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—Anastasia! Vamos juntas —Me volteé para encontrarme con Susan que viene caminando a paso rápido.

Habían pasado aproximadamente cuatro días desde aquel incidente con el príncipe, se me había permitido quedarme en mi habitación todo el tiempo, pues no podía caminar bien. El príncipe Selim no me ha mostrado su rostro desde entonces tampoco.

Y aunque ya estoy mejor, tengo la sensación de que algo malo va a suceder... tal vez a mi, o quién sabe.

—Yo voy a clase de música... —Respondo mostrándole mi cuaderno.

—Oh... yo tengo etiqueta. —Dice bajando la cabeza—. Supongo que nos veremos después.

—Si... Nos vemos después, Susan. —Ella empieza a caminar lejos de mi con un gesto decepcionado, es muy agradable...

"No confíes tan fácilmente Anastasia, jamás confíes."

Las palabras de mi padre me golpean de pronto. ¿En serio estoy recordando sus "enseñanzas"? Aunque en parte tiene razón, debo mantener mis sentimientos controlados, y la distancia con todos los que habitan aquí. Nadie es amable por siempre.

Mientras caminamos en rumbo al salón de música, escucho murmullos detrás de mí, murmullos que infiero no debería oír, pero lo hago, estas mujeres no son lo suficientemente discretas.

—¡Que no! Solo la castigó duramente por la falta de respeto a su favorita.

—¿No es precioso? Digo Nurbahar debe estar muy feliz de ver como el príncipe la cuida

Por supuesto, está feliz. Pero también tiene su vista puesta en la nueva, y ya saben cómo es Nurbahar.

Va a matarla.

Vaya, parece que no solo los príncipes pueden matarme, las esclavas también. No lo había pensado antes, pero por supuesto que tiene sentido. Y más si se tiene suficiente ambición como para matar por ella.

Entramos a la clase, me dieron el arpa, y me senté en el banco lista para tocarla, aprendí a tocar el arpa cuando era niña, y no es por presumir, pero soy muy buena, bueno al menos eso decían mis profesores.

—Estas en mi lugar —Una voz conocida me habla por detrás, así que volteo mi cabeza y veo a la favorita del príncipe.

—la señorita Afife me asignó este puesto.

—Es bien sabido por todos, que yo soy quien toca el arpa.

—Pero no lo tocas bien! —Las risas de las demás empezaron a llenar la habitación.

—Señoritas! Ya basta. —La señorita Afife se acerca a nosotras y nos mira con expresión severa.— Que es lo que sucede entre ustedes?

—Pues que esta rata, esta en mi instrumento.

—Yo le asigné el lugar, ve a buscar otro instrumento o no estorbes.

La señorita Afife se retira y la mujer solo me mira casi roja de la ira, me gustaría reírme, pero eso es demasiado infantil.

—Ya te enseñaré los modales que te faltan.

—Espero ese momento con ansias. —Ella suelta un bufido burlón y se cruza de brazos.

—Ten cuidado conmigo, ya viste lo que mi príncipe es capaz de hacer por mi. ¿Te dio un buen castigo no es así? ¿Cuántos azotes en los pies más fueron?

Ella... ¿no lo sabe? Creí que apenas termino conmigo iría a contarle todo con lujo de detalles, al parecer me equivoqué.

—Para dejarte sin palabras debió haber dolido mucho.

El Secreto de Su Alteza MehmetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora