IX | La obra

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Spinetta rió, casi como si hubiera esperado esa respuesta.

– Sorpresivamente, no es la primera vez que escucho eso eh...

– Lo sé. – bufó. – Pero eso no importa.

– ¿De dónde se conocen ustedes, por Pedro?

Finalmente, estacionó justo fuera de la casa de Liv y apagó el motor.

– No, por Zoca.

Liv le contó brevemente la situación para ponerlo en contexto. Notaba como él la escuchaba totalmente atento, y la miraba fijo.

– Y... Charly es así viste. Tiene sus cosas. Pero una vez que lo conoces, vas a ver qué es realmente una buena persona. Que todo eso que demuestra ser con los demás, poniéndose tan a la defensiva no es más que una máscara. Una coraza, ¿Viste?

– Me da pena por Zoca. Ella se re preocupa por el, como te dije ella misma me lo contó.

– Si, la entiendo. Debe ser difícil estar con Charly...

– En fin. No me interesa volver a cruzar palabra con el jamás. Aunque voy a tener que hacerlo porque aún falta la presentación de Zoca...

– ¿Me dijiste que era en el Colón no? Voy a ver si puedo hacerme un ratito para ir, me encantaría ver cómo te quedó ese vestuario.

– ¿De verdad? – pregunto ella, y sus ojos se iluminaron. – Bueno, puedo conseguirte entradas si querés...

– ¡Claro que sí! Me encantaría. Vos avísame nomás... ¿Tenés para anotar? Así te paso mi teléfono, y me llamas cuando tengas las entradas.

La castaña saco de su bolso una libreta que siempre traía consigo para hacer bocetos, y se la entrego.

Él, con su letra apurada y algo desprolija anoto su número y al lado puso " Luis - ".

– Te llamo cuando tenga las entradas entonces. – sonrió ella guardando la libreta en su bolso. – Bueno... Gracias por traerme.

– Por favor, no es problema. Llegaste sana y salva es lo importante. – rió.

Ella se acercó a saludarlo. Y algo se le pasó por la cabeza.

No sabía si decirlo o no, pero como aún estaba algo ebria y vergüenza nunca tuvo voletó antes de salir por la puerta.

Lo peor que podía pasar era quedar como una boluda...y estaba acostumbrada a eso.

– Espero que a tu mujer no le moleste que me hayas traído a casa.

Claro que recordaba, hasta donde sabía, que Luis estaba casado con una mujer llamada Patricia. Pero no sabia mucho más porque él siempre había sido súper privado con su relación.

Luis rió con una mano sobre el volante mirando al frente. Después volteo a verla.

– No estoy casado, me separé hace dos años. Así que dudo que le importe lo que hago con mi vida ahora...

Ella no dijo nada. Solo sonrió y se bajó del auto para cerrar la puerta. Una vez en la entrada de su casa, lo saludo con la mano. El aún esperaba que entre a su casa.
Y luego, ella cerró la puerta principal.

• • •

– A que no sabes a quien ví anoche.

Fue lo primero que dijo Charly al entrar a la cocina el domingo. Después de llegar de la fiesta había dormido toda la mañana, y se acababa de despertar cerca de las cuatro de la tarde.

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora