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Tome su mano y la estreché.

—Que quieres?

—Su excelencia ha enviado indicaciones para usted —Me dio una hoja de papel e hizo una reverencia.

—Espera, como entraste? —Pregunté con el ceño fruncido.

—Toda estructura tiene una puerta trasera, aunque no siempre es una puerta. —Ella sonrió, sacó algo de la falda de su vestido.

Era un frasco de cristal con un líquido transparente, eleve una ceja.

—Agua? —Pregunté sarcásticamente d

—Graciosa. Todo está en la carta, una vez la lea, debe quemarla, y sobre esto... —Me entregó la botella. —No use demasiado, cinco gotas son más que suficiente. Ahora debo irme, una vez consiga lo que se le pide, recibirá más instrucciones.

—Bien, Gracias... como te llamas?

—Puede llamarme Elena. —Sonrió y luego se fue.

Dejé el frasco en una mesita junto a mi cama y me apresuré para abrir la carta.

Querida Anastasia:

Te prometí te sacaría de allí siempre y cuando siguieras mis órdenes al pie de la letra, y esta es mi primera tarea para ti, no necesito que envíes más dinero, en realidad necesito algo más... brillante.

Necesito que me envíes al menos una docena de joyas otomanas, escuché que se venden muy bien, y deseo expandir el negocio familiar, envíalas lo antes posible.

El frasco que te envié es una especie de poción de amor que me dio un chamán de por aquí, úsala si es necesario para conseguir las joyas, el antídoto de la poción puede ser una limonada, por lo que su efecto no dura demasiado, úsala con sabiduría.


Y ahora tenía que conseguir gemas? Por suerte para mí tengo varias joyas que Mehmet me había comprado, pero no en docena.

Busqué en mi buró cada pendiente, anillo, brazalete o adorno que hubiera, en total encontré aproximadamente 8 joyas que podría enviar a mi padre.  No quería pedirle joyas a Mehmet, por supuesto no iba a usar esa estúpida posición.

La puerta de mis aposentos se abrió, dejando ver a Susan con una bandeja de comida, tragué con dificultad al verla, y me acerqué a ella rápidamente.

—Hora de comer —Sonrió.

—Quiero comprar joyas nuevas, puedes buscar a alguien?

—Claro, pero primero debes comer.

—Puede ser ahora? —Pregunté tomando la bandeja en mis manos.

—Esta bien? Tienes algo que hacer o...?

—No... es solo que, me gustaría adornarme más.

—Mmm está bien.

Susan se fue de los aposentos, suspire de alivio mientras dejaba la bandeja en una mesa, tome la posición y la guardé en uno de mis cajones, luego tomé la carta de mi padre y la quemé lanzándola en la chimenea.

—No voy a comerme esto. —Aseguré mirando la comida que Susan había traído para mí.

Salí de mi habitación con la bandeja en manos y justo en ese momento pasaba una sirvienta.

El Secreto de Su Alteza MehmetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora