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—No has hablado mucho, estás bien?

—Y si Susan le puso algo a mi té? —Pregunté de repente, volteando a verlo.

—Como dices? —El me miró sorprendido.

—La noche del cumpleaños de Mustafa, Susan me trajo un Té de hierbas, estuve tomándolo casi toda la semana, por lo que lo tomé sin problemas pero... y si?

—Que clase de hierbas? —Preguntó con una expresión severa.

—No me lo dijo, pero sabía bastante amargo... igual es imaginación mía pero...

—Voy a investigar esto, tu mantente al margen por un tiempo, trata de evitar a esa mujer.

Asentí con la cabeza y el silencio reino en el carruaje.

Estuve toda la noche pensando, en si debería confiar en que mi padre me sacara de aquí algún día, o crear mi propia suerte, hacerme un lugar.

Y si quería hacer eso, si quería sobrevivir a este mundo primero debo deshacerme de las amenazas que me persiguen, y aunque suene cruel, ya no me importa.

—Ana? —Volteé a verlo, cuando me llamó por 2da vez.

—Dime

—Te ves... decaída, pasó algo en el bosque?

—Todo está bien, solo me dio tristeza despedirme de la ardilla —Sonreí levemente.

Luego de que revisaran a la ardilla le pusieron una especie de ungüento en su pierna, ya que su dolencia no era tan grave.

Por la mañana ya estaba mejor así que no era necesario seguir cuidándola, por lo que me despedí de ella y la dejé ir.

Luego de un rato llegamos al palacio, en cuanto bajamos del carruaje un eunuco se aproximó a Mehmet para hablarle sobre trabajo, por lo que supuse que no notó cuando me escurrí lejos en dirección a mi habitación.

No quería hacer nada precipitado pero la idea de que Susan, la mujer en la que más confiaba en este lugar me había traicionado de esa manera hacía que me hirviera la sangre, pues pensé que éramos amigas, y hacerme algo como eso... debía haber una razón oculta.

—Yasemin, Aquí estás, como te fue en el palacio de caza? —Preguntó apenas entré por la puerta de mis aposentos.

—Salgan todas —Pedí a las dos criadas que estaban ahí, ellas obedecieron y se fueron cerrando la puerta detrás de ellas.

Susan me miró confundida, pero miraba a la puerta con la vista perdida.

—Sucedió algo malo? —Preguntó otra vez pero sin mirarme.

—Tu y yo... somos amigas no?

—Por supuesto!

—Bueno... me gustaría investigar más sobre el asunto de mi... aborto espontáneo —Pedí con dificultad, mire como ella parecía más aliviada.

—Por supuesto, que necesitas que haga?

—Interroga a quienes puedas, llegaremos al fondo de esto.

—Lo haré de inmediato. —Salió de la habitación a paso apresurado.

Me senté en mi cama y suspiré, una a una... me las van a pagar.
























—Quiero ver a su alteza. —Pedí frente a los aposentos de Mehmet.

Uno de los guardias entró en la habitación mientras el otro mantenía su cabeza baja, sin mirarme, me crucé de brazos por la espera pero luego la puerta se abrió.

El Secreto de Su Alteza MehmetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora