de comercial de dentífrico, sino que también era una jodido clarividente.

—¿Te dan miedo las alturas?

Lisa casi se cae de bruces contra el suelo.

—¡C-Claro que no!—rebatió dando media vuelta. Sí, había mentido, descaradamente además. ¿Pero qué se suponía que hiciera? ¿Admitir que era una cobarde?—. Es sólo que... soy... soy... alérgica.

Jennie frunció el ceño. —¿Alérgica?

Oh, Dios, ¿por qué no pudiste darme un cerebro capaz de formular mejores excusas?

—Sí. Alérgica. Terriblemente alérgica—afirmó, poniendo sus brazos en jarra, en un burdo intento de lucir intimidante. Jennie mordió su labio inferior para esconder una sonrisa.

—¿De veras? ¿Y... a qué exactamente?

—Bueno, no soy doctora, Nini. Sólo soy alérgica y ya. ¿Qué? ¿También quieres una radiografía?

𝗥𝗲𝗻𝘁 𝗔 𝗚𝗶𝗿𝗹𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱       𝖩𝖤𝖭𝖫𝖨𝖲𝖠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora