VIII | La discusión

143 16 17
                                    


En un momento de la fiesta, Liv se retiró para ir al baño.

Prefirió dirigirse al piso de arriba, para alejarse un poco del ruido y fumarse un cigarro tranquila en la habitación de Pedro.

Al ingresar a la habitación de Pedro, cerró la puerta y suspiró. Miró a su alrededor y sonrió, aquel cuarto se veía tan ordenado que le sorprendió. Pero claro, Pedro era así. Ordenado, prolijo, pulcro.

Así que se dirigió al baño, pero al entrar vió alguien estaba encorvado sobre un estante, y al escuchar la puerta rápidamente giro pasando dos dedos por su nariz, como si estuviera resfriado.

Charly estaba ahí, y de todas las personas en esa fiesta era la última a quien se quería cruzar. Después de conocerlo en su atelier, no se arrepintió de jamás haber escuchado alguna de sus canciones. Le había caído pésimo.

– Ah bue... – dijo Liv al verlo en aquella situación.

– ¿Que haces flaca, no te enseñaron a tocar la puerta?

– Mirá qué sorpresa, el rockero rebelde y su lengua afilada. O nariz afilada, debería decir.

Charly guardo aquella bolsa en sus pantalones y se irguió, sacando pecho ya ofendiendose.

– Pero claro, si es la diseñadora más famosa de la ciudad ¿No? Me olvidaba que estaba rodeado de tanta elegancia y buen gusto.

Le respondió claramente irónico y despectivo hacia su trabajo.

No sé iba a quedar callada claramente.

– Por supuesto que si. Y no puedo decir lo mismo... ¿Que pasa, en el atelier te comieron la lengua los ratones que no me decías nada, y ahora me estás atacando así?

– Y, no iba a quedar mal enfrente de mi mujer. – hizo una mueca.

–¿Que necesitabas una dosis diaria para la inspiración, no?

Señaló su bolsillo con la cabeza. Charly mordió su lengua y rió, aguantando el enojo. Después salió del baño, empujando la puerta bruscamente.

– Si, si Olivia. Es lo que un rockero rebelde como yo hace. – le siguió la corriente. – Seguro que tus adicciones están perfectamente escondidas, ¡En todo ese... glamour!

Exageró casi gritando, haciendo un gran ademán con sus manos ya enojandose al final de la oración.

– Yo no tengo ninguna adicción. – le respondió saliendo del baño, y cruzándose de brazos. – ¿Y Zoca sabe de esto?

Charly soltó una carcajada y negó con la cabeza.

– ¡JA! ¿Zoca? ¿Pero a vos te parece que a mí mujer le importa lo que hago cuando salgo de joda? ¿Que no me conoce ya...? Ay dios mío, me haces reír flaca.

– A mi me parece que vos sos el que no le interesa nada.

– ¿Pero que te importa mi vida, nena?

– Tu vida no me importa, pero la de mi amiga si.

– ¿Tu amiga? No sé veían hace un montón. Ahora de repente pasan un poco de tiempo juntas y ya le decís amiga.

– ¿Que sabes vos? No tenes idea de la relación que tenemos, de todo lo que me cuenta...  en especial de vos.

Se arrepintió en el momento en que dijo eso. Quizá había hablado demasiado.

Le gustaba discutir, le gustaba pelear su punto de vista. Aunque aquella vez no comprendía bien el motivo.  No sabía si sacaría algo bueno de aquello, pero ahora que ya estaba en la discusión no podía parar.

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora