XLVII | Eco de honestidad

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Una noche, Liv fue a casa de su gran amigo Pedro a cenar, buscando un poco de consuelo y compañía en medio de la confusión que estaba experimentando en su vida amorosa.

Pedro la recibió cálidamente como siempre hacia y supo enseguida por la actitud casi distante de Liv que algo andaba mal.

Charlaron de otras cosas mientras preparaban la comida, hasta que el se animó a decir:
– Che flaqui... Te veo media rara. ¿Está todo bien?

Ella se quedó pensativa mirando un punto fijo en el suelo, hasta que habló.

– No te voy a mentir, la verdad estoy para el culo.  – confesó. Ésto hizo reír a Pedro.

– ¿Qué paso?

– Es una larga historia Pedrito... Ante todo, voy a pedirte que no me juzgues. – lo miró apenada.

– ¿Uh, que cagada te mandaste? – preguntó sentándose en la mesa.

Ella rió y lo siguió, sentándose enfrente.

Comenzó a contarle todo lo ocurrido. Intento ser lo más clara posible, con respecto a lo de Luis y lo de Charly. Cómo no le había contado nadie lo ocurrido, porque claramente estaba mal.

Pedro la escuchaba atento, y sorprendido asimilando todo lo que Liv había confesado. Pero en ningún momento la juzgó... Intento comprenderla. Después de todo, ellos eran amigos hace tiempo y se habían apoyado en las peores situaciones.

– No puedo creer que todo esto estuviera pasando, y yo nunca me di cuenta de nada...

– Tranquilo. Nadie lo sabía, siempre fuimos muy privados. Con Charly obviamente, pero con Luis también.

– Estoy sorprendido. Me dejaste helado... Vos si que no perdías el tiempo, hija de puta. – la molestó en broma, para hacerla reír.

– Sos un tonto...–dijo ella entre risas. – Me siento horrible. ¿Ahora entendes mi punto de vista?

– Obvio, Liv. Suena terrible... Te quedaste sin el pan y sin la torta.

Ella volvió a reir y le tiró con un repasador.

– Perdón, perdón. – se excusó Pedro riendo. – Pero a ver, poniéndome serio. Si querés saber lo que opino... Quizá en un principio no parecía mala idea probar un poco de todo, no te voy a juzgar. – se encogió de hombros. – Pero esas cosas nunca salen bien, flaca. Siempre alguno se termina enamorando. Más si estás jugando a dos partidos a la vez... Y repito, no te juzgo. Pero hablándote como el amigo que soy, no me sorprende que las cosas hayan terminado mal. El flaco se enamoro de vos, y vos de Charly... ¿Pero y Charly?

Ella bajo la mirada a sus manos. La verdad era que no sabía. No lo sabía con exactitud.

– Y Charly se fue a Buzios. Con Zoca. Creo que es obvio lo que siente Charly. – se encogió de hombros, apenada.

– No sé... Después de todo lo que me contaste. No suena a que tampoco tenga sentimientos por vos. Yo lo conozco a Charly, y lo conozco cuando está enamorado. – dijo muy seguro de sus palabras.

– Bueno, de todas formas ya está.

– ¿El que está?

– Y, él ya se fue Pedro.

– La última vez que hablaste con el fue en una discusión... Ni siquiera se despidieron como la gente Olivia... No sé. Para mí las cosas no pueden quedar así.

– ¿Y que sugerís? Cuando volví a intentar arreglar las cosas, ya era demasiado tarde. El ya se había ido.

Pedro hizo una mueca. La verdad estaba difícil la situación. Quería ayudarla... Pero también pensaba en la relación de Charly con Zoca. Y de seguro que el de bigote quería hacer las cosas bien, y olvidar su aventura con Olivia por eso había elegido irse a Buzios.

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora