XIX | Encuentros

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Luis y Liv no evitaron dar un salto de susto ante la interrupción inadecuada de Charly, y voltearon a ver por la ventanilla.

Liv pudo ver a un Charly algo desarreglado,  despeinado y con los ojos bien abiertos. Expresaba una mezcla de diversión y enojo, si aquello era posible.

– ¿Que haces acá Charly? – preguntó Luis confundido.

Aquella actitud inocente de Luis, despertó algo nuevo en Charly. Un sentimiento desagradable que no había sentido jamás hacia el, que se asimilaba al enojo.

Miró a Liv, quien se incorporaba mirando para abajo como si quisiera huir de ahí.

Charly jamás la había visto así con él. Nunca tan tranquila, ni tan cómoda como la acababa de ver con Luis.

– ¿Ustedes que hacen acá? Éste es mi estudio loco. ¿Qué hace ella acá? – preguntó cuando el par se dirigió a la sala de grabación.

– No, no. Detenete ahí. – lo frenó Luis extendiendo una mano en señal de que pare. – Ella viene conmigo, y si mal no recuerdo vos me pediste que te ayude con el recital. Vinimos porque le quería mostrar cuánto habíamos avanzado...

– ¿Ah si? Y hubieras venido Olivia, y me preguntas a mi. ¿Por qué a mí no me preguntas nunca por mi trabajo? ¿Eh? – preguntó a la defensiva, mirando a Liv detrás de Luis, que aún parecía estar escondiéndose.

Por su manera de hablar y de expresarse, los dos notaron el estado en el que estaba.

– ¿Por qué cuando estás conmigo lo único que haces es... Atacarme, y a Luis si le preguntas cómo va mi trabajo?

– Bue, Charly. Para un poco... – lo frenó Luis frunciendo el ceño.

– Vamos. – murmuró Liv.

Charly no lo podía creer. Soltó una carcajada.

– Nah, yo no lo puedo creer... ¡Encima ustedes dos juntos! ¿Desde cuándo loco? Yo siempre me entero último de las cosas. – dijo divertido al ver la complicidad del par.

– ¡Pero qué te importa! – gritó Olivia ya colapsada.

Luis volteo a verla sorprendido. Sabía cómo era, pero no pensó que se iba a dejar intimidar por la actitud de Charly. Pensó que por el estado en el que estaba lo iba a dejar pasar.

– ¡Me importa porque están en mi estudio! – gritó Charly.

Luis le iba a responder, pero Olivia fué más rápida.

– ¡No es tu estudio, vos no lo compraste! ¡Y ni siquiera podés decir que el proyecto del recital es tuyo, porque sino no le hubieras pedido ayuda a Luis! – le respondió de la misma manera.

– Vamos Olivia, dejalo. Ya está.– Dijo Luis, tomándola suave del brazo para que se tranquilice.

Los ojos de Charly se volvieron aún más oscuros, al ver cómo Luis intentaba calmar la situación.

– ¡No, no está! ¡Siempre tenés que arruinar todo, siempre!

– ¿Que querés decir, que no puedo manejar mi propio recital?

– ¡Si, eso quiero decir exactamente! – se soltó del suave agarre de Luis enfrentando a Charly, sin bajar la mirada.

Luis se sintió más o menos como aquella vez en el teatro. No podía comprender cómo aquel par podía chocar tanto, y ninguno de los dos parecía ceder nunca.

Liv prosiguió:

– ¿Quien te crees que sos para venir acá y decir que éste es tu estudio y es tu proyecto, cuando Luis es quien te está dando una mano enorme? ¿Qué te molesta tanto que estemos acá, fuera de horario de trabajo?

– ¡Me molesta que vos estés acá! – le respondió rápidamente. – ¡Estuve en ésta industria muchos años, y crees que podés venir a opinar sobre mi trabajo! ¡Cuando lo único que haces vos es coser vestiditos, no tenes idea de nada! 

La verdad, era que le molestara verla con Luis. No sabía bien por qué... Pero claro, no iba a decirlo.

– ¡Ahh qué raro, qué novedad! , otra vez atacando mi trabajo como si quisieras rebajarme. – rió irónica aplaudiendo. – No sé ni por qué estoy perdiendo mi tiempo acá peleando con vos. Ahora apareces a atacarme, y cuando realmente tenés que estar te escapas como un cobarde. Cómo haces siempre.

Charly no sabía que decirle. Aquello último había sido una gran indirecta a la última vez que se vieron.

Pero el no podía comprender por qué si le había correspondido aquel beso de esa manera, ahora estaba con Luis en una situación muy similar. Bueno, la verdad es que no se parecía en nada a su situación caótica del atelier... Pero similar en relación al beso.

No habían llegado a besarse, pero estuvieron cerca. Y el quería comprender por qué. ¿Qué pasaba entre aquellos dos?

Liv se fue de ahí caminado hecha una furia y Luis se lo quedó mirando medio decepcionado.

– ¿Que pasa entre ustedes dos? La verdad quiero escuchar. Y te pregunto a vos, porque vos sos mi amigo.

Charly pasó fuertemente ambas manos por su rostro frustrado, controlando las ganas de romper todo.

– ¿Entre ustedes dos que pasa?

– Responde lo que te pregunto, Charly.

Éste no dijo nada, sino que se sentó en la silla y encendió un cigarro mirando al frente molestó.

– Bien, si no querés hablar así quedamos. Pero que conste que no le hiciste escándalo a Olivia nada más, y yo también lo tomo como un ataque personal ésto.

– No tiene nada que ver con vos. Así que no te hagas el ofendido, que mañana tenemos que trabajar. – le respondió cortante, hojeando las páginas de su carpeta.

Luis no podía creerlo. Ahí estaba, esa actitud altanera y arrogante de siempre. Cuando se ponía así, solo tenía ganas de irse y dejar de ayudarlo.

Era demasiado bueno con él, cuando Charly solo lo trataba de esa manera.
Negó con la cabeza y se retiró de ahí, decepcionado.

Se encontró con Olivia sentada en la vereda de brazos cruzados, mientras fumaba un cigarro.

Se agachó en cunclillas a su lado y ella le pasó el cigarro.

– ¿Te llevo a casa? – preguntó dándole una calada. Ella asintió con la cabeza cabizbaja.– Vamos, no dejes que te afecte lo que te diga.

– No me afecta lo que diga sobre mi. Me molesta su actitud. Me molesta que también se ponga así con vos, cuando siempre lo ayudaste con la mejor de las ondas en todo. Es un egoísta desagradecido.

– Está drogado, Olivia. – intento justificarlo. – No está siendo racional. La gente cuando se pone así... Hace y dice cosas, pero no son de verdad.

– Algunas cosas me las ha dicho estando sobrio. – dijo mirando sus manos.

Luis apagó el cigarro y se paró extendiendo una mano. Ella la tomó.

Aquella noche no pasó nada, él la dejo en su casa.

Y como ella le comento que había terminado los trajes de sus hijos, fue una buena excusa para que Luis por fin la invite a su casa al dia siguiente, animando un poco más a Liv.

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora